domingo, 5 de noviembre de 2017

262. Experiencias de un simple cajero 10



Y ha llegado la hora de presentarles una nueva edición de la ya clásica sección de mi blog. Hablamos de Experiencias de un simple cajero, en su ya décima edición desde su estreno en 2011. Les contaré brevemente dos historias que me pasaron últimamente y que me llamaron la atención. Espero que les guste:

La chica del pijama

Como ya deben saber (si no lo saben, ahora lo sabrán), donde trabajo ahora debo realizar turnos de noche, lo cual no me agrada en absoluto (pronto les hablaré más de eso en un artículo exclusivo sobre ese tema). Pero cuando hay que mantener una familia, pues no hay que ponerse regodión o exquisito a la hora de buscar empleo. La cosa es que, en uno de esos turnos de noche, a eso de las 4.30 de la madrugada, llega una chica al local... vestida de pijama.

Un pijama rosa, con un estampado de un oso, muy tierno por cierto. No sé cómo no tenía frío, considerando que era invierno, y de noche la temperatura baja mucho. Aparte, hay que tener personalidad para andar así en un negocio, donde había gente comprando y comiendo. Me pidió una cajetilla de cigarros, pagó y se fue, arrastrando sus pantuflas en el piso.

Los plátanos de oro

Entre la gran variedad de productos que ofrece el local donde trabajo, están las frutas: plátanos, naranjas, manzanas y peras. Son ricas: debo reconocerlo, especialmente las peras. El único problema es el precio, y de eso trata esta experiencia.

Un día, mientras estaba atendiendo mi caja por la mañana, entra un señor junto a su hijo. Compran varias cosas hasta que se fijan en las frutas que hay en el mostrador. Me pregunta: "Joven, ¿los plátanos valen 450 pesos el kilo?", a lo que le respondo: "No, el valor es por unidad".

Sí, créelo: un plátano vale 450 pesos. En la feria que se hace cerca de la casa de mis padres por esa misma cantidad de dinero te llevas un kilo de plátanos. Pero donde trabajo se venden por unidad. Tanto los plátanos, como las peras, las manzanas y las naranjas, valen increíbles 450 pesos cada una.

El caballero me dijo: "¿Como? ¿Que son de oro acaso? Están demasiado caras, ¿cómo puede ser eso posible?". Yo le respondí: "Hay muchas variables caballero. Una de esas es el hecho de que el negocio puede poner el valor que quiera para lo que vende porque vivimos con esa libertad dentro de nuestra economía. Ahora, si no quiere llevar un plátano, puede comprar un kilo con ese mismo dinero en una feria". "Pero acá en la carretera no hay ferias poh", me respondió. Y yo concluyo: "Pues la empresa sabe eso, y por eso fija esos precios, porque quien quiera una fruta, pagará el precio que sea con tal de comer una, en vez de buscar una feria para comprar el kilo".

Lógica pura.

Finalmente el caballero no compró la fruta y se llevó sólo los productos que había seleccionado antes. A todo esto, el otro día andaba con mi esposa comprando en el Líder, y había una promoción de dos jugos andina boca ancha a $890. Y donde trabajo está el mismo jugo andina, sólo uno, a $850. A ese nivel pos. Y lo increíble: la gente igual compra donde trabajo.

Bueno, eso quería contarles por ahora. Tengo más experiencias que les relataré en ediciones posteriores. Se vienen nuevos artículos así que atentos amigos míos. ¡Saludos y que tengan una excelente semana! :)

lunes, 30 de octubre de 2017

261. Artículo eliminado

Actualización 02/05/2021: como parte del proceso de reajuste de artículos, este artículo ha sido eliminado. Se conservará la entrada sólo para que se mantenga la numeración.

sábado, 21 de octubre de 2017

260. Series de televisión 13: Cachureos

Para las antenas, porque Cachureos... ¡Ya llega!

De hace mucho tiempo que tenía botado esta sección: Series de televisión. Y hoy he vuelto a escribir para volver muy atrás en el tiempo, a los tiempos en que yo era un niño, y daban muy buenos programas de televisión para los niños, con entretención sana e incluso eran educativos.

¡El grito, el grito, el grito!

En los años 90 (época en la que fui un niño) daban un programa llamado Cachureos, cuyo animador era el cantante chileno Marcelo. Era un programa de canciones y concursos, donde interactuaba el animador con unos personajes que hacían el programa más entretenido. Estos personajes eran animales (véase la imagen del principio). Claramente, eran personas disfrazadas no se por qué diablos dije eso, ¿quién va a razonar que son animales de verdad?, entre ellas un gato, un león, un cerdo, un zancudo, una mosca, un oso, un pollo y un conejo, entre otros. También había un personaje que no hablaba: el señor lápiz, quien sólo silbaba, y otro personaje, una bacteria, llamado Epidemia. También tenían unas modelos: las chicas ye yé.

Las canciones eran muy pegadizas. Algunas eran sólo bailables o canciones para pasarlo bien, pero otras contenían lecciones para los niños. Casi siempre Marcelo animaba al público con su ya famoso El grito, el grito, el grito, a lo cual el publico... bueno... ya saben... Gritaba :P

Los concursos eran muy entretenidos, y los premios eran acorde al tiempo en que se produjo el programa: cassettes de audio con las canciones de Cachureos, radios, televisores, y uno que otro computador. ¡Ah! Y sin olvidar los personal stereo

Este programa me marcó en mi infancia y, aunque ahora ya no están en televisión, aun siguen presentándose en vivo. Claro está, Marcelo ya no tiene la misma voz, por lo que dobla, pero siguen siendo geniales. Les dejaré algunos vídeos para que puedan escuchar sus canciones.

¿Y tú? ¿Tienes algún programa de televisión que haya marcado tu infancia? Hablemos en los comentarios. ¡Saludos para ustedes amigos!


Opening (Introducción) al programa en 1998 (tenía 8 años)


El Crimen en Casa de Lord James, uno de mis temas favoritos (1995)


Tarjetita de invitación, del año 1995
Busca más canciones en youtube. Hay muchísimas :D

martes, 10 de octubre de 2017

259. El síndrome del amén crónico

¡Ahhh...! Las redes sociales... ¿Qué haríamos sin ellas? Hasta hace unos años, comunicarse con personas que estaban lejos se limitaba a una llamada telefónica, una carta o un mensaje de texto a través de un ladrillo (los de la vieja escuela entenderán a qué me refiero). Lo cierto es que la tecnología ha avanzado a pasos agigantados a lo largo de los últimos años, y ahora whatsapeamos con nuestros contactos, para saber de ellos o simplemente tener un buen tema de conversación.Aquí va la descripción personalizada de la entrada que queremos mostrar y que sólo se verá en la portada del blog. Puedes repetir un fragmento de la entrada o agregar una descripción completamente nueva; ésta sólo será visible cuando la entrada esté resumida, una vez que el lector ingrese a la entrada esta descripción no se visualizará.

Lamentablemente, junto con las redes sociales se han masificado ciertas conductas que antes no existían. Bueno... las estafas, los robos de identidad y las juntas con personas desconocidas (o "conocidas" a través de las redes sociales) se han multiplicado fuertemente. Estas cosas ya existían antes de la irrupción de Facebook, Twitter o Google+. Y en cierto sentido, estas redes sociales tienen sus cosas positivas. Es mucho más fácil comunicarse con nuestros seres queridos que están lejos por abc motivos. Muchos negocios han crecido gracias al buen uso de estas herramientas. ¡Hasta mi blog tiene su propio Facebook donde ya somos 220 fans! Pero hay una conducta que quiero compartir con ustedes, y que es un poco... preocupante. Le puse el Síndrome del Amén Crónico. Veamos de qué se trata.

ADVERTENCIA
Es muy probable que, en este artículo, te sientas identificado con lo que escribo. Si concluyes que posees este síndrome, no te molestes conmigo. Al fin y al cabo, es meramente una apreciación personal, y muy en el fondo de tu corazón... me hallarás la razón.

¿Qué es esto del SAC?


El Síndrome del Amén Crónico (SAC por sus siglas) es una expresión que inventé yo (o quizás alguien más ya lo dice así, pero no me consta) para definir a las personas que suben a las redes sociales fotos de niños desnutridos, con malformaciones, o cualquier otra cosa, sólo para pedir un "Amén" como comentario. Por lo general, incluyen una frase que dice algo así como: "No bajes sin poner Amén", o "Comenta Amén para que este niño se salve". Tiene una variante que es: "Da like para que este niño no se muera de hambre", o cosas por el estilo.

Tiene una segunda acepción, relacionada con la primera. El SAC incluye también a quienes, increíblemente, hacen caso de los personajes aludidos en la primera definición y comentan "Amén" en las fotos. Dicho sea de paso, muchas de las fotos donde se pide que hagan esto alimentan el morbo y son perturbadoras. Le puse crónico, porque pareciera ser que conforme pasa el tiempo, se ven a las mismas personas pidiendo "Amenes" en las fotos que suben, y personas comentando "Amén" en dichas fotos. 

¿Por qué lo hacen?


Es una buena pregunta. Y tiene su respuesta, diferente para cada caso, claro está.

En el caso de quienes suben las fotos pidiendo el ya manoseado comentario "Amén" lo hacen básicamente para obtener muchos "Me gusta" y comentarios. Eso sucede especialmente en las páginas de Facebook para obtener más seguidores. ¿Tiene esto sentido? Bajo mi perspectiva, NO. Pero las personas lo hacen por el afán de obtener más fans. Subir fotos de niños desnutridos o enfermos raya en lo inmoral y anti ético. Por eso muchos alegan sobre eso y exigen que las fotos sean bloqueadas o borradas de las redes sociales. Alimentar el morbo NO ES GRACIOSO.

¿Y qué hay de quienes comentan "Amén"? ¿A qué se debe que lo hagan? Puede ser por un sentido de compasión y ayuda. ¿Cómo es esto? Es como cuando ocurre una desgracia, digamos un terremoto, en un lugar distante a donde vivimos. Como estamos tan lejos, no podemos ayudar físicamente o con nuestras propias manos. Pero mandamos "mucha fuerza" a través de las redes sociales, con un comentario, por ejemplo. Eso nos hace sentir bien, porque sentimos que hicimos algo, pero en realidad en la práctica no hicimos casi nada. Simplemente intentar levantar el ánimo y la moral a quienes pasan una desgracia a miles de kilómetros de distancia, y que seguramente nunca leerán nuestro comentario, por muy triste que parezca.

Ojo: se agradece ese tipo de comentarios. Pero no es más que eso: un simple comentario. Pues bien, hagamos la relación entre este ejemplo, y el ya famosísimo "Amén" del que tanto he mencionado es este dichoso artículo. Ese "Amén" es una forma de dar un apoyo moral a quien sufre una desgracia, representada en la foto que suben. Es como si pensáramos que ese "Amén" le llegará al afectado y lo ayudará a seguir adelante. Una forma de sentirse bien porque lo ayudamos, aunque sea con, literalmente, UNA palabra de aliento.


¿Sirve de algo?

Muchos seguramente comentaron "Amén" y luego se dieron cuenta
de que tenía un trozo de jamón en la cara e hicieron el soberano ridículo.
Esta pregunta, la última de este artículo, tiene una respuesta muy clara. NO. No sirve de nada. Veamos por qué.

¿De verdad podríamos esperar que escribiendo Amén en una foto la niña con cáncer se va a curar? ¿Es realmente necesario demostrarle a los demás que amas a tu mamá o que eres creyente en Dios con darle like, comentar amén y compartiendo una imagen? ¿Hasta qué nivel debemos llegar los seres humanos con tal de ser aceptados, o quizás tomados en cuenta, por nuestros pares? Desde mi perspectiva, es una total pérdida de tiempo hacer eso. Nadie se va a curar de una enfermedad, por muchos likes que tenga su foto o por muchos amén que le escriban. Eso es irrisorio, absurdo, hasta ridículo. Desde cualquier perspectiva, no tiene ningún sentido.

Las redes sociales, usadas de buena manera, pueden hacernos pasar buenos ratos, e incluso hasta hacernos ganar algo de dinero. Pero también nos pueden robar el tiempo, o hacernos pasar el ridículo, actuando de ciertas maneras. Ciertamente, escribir "Amén" en una foto es una pérdida de tiempo y una forma de quedar mal y como un ignorante frente a los demás. No te transformes en un enfermo del Síndrome del amén crónico. Demuestra que eres una persona madura: si quieres demostrar generosidad o empatía, hay muchas formas de hacerlo, que claramente van mucho, muchísimo más allá, de comentar una simple foto con una palabra... Amén. 

¿Y tú? ¿Has visto ese comportamiento en las redes sociales? ¿Lo has hecho alguna vez? Conversemos en los comentarios. ¡Saludos amigos y gracias por leerme!

lunes, 25 de septiembre de 2017

258. Encuentro con un venezolano

Problemas económicos, sociales y desastres naturales hacen que la gente emigre buscando un futuro mejor. Foto tomada de International Crisis Group

Si eres bueno para ver noticias, sabrás que en un país de Latinoamérica, Venezuela, las cosas no andan muy bien… bueno… depende de a quien escuches, claro está. Porque si escuchas al gobierno de turno, dicen que todo va viento en popa, sin grandes problemas. Pero si le preguntas a los opositores, hablan derechamente de una dictadura.

Al margen de la política, que no me gusta ni hablo de ello, lo cierto es que la cosa no anda bien, por lo menos viendo las noticias. Una alta inflación (que produce un alza desmedida de los productos básicos y otros) y una serie de protestas que han dejado más de 100 muertos han hecho que muchos decidan emigrar de Venezuela, uno de los principales productores de petróleo del mundo. Muchos pueden decir que la televisión muestra solo lo que conviene o lo que el “capitalismo” quiere que veamos. Y llegan a la conclusión de que es un engaño y no está tan mal la cosa.

No sé por que últimamente he tenido un especial interés en este asunto. Veo noticias referente a ello, busco fotos e información sobre lo que sucede allá. Pero el sábado pasado, aunque brevemente, conseguí un testimonio de primera fuente. Fue mi primer contacto cara a cara con un venezolano que se vino a vivir a Chile una vez estallada la crisis allá. ¿Cómo surgió este encuentro?

Todo sucedió hace unas semanas atrás cuando me dirigía a Concepción. Me quedaba muy poca bencina, así que pase a una gasolinera ubicado a la orilla de la carretera. Se acerca el atendedor (que acá en Chile se llaman bomberos) y me dice: “Hola bienvenido. ¿Cuánto va a cargar?”. Al escuchar su voz note en seguida que no era chileno.Lléneme el estanque porfa que me sobra la plata $5000 de 93 octanos porfa” le respondí. 

Comenzó la carga de combustible y se acercó nuevamente a preguntarme si pagaría con tarjeta o efectivo. Le respondí y luego le dije: “Disculpa joven, pero por tu voz veo que no eres chileno”. “No, soy venezolano", me respondió. Era un joven alto, de tez morena, aproximadamente unos 22 años, muy joven. Con una sonrisa amigable, me sigue hablando: “Me vine arrancando de mi país”.

Arrancando… esa palabra me quedo dando vueltas un buen rato.

“¿Y hace cuanto tiempo estas acá en Chile?” le pregunté. Me contaba que llevaba un mes acá, y que encontró pega como bombero en esa estación de servicio. Le ha ido bien, y por lo menos al él lo han tratado de maravillas. Lamentablemente, muchos extranjeros que por motivos de fuerza mayor han tenido que irse de sus países de origen buscando nuevos horizontes no han sido tratados de la mejor manera una vez llegados a Chile.

La mayoría de los inmigrantes vienen a trabajar. Foto tomada de Publimetro

Excusas como que "nos quitan los empleos" hasta que "se prostituyen, que son alcohólicos y venden droga" sirven para tratarlos mal. Y es total y absolutamente absurdo. Partamos de la base que la prostitución, el alcoholismo y la drogadicción existen desde antes, muchísimo antes de la llegada de los inmigrantes a Chile. Y decir que nos quitan los empleos... Ja, ¡Qué absurdo! No es que nos quiten los empleos, es que ellos vienen a trabajar, no a sacar la vuelta como muchos chilenos SI hacen en sus trabajos. Si vamos a criticar, hagámoslo con base sólida; sino, déjese de joder.

Semanas después de haberme encontrado con este venezolano, en mi trabajo tuve un pequeño encontrón con un cliente por el mismo tema. Yo estaba reponiendo bebidas cuando este cliente, al pasar por la caja de mi compañera, comienza a hablar de los inmigrantes. Mi compañera le dice que ha visto a muchos venezolanos, colombianos y haitianos en Concepción.

- Hay que tener mucho cuidado - dijo el cliente -. Todos son mano larga.

Yo me di vuelta y le pregunté:

- ¿A qué se refiere con mano larga?
- A que son experto en robar poh, si a eso vienen a Chile - me respondió descaradamente.
- Discúlpeme, pero no estoy de acuerdo con su percepción sobre los inmigrantes. Como si los chilenos no fueran buenos para robar - dije
- ¿Pero veí noticias o no? - me preguntó extrañado -. Ellos puro que roban y nadie hace nada.
- Sí veo noticias, y la mayoría de las desgracias que vivimos en este país son por culpa de gente tan chilena como nosotros dos. ¿Sabe cómo nos conocen en España y en Europa? De ladrones, expertos en robos. ¿Diría que todos los chilenos que viven en Europa son buenos para robar?
- No.
- ¿Entonces por qué echar a todos los colombianos, venezolanos y haitianos en el mismo saco porque unos pocos de ellos roban? No es justo.
- Bueno - me dijo mientras tomaba sus cosas recién compradas -, eso pienso de ellos. Hasta luego.

Dicho esto, se fue. Personas que piensan como él hacen que los inmigrantes sientan miedo de hacer sus vidas acá, como si fuera muy fácil y gracioso abandonar toda tu vida en tu país para comenzar de cero en un lugar que no conoces. Personas con esa mentalidad se echan al bolsillo la frase, de una conocida canción popular: "Y verás cómo quieren en Chile, al amigo cuando es forastero".

¿Conoces a algún inmigrante? Yo ya he visto varios desde entonces e intento ser amigable con ellos. No es fácil lo que están viviendo y no sería justo ponerles más cargas. De todos nosotros depende que ellos se sientan queridos, como en casa. No vienen a robar - al menos la gran mayoría -, vienen a trabajar. No vienen a robar empleos. Vienen a GANAR empleos. Tratémoslos como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Quizás así, podamos hacer un mundo mejor para todos. ¡Saludos amigos míos!