Problemas económicos, sociales y desastres naturales hacen que la gente emigre buscando un futuro mejor. Foto tomada de International Crisis Group |
Si eres bueno para ver noticias, sabrás que en un país de Latinoamérica, Venezuela, las cosas no andan muy bien… bueno… depende de a quien escuches, claro está. Porque si escuchas al gobierno de turno, dicen que todo va viento en popa, sin grandes problemas. Pero si le preguntas a los opositores, hablan derechamente de una dictadura.
Al margen de la política, que no me gusta ni hablo de ello, lo cierto es que la cosa no anda bien, por lo menos viendo las noticias. Una alta inflación (que produce un alza desmedida de los productos básicos y otros) y una serie de protestas que han dejado más de 100 muertos han hecho que muchos decidan emigrar de Venezuela, uno de los principales productores de petróleo del mundo. Muchos pueden decir que la televisión muestra solo lo que conviene o lo que el “capitalismo” quiere que veamos. Y llegan a la conclusión de que es un engaño y no está tan mal la cosa.
No sé por que últimamente he tenido un especial interés en este asunto. Veo noticias referente a ello, busco fotos e información sobre lo que sucede allá. Pero el sábado pasado, aunque brevemente, conseguí un testimonio de primera fuente. Fue mi primer contacto cara a cara con un venezolano que se vino a vivir a Chile una vez estallada la crisis allá. ¿Cómo surgió este encuentro?
Todo sucedió hace unas semanas atrás cuando me dirigía a Concepción. Me quedaba muy poca bencina, así que pase a una gasolinera ubicado a la orilla de la carretera. Se acerca el atendedor (que acá en Chile se llaman bomberos) y me dice: “Hola bienvenido. ¿Cuánto va a cargar?”. Al escuchar su voz note en seguida que no era chileno. “Lléneme el estanque porfa que me sobra la plata $5000 de 93 octanos porfa” le respondí.
Comenzó la carga de combustible y se acercó nuevamente a preguntarme si pagaría con tarjeta o efectivo. Le respondí y luego le dije: “Disculpa joven, pero por tu voz veo que no eres chileno”. “No, soy venezolano", me respondió. Era un joven alto, de tez morena, aproximadamente unos 22 años, muy joven. Con una sonrisa amigable, me sigue hablando: “Me vine arrancando de mi país”.
Arrancando… esa palabra me quedo dando vueltas un buen rato.
“¿Y hace cuanto tiempo estas acá en Chile?” le pregunté. Me contaba que llevaba un mes acá, y que encontró pega como bombero en esa estación de servicio. Le ha ido bien, y por lo menos al él lo han tratado de maravillas. Lamentablemente, muchos extranjeros que por motivos de fuerza mayor han tenido que irse de sus países de origen buscando nuevos horizontes no han sido tratados de la mejor manera una vez llegados a Chile.
La mayoría de los inmigrantes vienen a trabajar. Foto tomada de Publimetro |
Excusas como que "nos quitan los empleos" hasta que "se prostituyen, que son alcohólicos y venden droga" sirven para tratarlos mal. Y es total y absolutamente absurdo. Partamos de la base que la prostitución, el alcoholismo y la drogadicción existen desde antes, muchísimo antes de la llegada de los inmigrantes a Chile. Y decir que nos quitan los empleos... Ja, ¡Qué absurdo! No es que nos quiten los empleos, es que ellos vienen a trabajar, no a sacar la vuelta como muchos chilenos SI hacen en sus trabajos. Si vamos a criticar, hagámoslo con base sólida; sino, déjese de joder.
Semanas después de haberme encontrado con este venezolano, en mi trabajo tuve un pequeño encontrón con un cliente por el mismo tema. Yo estaba reponiendo bebidas cuando este cliente, al pasar por la caja de mi compañera, comienza a hablar de los inmigrantes. Mi compañera le dice que ha visto a muchos venezolanos, colombianos y haitianos en Concepción.
- Hay que tener mucho cuidado - dijo el cliente -. Todos son mano larga.
Yo me di vuelta y le pregunté:
- ¿A qué se refiere con mano larga?
- A que son experto en robar poh, si a eso vienen a Chile - me respondió descaradamente.
- Discúlpeme, pero no estoy de acuerdo con su percepción sobre los inmigrantes. Como si los chilenos no fueran buenos para robar - dije
- ¿Pero veí noticias o no? - me preguntó extrañado -. Ellos puro que roban y nadie hace nada.
- Sí veo noticias, y la mayoría de las desgracias que vivimos en este país son por culpa de gente tan chilena como nosotros dos. ¿Sabe cómo nos conocen en España y en Europa? De ladrones, expertos en robos. ¿Diría que todos los chilenos que viven en Europa son buenos para robar?
- No.
- ¿Entonces por qué echar a todos los colombianos, venezolanos y haitianos en el mismo saco porque unos pocos de ellos roban? No es justo.
- Bueno - me dijo mientras tomaba sus cosas recién compradas -, eso pienso de ellos. Hasta luego.
Dicho esto, se fue. Personas que piensan como él hacen que los inmigrantes sientan miedo de hacer sus vidas acá, como si fuera muy fácil y gracioso abandonar toda tu vida en tu país para comenzar de cero en un lugar que no conoces. Personas con esa mentalidad se echan al bolsillo la frase, de una conocida canción popular: "Y verás cómo quieren en Chile, al amigo cuando es forastero".
¿Conoces a algún inmigrante? Yo ya he visto varios desde entonces e intento ser amigable con ellos. No es fácil lo que están viviendo y no sería justo ponerles más cargas. De todos nosotros depende que ellos se sientan queridos, como en casa. No vienen a robar - al menos la gran mayoría -, vienen a trabajar. No vienen a robar empleos. Vienen a GANAR empleos. Tratémoslos como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Quizás así, podamos hacer un mundo mejor para todos. ¡Saludos amigos míos!
Semanas después de haberme encontrado con este venezolano, en mi trabajo tuve un pequeño encontrón con un cliente por el mismo tema. Yo estaba reponiendo bebidas cuando este cliente, al pasar por la caja de mi compañera, comienza a hablar de los inmigrantes. Mi compañera le dice que ha visto a muchos venezolanos, colombianos y haitianos en Concepción.
- Hay que tener mucho cuidado - dijo el cliente -. Todos son mano larga.
Yo me di vuelta y le pregunté:
- ¿A qué se refiere con mano larga?
- A que son experto en robar poh, si a eso vienen a Chile - me respondió descaradamente.
- Discúlpeme, pero no estoy de acuerdo con su percepción sobre los inmigrantes. Como si los chilenos no fueran buenos para robar - dije
- ¿Pero veí noticias o no? - me preguntó extrañado -. Ellos puro que roban y nadie hace nada.
- Sí veo noticias, y la mayoría de las desgracias que vivimos en este país son por culpa de gente tan chilena como nosotros dos. ¿Sabe cómo nos conocen en España y en Europa? De ladrones, expertos en robos. ¿Diría que todos los chilenos que viven en Europa son buenos para robar?
- No.
- ¿Entonces por qué echar a todos los colombianos, venezolanos y haitianos en el mismo saco porque unos pocos de ellos roban? No es justo.
- Bueno - me dijo mientras tomaba sus cosas recién compradas -, eso pienso de ellos. Hasta luego.
Dicho esto, se fue. Personas que piensan como él hacen que los inmigrantes sientan miedo de hacer sus vidas acá, como si fuera muy fácil y gracioso abandonar toda tu vida en tu país para comenzar de cero en un lugar que no conoces. Personas con esa mentalidad se echan al bolsillo la frase, de una conocida canción popular: "Y verás cómo quieren en Chile, al amigo cuando es forastero".
¿Conoces a algún inmigrante? Yo ya he visto varios desde entonces e intento ser amigable con ellos. No es fácil lo que están viviendo y no sería justo ponerles más cargas. De todos nosotros depende que ellos se sientan queridos, como en casa. No vienen a robar - al menos la gran mayoría -, vienen a trabajar. No vienen a robar empleos. Vienen a GANAR empleos. Tratémoslos como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Quizás así, podamos hacer un mundo mejor para todos. ¡Saludos amigos míos!