Cada vez más son las personas que alegan que son vulnerados sus derechos. En esta época pareciera ser que se toma muy en consideración los derechos que todos los seres humanos tenemos. Sin embargo, dos cosas son totalmente ciertas con respecto a este tema:
- La gente tiende a acordarse de los derechos, pero no de sus deberes.
- A las personas, por lo general, no les importa pasar a llevar los derechos de los demás, con tal de que sus derechos sean cumplidos.
Lo cierto es que, en ambos casos, prima lo que se llama el "egocentrismo", o sea, el hecho de que lo primero que importa son MIS derechos, MI YO personal. Y que el resto, se vaya a la porra.
Para ilustrarlo, pondré cuatro ejemplos donde, en unos se cumple el primer punto mencionado al principio, y en otros se cumple el segundo. Concluiremos, entonces, que la clave está en que mis derechos terminan donde comienzan los de los demás. Y, curiosamente, quizá haya gente que no comparta mi punto de vista con respecto a este tema. Partamos:
Caso 1: Celebraciones por Copa América. Es sabido que esta copa es una fiesta del fútbol, donde la gente puede ver un buen espectáculo. De eso no hay duda. Yo vi varios partidos de la copa, y se puede disfrutar mucho. Pero, independiente de eso, y sacando fuera el nacionalismo que impera de estos torneos, hay algo que, personalmente, me molesta mucho. Me refiero a las celebraciones.
Claro está, todos tienen el derecho de celebrar un triunfo (entendamos que soy de Chile, por lo que referiré a las celebraciones de acá en Chile). Pero también tenemos el derecho de no celebrar, y de poder dormir en paz. Lo digo porque, en mi caso, los bochinches se escucharon hasta altas horas de la noche, lo que me impide dormir tranquilamente. A eso súmenle los que salen a las calles a celebrar (y los automovilistas tratando de esquivar a los imprudentes que, literalmente, se toman las calles). Y eso que aun no hablo de los delincuentes que hacen destrozos dentro de las celebraciones.
¿Qué? ¿Acaso el dueño del almacén que fue atacado en una celebración no tiene derecho a poder dormir tranquilo, sabiendo que su negocio no será saqueado? ¿O esa abuelita que le cuesta dormir, no tiene derecho a dormir en paz, sin el bullicio de las calles? Claramente la gente pareciera ser que piensan en ellos, y en su "bienestar" (entendamos que bienestar es algo relativo, porque un partido de futbol no terminará con todos tus problemas, por lo que no se puede ser feliz completamente), y no en el bien de los demás, aunque sean los menos.
Caso 2: La fila en un supermercado. Hablaremos específicamente de la fila en la caja preferencial. En la mayoría de los supermercados existe una o varias cajas preferenciales, cuya finalidad es darles una atención rápida a quienes tiene algún impedimento físico, a las mujeres embarazadas y a los adultos mayores. Yo, como trabajador en supermercados, puedo dar fe que hay gente que piensa que porque está comprando en el super tiene el derecho de que lo atiendan rápidamente en la caja, y no les importa ocupar esta caja.
Y lo que es peor, ven que hay abuelitas haciendo la fila, y les importa un comino. Total, es SU derecho de estar en esa fila, por lo que el derecho de la abuelita de pasar rápidamente por la caja que de es exclusividad para ELLA se va a las pailas. ¿Por qué una abuelita, un minusválido o una embarazada tiene que soportar una larga fila algunas veces por culpa de gente que no piensa en los demás? ¿Acaso a esa gente se le olvida que, por ejemplo, llegarán a ser viejos y pedirán a gritos que les cedan la fila en la caja? Eso se llama ser egoísta y no cultivar la empatía.
Y, por último, aunque la abuelita esté en una caja normal, es signo de educación cederle el puesto.
Algo parecido pasa con la llamada caja express, o caja rápida, que tiene por finalidad que gente que lleve pocos productos puedan pasar rápidamente sin necesidad de hacer fila tras carros llenos de productos. Yo tuve muchos encontrones con clientes que, creyendo que ponen plata para el supermercado, se sienten con el derecho de pasar por donde quieran. Gente que no tiene respeto por los demás, y piensan que ellos son más importantes que el resto. Quizás no piensen así, pero por sus hechos lo demuestran. ¡Ojo! Mis derechos terminan donde comienzan los del resto.
Caso 3: Cobrar el peso del vuelto. Actualización 01/11/17: Con la eliminación de las monedas de $1 y $5 acá en Chile, ahora los montos pagados en efectivo se redondean, por lo que nunca más (Gracias a Dios) nos alegarán por los pesos que no se dan en caja.
Este es un caso especial, y un tema muy delicado de abordar. Ya en ocasiones anteriores hablé de lo difícil que es dar vuelto en los supermercados, porque el total a pagar casi nunca termina en cero. Y aquí comienza la gran pelea: ¿y mis 2 pesos?
Este es un caso especial, y un tema muy delicado de abordar. Ya en ocasiones anteriores hablé de lo difícil que es dar vuelto en los supermercados, porque el total a pagar casi nunca termina en cero. Y aquí comienza la gran pelea: ¿y mis 2 pesos?
Los clientes (la minoría, debo reconocerlo) se acuerdan de su derecho a recibir su vuelto exacto, lo cual lo encuentro excelente. Cuando atiendo en mi caja, y alguien desea sus pesos de vuelto, se los doy. Los cajeros no tenemos infinidad de monedas de $1 para dar todos los vueltos exactos. Ahora bien, ¿qué tiene que ver el peso de vuelto con el tema de los derechos? Para entenderlo, les comentaré un caso que me sucedió en el supermercado que trabajaba antes.
Un cliente se me acercó a mí (ya era supervisor de cajas) alegando muy furioso porque su vuelto era de $53 y no le habían dado sus $3 de vuelto. Entre otras cosas, decía que era un robo, que las cajeras se hacían millonarias, que iba a poner una denuncia al Sernac, etc. Yo intentaba razonar con él, pero era imposible. Rendido, fui a buscar entre mis cosas $3. Justo los tenía. Se los di y le dije: "Aquí están sus $3. Sólo quiero decirle una cosa: si el vuelto hubiera sido $57, y la cajera le da $60, ¿usted habría alegado por los $3 de más?". El cliente no dijo nada; simplemente se fue.
He ahí la cuestión: ¿Cuántos clientes piensan que se llevan pesos de más cuando el vuelto es de $57 y les damos $60? ¿Habrá alguien que piense "Oh, le estoy quitando $3 a la cajera, se los devolveré"? En mis 6 años como cajero dos o tres personas me ha devuelto los pesos que doy de más en el vuelto. Aquí no se trata de derechos y deberes; se trata de que sencillamente no hay suficientes monedas de $1 y de $5 para dar el vuelto exacto, y así como algunas veces damos vueltos de menos, otras veces damos vueltos de más y nadie alega nada, ni se acuerdan del deber de devolver los pesos que no son suyos.
Una protesta en España. Tomada de El Confidencial. |
Caso 4: Protestas en las calles. Este último caso se ha tornado cada vez más habitual y común, ya que ahora todo el mundo se siente con el derecho de protestar por cosas que consideran que son injustas: la educación, la delincuencia, los robos, el empleo, etc. Claramente la gente tiene derecho a reclamar por cosas que piensan y sienten que no están bien. Pero, ¿por qué a costa del resto que quiere vivir en paz? Hace unos meses leí que una señora falleció en la ambulancia porque había un taco debido a una protesta. ¿Qué culpa tenía la señora? Ninguna: pero lo pagó con su vida.
Y para qué hablar de los destrozos, los desórdenes, los tacos, y tooodo lo que conlleva una manifestación que siempre parte pacífica y que termina hecho un caos. Y nadie se hace responsable de nada. Pero somos nosotros los ciudadanos comunes y corrientes que debemos pagar los platos rotos de estas protestas. ¿Y mi derecho a caminar libre por las calles? ¿Y el derecho de la gente a trabajar tranquilo en sus negocios?
Concluyendo este extenso artículo, claramente los derechos los tenemos todos, pero también tenemos deberes. Mis derechos no pueden pasar por encima de los derechos de los demás, ni tampoco debo olvidarme de que, además de derechos, tengo deberes. ¿Tiene derecho a protestar un joven por una educación de calidad y gratuita si ni siquiera va a clases y hace la cimarra? Un ejemplo sencillo que demuestra que aquí lo que debe primar es el equilibrio para que todos podamos vivir relativamente en paz.