lunes, 5 de noviembre de 2018

319. El regreso de Jerónimo


Corría el año 2011. En este mismo blog les comenté de la muerte de mi gato, Jerónimo, luego de haber estado con nosotros durante 10 largos años. Fue muy triste todo. Y, sin mentirles, a 7 años de su muerte, aun me emociona ver el vídeo que le hice en su oportunidad. Y es que uno se encariña mucho con las mascotas y, cuando éstas mueren, dejan un vacío que solo los amantes de los animales podemos comprender a cabalidad. Por ello, durante algunos meses, no tuvimos ninguna mascota en casa de mis padres. 

Luego vino Óliver, quien no estuvo mucho tiempo con nosotros, ya que lamentablemente lo atropellaron y murió. El idiota que iba manejando le pasó por encima y ni siquiera se inmutó. Siguió su camino como si nada... Bueno... gente mala hay en todos lados.

Jerónimo II
Mis papás nunca más quisieron tener una mascota en casa luego de Óliver. Les bastaba con el hermano de éste, Tomás, quien es de mi abuela, pero que se lo pasa en casa de mis padres. Yo quería un gatito para nosotros, pero no me dejaron.

Algún tiempo después, independizado, decidí adoptar una gatita. Se llamaba Fanny. Era hermosa, blanquita con patitas negras, muy llorona y regalona. Un día salió a pasear por el vecindario y nunca más volvió. Quizás qué fue de ella.

Pasó el tiempo, y nos mudé a mi actual casa. Ahí decidí adoptar un nuevo gatito, así que di el aviso para que nos regalaran uno. Luego de algunas semanas, un matrimonio amigo me indicó que su gata había dado a luz hace un tiempo y podía llevarme un gatito. Es así como en noviembre del año pasado llega a mi casa Jerónimo.

Óliver
Sí, se llama igual que el anterior Jerónimo que tuve en casa de mis padres. Pero, para diferenciarlo del gato blanco con negro que nos duró 10 años, nuestro actual gato se llama Jerónimo III ("tercero" puesto que es el tercer gato con ese nombre durante mi vida).

Jerónimo III es un gato muy, pero muy regalón. Su rutina es muy movida y ajetreada (entiéndase esto como una ironía). A las siete de la mañana me despierta con sus maullidos para que le de desayuno. Luego descansa en su cama. Se pasea por el patio y toma sol. Almuerza y se echa a dormir en el futón o en la cama. Ronronea como loco y le encanta que le haga cariño. Incluso llega a desesperarse si escondo mis manos, y las busca para que le haga cariño. Luego de comer por última vez, se va a su cama y duerme hasta el otro día, donde hace exactamente lo mismo.

Jerónimo III, jugando en el patio cuando era chiquitito

Es un excelente cazador. Hasta el momento ha cazado lauchas pequeñas y saltamontes. Como casi todos los gatos, no se los come. Simplemente juega con ellos. Después los deja abandonados y sigue con su rutina descrita anteriormente. Ha intentado cazar gorriones y palomas, sin éxito hasta el momento.

Descansando

Espero que Jerónimo III me dure unos buenos años. Cuando estoy en casa Jero me hace compañía, aunque algunas veces bota mucho pelo o se mete en mi comida, pero lo quiero mucho. Es que, sencillamente, tener una mascota es hermoso.

Bueno, eso quería comentarles sobre mi gato. Quería que lo conocieran, ya que hace años tuvieron la oportunidad de conocer a Jerónimo II, más conocido como Poromo. ¿Y ustedes tienen mascota? Conversemos en los comentarios. ¡Hasta pronto amigos!

viernes, 26 de octubre de 2018

318. El oso teddy

 
Hoy les quiero hablar (o mejor dicho, escribir) sobre algo que me trae muchos recuerdos. Es algo que recibí cuando era muy pequeño, y que me ha acompañado por muchos años. Hoy les quiero hablar de Teddy, mi oso Teddy

Teddy es un oso café, con ojos anaranjados, que tengo hace ya la no despreciable suma de 28 años. Sí, casi tres décadas. ¿Cómo llegué a tenerlo? La historia cuenta que, para cuando nací, mi padre me regaló ese hermoso oso. Claramente, cuando me lo regaló, era muchísimo más grande que yo. Junto con él, también me regaló otro oso, más chico, de color amarillo, cuyo nombre era Panchito.

Algunas veces le da por creerse humano
Conforme fueron pasando los años, Teddy y Panchito me siguieron acompañando. Claro, obviamente al crecer, estos osos quedaron chicos al lado mío. El vínculo que tenía con ellos era único. Les agarré mucho cariño. Es raro, porque al fin y al cabo son solo unos osos de peluche. Pero bueno, eso pasó: les tomé cariño y siempre estaban en mi cama cuando iba a dormir.

Lamentablemente, Panchito "murió" hace unos años, por el desgaste propio del tiempo. El que sigue "vivo" aun es Teddy. Y hoy, casado y con 28 años a cuestas, aún lo tengo en casa. Claro, ya no duermo con él, pero está en el dormitorio. Quizá termine viviendo con él hasta que me muera... o se "muera" él primero :P

¿Y tú? ¿Tienes algún oso de peluche que sea de tu niñez? ¿O algo que sea de cuando eras niño y lo guardes en la actualidad? Conversemos en los comentarios. ¡Hasta la próxima!

Izq: yo, cuando chico, con Panchito (a mi derecha) y Teddy (a mi izquierda). Der: Con Teddy hace un par de años 



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lunes, 22 de octubre de 2018

317. Obsesión por las visitas


Cuando inicié este blog, hace ya más de doce años, jamás pensé que, primero, duraría tanto tiempo. Tampoco pensé que la cantidad de visitas llegarían a las 230 mil. Pero aquí estoy: acercándome al final de la temporada 13. Y siempre me pone feliz que la gente visite mi blog y pueda comentar (saludos especiales a Wladimir y a Carlos, quienes son los que más comentan).

Sin embargo, hubo un tiempo en que las visitas decayeron notablemente. Durante los años 2010 - 2012, las visitas estaban a la orden de unas 2500 mensuales aproximadamente. Pero desde ese año en adelante, la cantidad que gente que llegaba a Donde Panchito decreció hasta unos 500 mensuales. Claramente era una gran disminución, y comencé a sentirme frustrado puesto que concluía que mis artículos no eran lo suficientemente interesantes como para que más gente llegara acá.

La desesperación fue en aumento, a tal punto de que, rendido, dejé el blog algo abandonado. Eso lo podrás notar en las temporadas 2013 al 2016, donde la cantidad de artículos escritos por año bajó considerablemente, llegando a los míseros 8 artículos en el 2016. Para que se hagan una idea, en todo el año 2016 escribí la misma cantidad de artículos que en marzo de este año.

Mi blog en el año 2015

Pero, luego de un profundo análisis, llegué a pensar que estaba saliéndome del motivo principal por el cual estaba escribiendo en este blog, motivo que está en el primer artículo de Donde Panchito, escrito en noviembre de 2007: abrí "este humilde blog para dar a conocer lo que me gusta"

¡Claro! ¿Qué importa si la cantidad de gente que me lee es mucha o poca? Nunca he dejado de recibir gente en mi blog, y cualquiera que llegue aquí será bien recibido. Este blog es mi pasión, es mi hobbie, y aquí cuento "lo que me gusta": mis escritos, mis vacaciones, mis reflexiones sobre la vida, mis curiosas historias que vivo día a día... ese es el motivo por el cual Donde Panchito existe, y no la cantidad de visitas que lleguen mensualmente.

Desde chico escribiendo "lo que me gusta".

Entonces, decidí volver en grande. Y sí que lo hice, puesto que este año ha sido el año en que más artículos he escrito (este es el número 52 del año, y el 49 de la temporada 13). ¡Qué gran logro! Sigo teniendo en promedio unas mil visitas mensuales. Y eso me tiene muy feliz. Y agradezco, como siempre, a todos quienes llegan a mi blog, ya sea por primera vez, o quienes ya son frecuentes por este lugar.

¡Por fin saqué un nuevo artículo! Espero sacar adelante otros borradores y seguir contándoles "lo que me gusta". ¡Hasta una nueva entrega!

martes, 2 de octubre de 2018

316. Canciones: Me cuesta tanto olvidarte (Mecano, 1986)


¡Vaya! Ya estamos en octubre. El tiempo no se detiene y dentro de solo 3 meses se acabará este año y, por consiguiente, la temporada 13 de mi blog.

En esta ocasión quiero dejarlos con un tema que se ha convertido en un clásico. Me refiero a la canción "Me cuesta tanto olvidarte", del grupo Mecano. Esta canción es del año 1986, y el vídeo que verás a continuación es de cuando la cantaron en el Festival de Viña del Mar, en 1992. Disfrútenlo.


martes, 25 de septiembre de 2018

315. Millonarios detrás de una pelota

 

Vivimos en un mundo difícil. Y esa es una realidad. Nadie puede negarlo. Llevar el sustento al hogar es cada día más complicado. Lo sé por experiencia propia. Uno se saca la mugre de sol a sol con tal de llevar el pan a la mesa, y aun así, mi esposa debe trabajar a medio tiempo porque con mi sueldo no alcanzamos a cubrir todos nuestros gastos.

Esa es la realidad de muchas familias, no solamente en Chile, sino en todo el mundo. Y la mayoría de ellos trabajan extenuantes jornadas laborales por un miserable sueldo. Sin embargo, en este planeta existe un selecto grupo de personas que por ir detrás de una pelota, reciben millones y millones de dólares al mes. Y si lo comparamos con los esfuerzos que hacemos nosotros por ganar el sustento, entonces concluimos que la vida es terrible, pero terriblemente injusta.

Futbolistas que ganan millones de dólares

Es de conocimiento público que los futbolistas ganan millones de dólares. Es verdad que se esfuerzan por llegar a lo más alto en sus carreras. Y eso no es fácil... pero... díganme, ¿quién de ustedes, después de esforzarse durante un par de años, llega a ganar tanto dinero, que pueden jubilarse a los 35 ó 40 años, y después vivir tranquilamente con el dinero ganado? Pues eso justamente es lo que hacen los futbolistas.


Para entender esto, les pondré el ejemplo de Cristiano Ronaldo. Nadie puede negar que es un extraordinario jugador. Sus increíbles jugadas son el deleite de quienes disfrutan el fútbol. Pero, ¿son tan impresionantes para el sueldo que gana? Veamos.

Según el sitio web El Espectador, Cristiano Ronaldo, cuando se cambió del Real Madrid a la Juventus, su sueldo quedó en increíbles 30 millones de euros por año. Eso quiere decir que gana 2.5 millones de euros por mes. A la tasa de cambio del 17 de septiembre, él estaría ganando al mes en pesos chilenos... la no despreciable suma de $2.005.751.212 (se los escribo: Dos mil cinco millones, setecientos cincuenta y un mil, doscientos doce pesos mensuales). Para que se hagan una idea de toda esta locura, el ganaría por día $66.858.373 (sesenta y seis millones ochocientos cincuenta y ocho mil trescientos setenta y tres pesos), por hora $2.785.765 (dos millones, setencientos ochenta y cinco mil, setencientos sesenta y cinco pesos)...


¿Saben cuánto gana por segundo? $773. Eso gana por segundo. Hagamos el ejercicio con alguien que gana el sueldo mínimo en Chile. Es de $276.000. Al segundo se ganaría escuálidos 10 centavos de peso. ¡Increíble! Alguien que gana el sueldo mínimo necesitaría aproximadamente 10 meses para ganar recién lo que este futbolista gana en solo 1 hora. ¿Tiene sentido eso?

Y eso que no hemos hablado de Lionel Messi, ya que su sueldo es de 40 millones de euros... hagan ustedes sus cálculos y sorpréndanse.

Reciben autos de lujos

Como si no ganaran lo suficiente para mantenerse a él y a su familia (con sus sueldos podrían mantener ciudades enteras o incluso países pequeños), algunos clubes de fútbol les regalan autos de lujo a sus nuevos jugadores. Es el caso de Arturo Vidal. Según el portal de noticias AhoraNoticias, Arturo Vidal recibió un auto de lujo al llegar al Barcelona este año. ¿Saben cuánto costó el auto? El equivalente a $46.000.000. Como si Vidal no tuviera cómo pagarlo.

Siguiendo con las comparaciones, alguien que gana el sueldo mínimo en Chile necesitaría 166 meses (o el equivalente a casi 14 años) para poder comprarse ese auto, siempre y cuando no tuviera ningún otro gasto que hacer en esos 14 años, cosa que es imposible.

No es de picado: es la injusticia del sistema

No faltará el que diga que estoy picado porque ellos, con mucho menos esfuerzo que yo o cualquier mortal que se saca la mugre trabajando, obtiene como sueldo millones y millones de dólares o euros. En realidad, no estoy picado. Pero de que es injusto, lo es. Yo soy feliz con mi trabajo y con lo que gano. Muchos futbolistas, y no solamente ellos, sino que también músicos, cantantes, etc., ganan millonadas y no encuentran la verdadera felicidad. Una cosa es clara: la felicidad no depende de la cantidad de dinero que tengas.

Hay muchas personas que son felices, y están forradas de dinero. Hay gente que tiene mucho dinero y es desdichada. Y también hay gente feliz que no tiene un dineral. ¿Dónde está la diferencia entre ser feliz o no? La actitud y el valor que le demos al dinero. Podrás tener mucho dinero, pero si no te sientes realizado con lo que haces, entonces de nada sirve tener millones en el banco.


Para ser feliz, haz lo que te guste. Sal, pasea, viaja, ríe, disfruta con tu familia. Ayuda a tu prójimo, acércate a Dios, trabaja en lo que te fascina. Ama sin medida y sin rencor. Perdona cuantas veces sea necesario y olvídate de lo que te hace daño. Si logras encontrarle un real sentido a tu vida, entonces al final del camino sentirás que, independiente de si tuviste mucho o poco dinero, realmente pudiste ser feliz. Y eso es... realmente impagable. ¡Hasta un siguiente artículo!