Buenos modales (tomado de link) |
En varias oportunidades les he relatado situaciones en las cuales me doy cuenta que la sociedad cada día va de mal en peor. Pero, eso no quiere decir que todas las personas se comporten de manera fría e insensible con el resto. De hecho, hace un tiempo atrás pude percatarme que aun hay gente bondadosa, amable y con un sentido de poseer modales muy superior a la media. Quedé impresionado, aunque en realidad no debería estarlo: la idea era que todos fuéramos así con nuestro prójimo. Sentir empatía, compasión, bondad y amor genuino hacia los demás. De esa forma todos podríamos vivir en paz y realmente felices.
Pero, como todos sabemos que la cosa no es así en este mundo tan malvado en el que vivimos, pues es fácil sorprenderse y quedar impresionado por situaciones como las que en este artículo les comentaré.
Hace unos meses atrás fui a uno de mis ex-trabajos a cobrar mi finiquito, en Penco, distante a unos 15 km de donde vivo, dentro de Concepción. Renuncié a aquel trabajo puesto que había hallado uno a tiempo completo, tal como lo tenía pensado cuando les escribí un artículo tiempo atrás. La cosa es que tenía que ir a la notaría para comprar pan obtener la firma del notario.
Al llegar a la notaría, saqué número de atención y me senté. A medida que pasaban los minutos noté que el ambiente era muy extraño. Era en realidad un ambiente poco común. Persona que entraba a la notaría saludaba cordialmente a todo el mundo. El notario y sus trabajadoras le respondían amablemente. Y no era un saludo así no más, sino que se ponían a conversar sobre sus vidas y el acontecer de la comuna de Penco. Sus sonrisas amigables y el tono de conversación tan cálido hizo que me sintiera muy cómodo y que, incluso, aunque se notara algo patudo, me metiera en la conversación. Mi sorpresa fue cuando me golpearon y me echaron de la notaría a patadas por metiche no me dijeron nada por meterme; al contrario: la conversación siguió, pero ahora incluyéndome.
En eso estaba cuando no me di cuenta que habían dicho mi número, así que se saltaron al siguiente. El caballero estaba a punto de ser atendido cuando le dije a la secretaria que me disculpara por no escuchar el número pero estaba muy metido en la conversación. El caballero gentilmente me cedió su lugar y dejó que me atendieran. Yo se lo agradecí y me atendieron.
Cuando caminaba de vuelta a mi ex-trabajo con la firma del notario, quedé pensando en la forma en que estas personas se trataban. Yo he ido a varias notarías del centro de Concepción, y claramente el trato es otro: impresonal, de trato poco amigable (por lo menos cuando fui yo, esa percepción me dio), algo distanciados, sin empatía. Una de esas veces en que fui a una notaría en Concepción, a una chica embarazada ni siquiera le cedieron el asiento para que pudiera descansar mientras esperaba su turno. Y estamos hablando de una fecha donde de por sí anda mucha gente (fines de mayo, cuando termina el plazo para declarar ingresos por la deuda con la Universidad). Una situación que fue totalmente opuesta a lo vivido en Penco.
Hice mis trámites y esperaba la micro en el paradero. Hice para una, me subí y el chofer me dice: "Buenas tardes joven". Yo, algo atónito, especialmente porque no he tenido buenas experiencias con los choferes de las micros, le correspondí el saludo. Le pagué y me fui a sentar, no sin antes escuchar el "Buen viaje" que me deseó el chofer. Es increíble cómo un sencillo acto de amabilidad puede cambiar tu día. Me senté feliz en el asiento. Y más feliz me puse cuando vi que hasta a los estudiantes trataba así. Una señora subió y le dijo el chofer: "Buenas tardes, doña Juanita, ¿Va a donde siempre?". Eso es calidad de servicio pero, por sobre todo, deja ver a un buen hombre detrás del volante.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? A nada A que ser amables y mostrar buenos modales para con el resto puede significar un buen o mal día, no sólo para quienes le mostramos amabilidad, sino para nosotros mismos. Un "por favor", "permiso", "gracias", "lo siento", "perdón"... O un acto de amabilidad, como ayudar a alguien a encontrar una dirección, cargar las bolsas de una señora de edad, o ayudar a un ciego a cruzar la calle, son actos que muestran la clase de personas que somos y la crianza que recibimos en casa. Ser egocéntricos, o sea, pensar en mi, y sólo en mi, sin ser amables ni empáticos con el resto, sólo nos traerá problemas y, en el peor de los casos, quedarnos solos y tristes, sin amigos, y con una mala imagen hacia el resto.
Ahora, depende de nosotros qué clase de personas queremos ser hacia los demás. Si somos amables, si mostramos buenos modales y si somos respetuosos con los demás, no solamente haremos felices al resto: nosotros mismos seremos felices y, quién sabe, hasta podemos hallarle un poco más de sentido a esta vida tan difícil que nos toca vivir.
Gracias por leerme y espero tus comentarios: ¿Es necesario tener buenos modales en estos tiempos? ¡Saludos y nos vemos en una nueva entrega!