Hay algo que no perdona a nadie. Y ese algo es el tiempo. Por mucho que luchemos contra él, el tiempo pasa inexorablemente. No discrimina: a todos les llega por igual. Si un día fuimos jóvenes, con el paso del tiempo llegaremos a ser viejos... a ser ancianos. Y eso nadie podrá frenarlo... ni por mucho dinero o fama que tengamos. Ni por mucho que nos operemos para aparentar ser más jóvenes. Seremos viejos y ya.
Hasta hace algún tiempo no me preocupaba mucho el paso del tiempo. Siempre me he sentido un joven con vitalidad, con ganas y fuerzas para hacer muchas cosas. Pero bueno... el tiempo hace de las suyas. En febrero próximo cumpliré 35 años de vida. Y no me daré cuenta cuando pasen otros 35 años y ya serán 70 años a cuestas. Ya no tengo tantas fuerzas como antes. Y con esto no estoy diciendo que esté acabado, pero seamos sinceros: no es lo mismo tener 18 que tener 34. El cuerpo acusa y no se puede negar.
Todo esto me hace pensar en qué será de mí cuando sea un anciano de tomo y lomo. Y me hace pensar también en quienes ahora ya están envejeciendo rápidamente.
En mi familia sólo me queda una abuela materna viva. Tiene ya 90 años. Y me pone triste pensar que, tarde o temprano, ya no estará conmigo. Mis papás van por el mismo camino: papá tiene 73 años y mamá 70. Y me frustra muchísimo ver cómo sus fuerzas se van mermando. Mi padre tiene Tinnitus (Tinnitus es el término médico para el hecho de "escuchar" ruidos en los oídos, aunque no haya una fuente sonora externa) desde hace muchos años, y le cuesta conciliar el sueño. Su visión no es la misma de siempre y el año pasado enfrentó un cáncer que pudo erradicar a tiempo. Mi madre tiene Parkinson. Y, a pesar de que el tratamiento ha hecho efecto, el doctor ya le dijo que, más tarde que nunca, comenzará a sentir los efectos de esa enfermedad. Imaginarme a mis padres sin ser autosuficientes dentro de algún tiempo me destruye por completo.
Sé que muchos nos sentimos así por nuestros padres, abuelos y familiares que van envejeciendo. Quizá sentimos lo mismo por conocidos (familiares de amigos) que también van viendo el paso del tiempo en sus vidas. Pero... ¿y de los ancianos en general? ¿Sentimos lo mismo por aquellos ancianos desconocidos que vemos en la calle?. Tristemente, muchos se olvidan de ellos, y hasta intentan aprovecharse de ellos.
Recuerdo que, años atrás, en un programa llamado "En su propia trampa", mostraron el caso de una mujer que, sin tapujos, engañaba a abuelitos para quitarles su dinero y sus pertenencias. Es probable que hemos escuchado de varios casos de abuelos estafados o que les roban su pensión. ¿No les da vergüenza?
Aun así, no es necesario llegar a hacer esas cosas para ser desconsiderados con ellos. ¿Les damos el asiento en la micro? ¿Los ayudamos a cruzar la calle, o a cargar con las cosas que compran en el super? Hay muchísimas formas de ayudar a quienes son de avanzada edad, y así se sientan queridos. Eso se llama darles la dignidad y el amor que se merecen.
Jamás debemos olvidar algo: todos, absolutamente todos, vamos a ser ancianos algún día. No sabemos en qué forma llegaremos: sanos o con alguna enfermedad. Y sería muy triste que nos engañaran, que no nos cedieran el asiento, que piensen que somos un estorbo simplemente porque no vamos al mismo paso del resto por ser viejos. Aquí es donde entra la empatía: ponerse en los zapatos de quienes dieron su vida por nosotros y por el resto.
Hoy escuché una canción que no la oía de hace años, pero que en mi memoria estaba guardada, esperando salir nuevamente. Es un cover que hizo Marcelo (sí, el del programa infantil "Cachureos"), cuyo título es "Los ancianos".
Según una página de música que analiza la canción, "es un emotivo homenaje a las personas mayores, resaltando la importancia de valorarlos y brindarles amor. Desde el inicio, la letra nos invita a observar a los ancianos con una mirada de respeto y ternura, reconociendo su lento caminar y su mirada dulce. Estos versos iniciales nos recuerdan que los ancianos han dedicado años de trabajo y esfuerzo, pensando en las generaciones futuras, y por ello merecen nuestro cariño y aprecio. La canción enfatiza que los ancianos, al igual que nosotros, tuvieron sueños, enfrentaron penas y vivieron sus propias historias. Este reconocimiento de su humanidad y sus experiencias compartidas nos insta a no olvidar su contribución y a mirar atrás para encontrar en ellos una fuente de inspiración y felicidad. La repetición del estribillo 'Quiérelos, son los ancianos, dales tu amor, ya no esperes más' refuerza el mensaje de urgencia y la necesidad de actuar ahora para mostrar nuestro afecto y gratitud".
Les dejo la canción para que la escuchen. Es muy emotiva. Y, aunque haya copiado la melodía de otro lado, lo importante es el mensaje que deja. ¡Saludos!
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