viernes, 15 de marzo de 2019

332. El tornillo

 

Cuenta la historia que un dueño de una gran empresa decidió llamar a un experto en computadores. En la empresa tenía un tremendo problema. El computador principal había dejado de funcionar, y como el resto de los computadores estaban conectados al principal y dependían de él para funcionar, entonces el lío era mayúsuculo: todos los computadores apagados y sin producir nada para la empresa.

En su desesperación, el dueño esperaba ansioso al experto de computadores que, una vez llegado al lugar, le mostraron inmediatamente el problema.

- No se preocupe - indicó el hombre -. Revisaré los computadores y veremos qué sucede.

Abre el computador principal y descubre inmediatamente el problema. Toma un destornillador y atornilla un pequeño tornillo ubicado dentro del PC. Cierra el computador y lo enciende. ¡Increíble! Todos los computadores comenzaron a funcionar de manera inmediata.

- ¡Magnífico! - gritó el dueño de la empresa -. Mándeme por correo la factura de lo que le debo por haber arreglado este problema.

Entrada la tarde, le llega el correo electrónico al dueño de la empresa. Al leerlo, casi se va de espalda. El hombre que arregló el embrollo de los computadores le estaba cobrando increíbles $500.000 por el trabajo. Furioso, el dueño de la empresa le responde el correo:

"Considero una insolencia suya el cobrarme tamaña suma de dinero por tan sólo apretar un miserable tornillo. Exijo un desglose de lo que me está cobrando", le escribió en el correo.

Luego de algunos minutos, el joven experto de computadores le envía lo solicitado. Luego de leer la respuesta, el dueño sólo se limita a hacerle un depósito por el monto indicado. El correo indicaba lo siguiente:

"Estimado: adjunto detalle de la factura que usted me pidió:
  • "Apretar un miserable tornillo": $100
  • Saber qué tornillo apretar: $499.900
Saludos cordiales"

Moraleja: cobra por lo que sabes, no por lo que haces :)

¡Hasta un siguiente artículo!

viernes, 8 de marzo de 2019

331. El limpiaparabrisas


Cada vez es más común ver en las esquinas semaforizadas de las ciudades, personas vendiendo toda clase de productos, u ofreciéndose para limpiarte los parabrisas. Siendo honesto, algunas veces soy reacio a dejar que me limpien el parabrisas por una propina. En realidad, la mayoría de las veces queda peor que como estaba, y ni siquiera sé qué clase de líquido le echan encima.

Cuando se me acerca uno, me da un poco de cosa. No quiero que piensen que soy prejuicioso, o algo por el estilo. Pero, sin ir más lejos, hace un tiempo atrás un conductor murió a manos de un limpiador simplemente porque no le había pedido que le limpiaran el vidrio. Bueno, la cosa es que hoy quiero contarles una pequeña historia que me sucedió tiempo atrás, mientras venía de hacer unas diligencias en el centro de Concepción. La historia fue así:

Luego de hacer todos los trámites pertinentes, volvía a casa por la Av. Los Carrera, una de las más transitadas del centro. Al llegar al cruce con las Avenidas San Juan Bosco y Collao, estaba esperando la luz verde de un semáforo de tres tiempos. Claro, como el tiempo de detención es largo, los vendedores y limpiadores aprovechan de escabullirse entre los autos intentando obtener dinero. A todo esto, quiero dejar bien claro que prefiero mil veces que intenten trabajar, a simplemente pasar por los autos pidiendo plata porque sí. De eso hablé tiempo atrás en un artículo bien interesante.

Ya, pero no nos desviemos del tema. Se acerca un tipo, un poco harapiento, con sólo una plumilla de limpieza y, sin preguntarme nada, intenta limpiar el parabrisas sin líquido alguno. Yo, temiendo que me rayara el vidrio, le grito desde dentro: "Oye, no te pedí que me lo limpiaras".

El tipo, haciendo caso omiso de mi mensaje, y con una actitud un poco prepotente, me dice que necesita dinero no sé para qué cosa. Y continúa "limpiando" el vidrio. De pronto, se escucha una sirena. Justo al lado mío, también esperando la luz verde, estaba una patrulla de carabineros. Uno de ellos le grita al tipo: "¡Oye! Te dijeron que no quería que le limpiaras el vidrio".

Al instante, el individuo deja de pasar la plumilla por mi vidrio, e increíblemente va a la patrulla y comienza a limpiarle el vidrio a la patrulla. Da luz verde. El carabinero le dice: "Deja de hacer eso. Sabemos en lo que andai metido". De ahí no escuché más. Aceleré y me fui a casa.

Con este pequeño relato no quiero decirles que den o no den dinero a quienes limpian parabrisas. Eso es decisión de cada uno. Simplemente quise contarles esta pequeña experiencia sólo para que supieran lo que me pasó. Quiero pensar que la mayoría de ellos son honestos y que andan en buenos pasos. Y bueno... uno nunca sabe las vueltas de la vida. ¿Quién sabe si, en algún tiempo, les relato "Experiencias de un simple limpiador de parabrisas"? :D

¡Hasta el siguiente artículo!

Foto tomada de The Clinic

viernes, 1 de marzo de 2019

330. El Quincho

 

Muy bien. Iniciamos el mes de marzo y les presento el primer artículo propiamente tal de la temporada 14 de Donde Panchito. Y la historia que quiero relatarles pasó hace exactamente dos meses, el día en que se inició este año 2019. Veamos qué sucedió, y qué podemos aprender de esta experiencia.

Descansando en Rafael

La Polla, Rafael

En la población donde vivo, los vecinos arman una batahola de proporciones para despedir el año viejo y recibir el año nuevo. Para mí, sólo es un cambio de día, pero claramente no puedo ir en contra de las celebraciones de los demás. Sin embargo, no me gusta estar en la población mientras todos meten boche durante toda la noche. Así que, junto con unos amigos, decidimos irnos el 31 en la tarde a un camping que queda en la localidad de Rafael, a unos 15 km de Tomé hacia el interior.

El sector se llama "La Polla", y es muy tranquilo... excepto si es víspera de año nuevo. Cuando llegamos, sin mentirles, había unos 4 o 5 familias con música a todo volumen. Pero ¿Qué más da? Estaba con mis amigos en un lugar bonito. Podíamos descansar... al fin y al cabo, cualquier lugar era mejor que quedarse en casa. Así que armamos nuestra carpa y dormimos.

El bendito Quincho

Antes de irnos a dormir, a las 12 de la noche, todos comenzaron con los abrazos de año nuevo. Algunas familias pasaron por donde estábamos nosotros, deseándonos lo mejor para este año 2019. Es loable que la gente, aun viendo el caos que existe como sociedad, aun crea que el año siguiente al que uno vive será mejor. Pero bueno: la razón de ser de este artículo no es ese.

El pequeño quincho, la noche antes de los sucesos de este relato

Al amanecer, tomamos desayuno, pusimos música y jugamos un rato. Comenzaba a hacer calor, y decidimos algunos de nosotros irnos un ratito al río que pasa por allí. En eso estábamos cuando, de pronto, llega una camioneta con una cantidad de personas que no recuerdo, pero eran muchas. Se baja un tipo alto, gordo... digamos que era maceteado, y comienza a instalar sus cosas en el quincho para asados que era de nosotros, puesto que estaba al lado de nuestra mesa. Uno de quienes quedaron en la orilla le indica al caballero que no podía usar el quincho, puesto que en un rato más íbamos a preparar el asado del almuerzo. El tipo, ofuscado, se subió a la camioneta y siguió su camino.

Al rato me di cuenta de que se pusieron al frente de nosotros, cruzando el río. Bajaban sus cosas y se instalaban debajo de un sauce. Miraban de reojo, con un sentimiento de odio hacia nosotros. No podía dejar de pensar en que, lo más probable, es que ese hombre la noche anterior abrazó a medio mundo esparciendo buenos deseos para todos... menos de 12 horas después, estaba molesto por un simple quincho. Pero lo que sucedió después iba a ser suficiente para mostrar sus verdaderos sentimientos... al menos desde lejos.

Continuábamos bañándonos. Nos salimos un rato para charlar bajo los árboles. Llegó un autito al mismo lugar donde hacía un rato había llegado el tipo de la camioneta. Al bajarse, y al ver que el quincho estaba vacío, vino donde nosotros y, de manera muy amable, preguntó si podía usar el quincho para el almuerzo.

Al ver la actitud tan distinta al del tipo anterior que llegó e intentó usar el quincho, accedimos a prestárselo. Al fin y al cabo, habíamos pagado por la mesa y el quincho, por lo que podíamos decidir qué hacer con él. La cosa es que el tipo desde al frente se percató que habíamos prestado el quincho. Yo había vuelto al agua, y justo al pasar cerca de ellos, noté que estaban murmurando pestes contra nosotros. Refiriéndose a algunos de nosotros, las mujeres del grupo decían: "Claro, esas viejas cul... le prestan la cag... de quincho al hue... ese. Guatonas cul... no más". 

Los buenos deseos para los demás se fueron a la porra... ¡Feliz año nuevo para todos!... menos para los idiotas que no prestaron el quincho de asados XD
 

Hipócritas en una sociedad que no cambiará su actitud

En un supuesto de que aquellas personas, al llegar el 2019, abrazaron a sus cercanos y amigos deseando lo mejor para ellos, podríamos decir que son bastante hipócritas. No basta sencillamente con desear lo mejor para los demás: hay que contribuir para que así sea. Es como si yo le dijera a un jugador de futbol que le irá bien en el partido y, luego, le dejara una cáscara de plátano en el camino a propósito para que se resbalara, cayera y se lesionara. ¿De qué habrá servido desear lo mejor a aquel jugador?

¿Cuántos de los involucrados en esta pelea habrán deseado que todo mejore este año? 

Por eso la sociedad está como está. Y por eso creo firmemente que, aunque tengamos buenos deseos para los años venideros, la actitud de esa misma gente que desea cosas buenas hace que el mundo vaya en picada. También creo firmemente que la actitud de la sociedad no cambiará... lo que cambiará será la sociedad en sí. Y para eso falta muy poco...

Por lo pronto: no nos conformemos simplemente con desear cosas buenas a la gente: HAGAMOS cosas buenas por los demás. Los más beneficiados seremos nosotros al ayudar a los demás de manera altruista, y actuando de buena manera con los demás. Así hacemos felices a los demás y, por sobre todo, nos sentiremos felices y realizados como personas. ¡Hasta un siguiente artículo!

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Última foto tomada de elpais.com

sábado, 23 de febrero de 2019

329. Inicio Temporada 14: Vídeo de introducción

Mi blog, hace muchos años atrás
¡Y sí! ¡Por fin! Después de casi un mes de atraso, hoy damos inicio a la temporada 14 de mi blog Donde Panchito. Y créanme que se vienen muchas sorpresas para este año 2019. Una de ellas sé que les gustará. Pero, como ha sido la tónica durante este último tiempo, mejor se los explico en el siguiente vídeo. ¡Disfrútenlo!

lunes, 31 de diciembre de 2018

328. Fin de la temporada 13: Video de conclusión

¡Y ya casi estamos en el 2019! ¡Vaya! ¡Cómo pasa el tiempo! Estamos finalizando la temporada 13 de Donde Panchito, la temporada con la mayor cantidad de artículos escritos. En el siguiente vídeo concluiremos esta temporada, haciendo un repaso sobre algunos artículos, y qué nos espera este año 2019. Agradezco infinitamente a quienes me visitan y me leen. Sé que no son muchos, pero son constantes. También a quienes me siguen en las redes sociales (especialmente en Instagram, que ha tenido un crecimiento de unos 40 seguidores a más de 125 en esta temporada). ¡Muchas gracias de verdad!

Volveré pasado el 20 de enero para iniciar la temporada 14 de Donde Panchito. ¡Hasta entonces!


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