242. Panchito Schumacher

La velocidad máxima siempre ha sido un tema entre los conductores

Enfermo: sí, así amanecí hoy. Completamente enfermo. Hoy tengo día libre de mi trabajo, y justo tengo que enfermarme. Estuve toda la noche tomando agua de Natre, más unas pastillas y miel con limón, y me siento un poco mejor.

Aprovecharé, entonces, ya que estoy encerrado en casa porque afuera el tiempo está muy cambiante y eso hace mal, de escribir una nueva entrega para ustedes, mis fieles lectores de mi blog. Avanzamos muy rápido hacia el aniversario número 11 de mi querido blog. No les prometo nada, pero mi idea es hacer algo especial ese día. Veamos si me resulta. Ahora vamos con el tema de hoy.

Locura en la carretera

La historia que les contaré me ocurrió hace aproximadamente un año. Fui a casa de unos amigos a Lirquén, a unos 18 kilómetros desde mi casa. Me quedé hasta las 10 de la noche aproximadamente conversando sobre diversos temas. En eso, salió el tema de la conducción. Uno de mis amigos tiene problemas a la vista... problemas severos. Debe usar unos lentes con un aumento muy grande. Aun así, manejaba sin lentes y en varias ocasiones casi ha chocado con árboles o postes.

Claro está, para mí no era mucho el chiste, puesto que es peligroso. Actualmente no tiene licencia porque se le venció y no lo ha renovado. La cosa es que le decía que podía sacarle un parte por manejar de esa forma, y peor si en su licencia dice que debe usar lentes. Seguimos hablando de otras cosas y luego me fui.

Ruta 150: Carretera Concepción - Penco, a la altura del km 1.


Era de noche, y había mucho tránsito en la carretera. Viajaba a unos 85km/h cuando me cambié de pista (derecha a izquierda) para adelantar a un furgón. Me costaba mucho, porque iba más rápido que yo. Iba a aumentar mi velocidad cuando, en eso, de la nada, sin mentirles, DE LA NADA, aparece "un amigo en tu camino" (un carabinero), que se tomó la molestia de cruzar la carretera completa para atajarme a mí. Como iba por el carril izquierdo, que es el que se usa para adelantar, tuve que frenar en seco porque el carabinero se quedó frente a mí, con una linterna, indicándome que me estacionara en la berma. Como pude, me cambié de pista de nuevo y me estacioné en la berma, justo delante de un letrero que indicaba que la velocidad máxima era de 90 km/h.

"Buenas noches - me dijo el carabinero -. Sus documentos por favor". Se los pasé y, luego de ir a corroborar la información, me dice: "El motivo de esta fiscalización es para indicarle que usted ha infringido la velocidad máxima de esta carretera, ya que viajaba a 93km/h en una zona de 70km/h". Dicho esto, concluye: "Por lo que lo citaré al juzgado para proceder al parte".

Yo quedé plop. No iba a 93 km/h, sino a 85, como indicaba el velocímetro de mi auto. Pero, ¿Cómo refutar a la autoridad, si no tenía pruebas de ello? Aparece una carabinera con una pistola de velocidad y me muestra un 93 gigante. Yo la miro, y le digo: "¿Cómo sé yo que usted apuntó a mi auto y no al que iba al lado mío?". No dijo nada; dio media vuelta y se fue a la patrulla.

Reconozco que iba excedido de velocidad, puesto que el último letrero con la velocidad máxima permitida efectivamente decía 70 km/h. Pero, una cosa es ir a 85km/h, y otra muy distinta es ir a 93km/h. ¿Por qué digo esto?

Diferentes velocidades, diferentes partes

Hablemos un poco de leyes viales. Todo vehículo motorizado debe respetar la velocidad máxima permitida, que en ciudad es de 60 km/h, y en carretera es de 100 km/h en una vía por lado, y 120 km/h en dos o más vías por lado (autopistas), a menos que un letrero indique otro valor. Si tú te excedes hasta 10 km/h, corresponde pagar entre 0.5 y 1.0 UTM ($23.323 - $46.647); entre 11 y 20 km/h es entre 1.0 y 1.5 UTM ($46.647 - $69.970); y más de 20 km/h es entre 1.5 y 3.0 UTM ($69.970 - $139.941)* más la suspensión de la licencia hasta por 45 días. 

¿Ven por qué les digo que es distinto ir a 85 que a 93 en una zona de 70 km/h? Si me hubieran cobrado el parte a los 85 km/h que marcaba mi velocímetro, tendría que haber pagado como máximo $69.970. Pero como el parte fue hecho por 93 km/h, entonces la multa era como máximo de $139.941.# La diferencia era mucha, más considerando que en esa fecha estaba juntando aun dinero para el matrimonio.

Pero, seamos sinceros. Si no hubiera ido a exceso de velocidad, jamás habría pasado esto, y reconozco mi error. Fui el día en que me citaron y terminé pagando casi $68.000 y me suspendieron la licencia por 5 días. Me sirvió de lección para manejar con más cuidado y, por sobre todo, respetar las leyes del tránsito que están para nuestro beneficio. ¡Saludos amigos! 
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*: Más información sobre las multas de tránsito puedes visitar este link.
#: Para calcular el valor de la UTM puedes visitar la página del Servicio de Impuesto Internos aquí.

241. Series de televisión 12: TV Condoro / Lo Persistí

Para despedir el mes de abril y así entrar de lleno al mes de aniversario de mi blog, les muestro un vídeo del extinto programa de televisión "TV Condoro", que daban en Chilevisión en los años 90.

Ya les había comentado de este programa donde se mostraban diversos vídeos divertidos, en una época en que internet era en pañales y Youtube no existía. En esta ocasión, un vídeo sobre un supuesto clarividente que resultó ser muy chanta. Disfrútenlo.


240. Este será el artículo con el título más largo en la historia del blog "Donde Panchito", blog que fue inaugurado el 16 de mayo de 2006 bajo el nombre de "Panchito on Line", y que el 19 de noviembre de 2007 cambió su nombre al que actualmente posee, y que al día de hoy tiene más de 200 mil visitas en sus casi 11 años de vida, formando así parte de la vida de su creador, que desde hace ya mucho tiempo que se dedica a contar experiencias de su vida a través de este pequeño espacio en la gran y descomunal internet, y esta no será la excepción, ya que les contaré lo que me pasó el otro día en el trabajo luego de una jornada agotadora. ¡Saludos y que tengan una linda mañana, tarde o noche (depende de dónde vivas y a que hora leas este tremendo artículo)!

Acabo de darme cuenta que, al parecer, Blogger no pone un límite en la cantidad de caracteres que puedes escribir en el título de una entrada. Interesante, ¿no?

Para que este artículo, el que tendrá el título más extenso en la historia de mi blog, no sea en vano, les contaré una pequeña experiencia que me pasó días atrás en mi trabajo.

El otro día me tocó trabajar de mañana en la tienda de comestibles donde trabajo como cajero hace ya casi 1 año. En vísperas de fin de semana largo, el local estaba atestado de gente, ya que la tienda está ubicada en una carretera en las afueras de la ciudad donde vivo, por lo que la cantidad de vehículos que pasan es considerable. Estaba vuelto loco atendiendo a los clientes, y mis compañeras cocineras hacían lo suyo preparando los pedidos de comida rápida.

A eso de la 1 de la tarde ya no podía más. Las filas no acababan y estaba cansado. El sencillo escaseaba y la gente apuraba para que atendiera rápido... O sea, pónganse a pensar que les estaba robando 4 ó 5 minutos de su fin de semana largo esperando en la fila. ¡Qué desconsiderado fui! Eso me muestra la poca paciencia y empatía de la gente en la actualidad. Ya, pero el tema no era ese.

Lo único que quería era que se acabara mi turno e irme a casa para descansar. Al día siguiente iría con mis padres a ver a mi hermano a Ninhue. Pensaba que el turno no podía terminar de peor forma cuando, de la nada, a eso de las 2 de la tarde, el local se vacía por completo. Era el momento propicio para hacer algo de aseo antes de que se llenara de nuevo. Atendí a la última chica y le di su vuelto, que correpondía a exactamente 10 mil pesos.

"Un lindo y hermoso billete de 10 mil pesos"

Tomé la escoba y la pala y salí a barrer la sala cuando, de pronto, algo me llamó la atención en el piso. Miro con atención y, al ver detenidamente, tooooodos los malos ratos del día se esfumaron: un lindo y hermoso billete de 10 mil pesos botados. "¡Oh! ¡Qué genial!", pensé. Los recogí, pero antes de dejármelos, quise corroborar si eran de la chica que le había dado el vuelto, puesto que ella estaba al lado del billete.

Claro está, si le preguntaba si el billete que recogí era de ella, al tiro me diría que sí, así que me acerqué y le pregunté: "Disculpa, pero no recuerdo si te di el vuelto de tu compra. ¿Te di tu vuelto?". A lo que ella respondió: "Sí, aquí lo tengo", y me mostró el billete de 10 mil pesos.

Nada que hacer, me fui al auto, y guardé el billete de 10 mil en mi billetera. La desgracia de algunos es la dicha de otros, dicen por ahí. Lamento por quien haya perdido ese billete, son cosas que pasan.

¡Nos vemos en una siguiente entrega, aquí en Donde Panchito!
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239. El extraño caso del robo de la cámara fotográfica

Yo en el liceo, en 2007

Cursaba cuarto año medio, por allá por el año 2007. Este blog aun no existía, aunque ya tenía en funcionamiento mi sitio web Panchito on Line, precursor de este lugar. Me gustaba ir a clases: compartir con mis compañeros y aprender cosas nuevas. Por ese entonces me gustaba una chica de primero medio, llegaba de clases a meterme al MSN y estaba aun dubitativo en cuanto a qué haría con mi vida luego de licenciarme. Me gustaba salir en bicicleta y arreglar mi pequeño sitio en internet.

Ahora que los puse en contexto, les contaré este extraño caso del robo de la cámara fotográfica. Pero, estimado lector, no es cualquier cámara... era la cámara de fotos de mi papá.

Es muy común que en la sala de clases se sienten los más desordenados atrás, donde payasean y muchas veces le hacen la vida imposible al profesor de turno (hablé de eso un poco en mi artículo Al Maestro, con Cariño). En fin, yo me sentaba al medio de la sala de clases... término medio, ni fu ni fa. No era un mateo, pero tampoco un desordenado desenfrenado.

Cada cierto tiempo llevaba la cámara de fotos de mi padre (que la usábamos todos), y que recién la había comprado ese año. Era la última chupada del mate en tecnología, para ese entonces. La cosa es que un día, por allá por agosto, llevé la cámara para sacarme fotos en el colegio con mis compañeros. Algunas fotos de este blog fueron tomadas con esa cámara.

Esta foto, donde por extrañas razones salía humo del suelo del colegio, fue tomada con la cámara en cuestión

Lo que no sabía, es que uno de mis compañeros, de esos que se sentaban atrás de la sala, era amigo de lo ajeno. A la hora de almuerzo dejé mi cámara fotográfica en la mochila, y me fui al casino a almorzar con mis compañeros. Al volver... bueno, es como obvio lo que pasó: la cámara había desaparecido. La mochila estaba abierta y estaba todo, menos la cámara.

Tocaba clase de Argumentación, y yo desesperado buscaba la cámara por todos lados. Mis compañeros no vieron quién se la robó. Y yo estaba muy mal, porque si no aparecía, mi padre me iba a castigar. Decidí ir donde el inspector general, y explicarle lo ocurrido. Decidió abrir una mini investigación para descubrir quién se lo había robado.

Al llegar a casa a explicarle a mi padre lo sucedido, no me castigó ni mucho menos. Pero me dijo que con eso aprendería a que tuviera más cuidado, porque la ocasión hace al ladrón.

Un par de semanas después, y luego de dar por perdida la cámara, me llama el inspector general a su oficina. Yo, extrañado, fui para allá. Nunca fui un cabro extremadamente desordenado como para que me fuera a retar por algo que hubiera hecho. Me imaginé mil cosas, pero nunca me imaginé lo que vería al entrar a la oficina del inspector.

Entro y el inspector estaba en su escritorio y, frente a él, dos personas. Una de ellas era mi compañero de curso y al lado, su mamá. Mi compañero lloraba a mares y desconsoladamente. Se suscitó el siguiente diálogo (parafraseando, por lo que me acuerdo... ya han pasado casi 10 años de esto):

Inspector: Bueno Francisco, te mandé a llamar porque tu compañero de clases quiere decirte algo muy importante.
Yo: Ah, pues, soy todo oídos.
Compañero: - llorando - Perdóname por favor. Yo fui el que te robé la cámara pero lo hice sin ninguna mala intención. ¡Perdóname!
Yo: ¿Así que tú te metiste en mi mochila?
Compañero: Sí, vi tu cámara y me la llevé.
Mamá: Sí, joven. Mi hijo te la quitó, pero hoy te la va a devolver.

La susodicha cámara

Dicho esto, la mamá de mi compañero saca de su cartera mi cámara de fotos intacta. Lo único que le faltaban era la tarjeta de memoria y las pilas. Pero eso era lo de menos. Por segunda vez recuperaba algo que me habían robado. Un par de meses antes, me habían asaltado y robado mi mp3, siendo recuperado por carabineros ese mismo día. Sin embargo, quería saber el motivo por el cual mi compañero había sustraído mi cámara de fotos. Y he aquí la explicación:

Días antes del robo, mi compañero se encontraba en un Cyber haciendo una tarea de la escuela. En eso entran unos tipos a asaltar el local. Amedrentan al locatario y le quitan todo el dinero. Pero al irse, se dan cuenta de que estaba mi compañero en uno de los computadores. Lo agarraron por el cuello y lo amenazaron. Le dijeron que no le contara a nadie lo que había visto, y le exigieron una cierta cantidad de dinero, o sino le iban a sacar la mugre. Dicho esto, se fueron.

Entonces, cuando me vio con la cámara, vio una excelente manera de conseguir el dinero que necesitaba. Me la robó e inventó un dolor de estómago para retirarse ese día a la 1 de la tarde, en vez de a las 4:15. Al salir, fue a donde un amigo de él (ex-compañero de los dos) y éste la redujo en el mercado negro. Consiguió la plata, pero por extrañas circunstancias no llevó a cabo la entrega del dinero.

¿Habrá sido un invento? ¿O realmente habrá ocurrido? ¿Le habrá pesado la conciencia? ¿O todo esto fue fruto de la investigación del inspector general? O quizás la mamá se dio cuenta, ¡qué se yo! A estas alturas, poco importa responder esas preguntas. Lo que importa es que, en sólo dos semanas, se pudo resolver el extraño caso del robo de la cámara fotográfica.

238. Viajando con Panchito 11: Caleta Lenga

Panorámica de la Playa de Lenga

Se nos fue el verano, pero eso no quiere decir que no podamos salir a seguir disfrutando de los lindos lugares que nos rodean. Claro, puede que este mes de marzo que recién pasó haya sido un tanto traumático, puesto que volvemos de las vacaciones a la triste rutina de trabajar. Los niños y jóvenes vuelven a sus estudios, y los días de relajo llegaron a su fin. Pero, si les sirve de consuelo, yo no tuve vacaciones. Así que imagínense cómo me sentía al ver que mis familiares y amigos salían de vacaciones y yo... bueno, trabajando.

Pero bueno... hoy es una nueva entrega de mi ya clásica sección "Viajando con Panchito", una de las secciones que más me gustan. Ponte cómodo: nos vamos a Lenga.

Caleta Lenga: de una caleta de pescadores a un polo gastronómico

Entrada a Lenga, en la carretera que une aquella localidad con Hualpén y Concepción

Vista hacia el Estero Lenga (con su humedal). A la derecha la caleta.

Costanera de Lenga (tomado de juvenoide.cl)

Saliendo del radio urbano de Hualpén, en el Gran Concepción, son sólo 6 kilómetros para poder llegar a Lenga. Hay que tomar la autopista Concepción - Talcahuano (Ruta 154), y virar a la derecha en la trompeta O'Higgins (pasado el mall). Seguir derecho por la Av. Las Golondrinas para, luego de pasar por las 4 esquinas y por algunas industrias, lleguemos a Lenga al virar la carretera a la izquierda y apareciendo el mar. Hay señalización para llegar a la caleta. También la línea 71 (buses Puchacay) llega allá.

Caleta Lenga es una pequeña caleta cuya mayor actividad no es la pesca, sino la gastronomía. Su población es de aprox. unos 350 habitantes. Posee una Av. Principal (llamada Av. Lenga) y varias calles y pasajes secundarios. Posee una cancha de futbol, un colegio y una gran costanera de 1 km de largo aproximadamente. Durante todo el año los restaurantes ofrecen una gran gama de productos de mar, como pescados, mariscos, curantos, y una infinidad de platos muy sabrosos.

Mirador hacia el humedal Lenga

Como Lenga pertenece al Santuario de la Naturaleza Península de Hualpén, podemos encontrar lugares bonitos para deleitar la vista. Hace poco inauguraron un mirador hacia el río Lenga, donde podemos divisar algunas especies de aves y árboles. Además, durante la época estival, se puede disfrutar de conciertos al aire libre frente al mar, campeonatos de castillos de arena, deportes en la playa y ferias artesanales. De verdad, y no es porque yo viva cerca de allá, vale la pena la visita por el día.

Desde hace un par de años, la playa de Lenga es apta para el baño durante algunas semanas en el verano. La playa da hacia la bahía de San Vicente, y la jurisdicción le corresponde a la Capitanía de Puerto de San Vicente. Hay un proyecto de crear un club de yates, pero aún no se ve nada concreto.

Yo en el mirador

Ramuntcho

Cruzando el puente (en muy mal estado) ubicado al final de la Av. Lenga, el camino se divide en dos. Hacia la izquierda se va al sector "El Castillo", bordeando el río Lenga. Hacia la derecha se va a unas instalaciones de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. A pie, se puede subir el cerro (se recomienda llevar ropa ligera y tener buen físico. No es complicado el camino, pero tampoco hay que subestimarlo). El cerro que cruzamos es una de las famosas "Tetas del Biobío". Son dos cerros que están junto a la desembocadura del Biobío. Desde arriba se obtiene una hermosa vista del mar, del río, de Lenga y, en general, de todo Concepción.

En fin, al final de camino cruzando el cerro, llegamos a Ramuntcho. Es una hermosa playa de aguas cristalinas, algo escondida, donde se puede disfrutar de un lugar muy tranquilo y relajado. Para quienes se preguntan si sólo se puede llegar a pie, la respuesta es que también se puede llegar en auto. En otra oportunidad les hablaré de eso.

Sentado en la carretera que une Hualpén con Lenga

Para quienes vivimos en Concepción, es muy fácil visitar Lenga y disfrutar de las bondades que sus restaurantes y de la belleza que hay en ese lugar. Si tienes la oportunidad, visita está pequeña pero pintoresca caleta: te aseguro que no te arrepentirás. ¡Hasta un nuevo Viajando con Panchito!

237. Al maestro con cariño

Uno de los profesores más conocidos y queridos

¿Te has puesto a pensar cuánto de su tiempo invierten los profesores con tal de enseñarnos las cosas elementales del saber? La mayoría de nosotros fuimos enseñados por varios de ellos durante largos años, aguantando nuestras bromas, nuestras tallas y nuestra flojera, con tal de que fuéramos hombres y mujeres de bien. Casi todos sabemos que no es fácil ser profesor, ya que no solamente ganan poco, sino que son sometidos a muchas horas de trabajo, no solamente en la sala de clases, sino en sus casas revisando pruebas y trabajos, y preparando las clases.

A eso, hay que sumarle que los alumnos cada vez se ponen más insolentes con ellos. Los tratan como quieren, los insultan y los agreden, incluso físicamente. Aun así, es loable como cientos de profesores se esmeran por hacer bien su trabajo, aunque no siempre sea agradecido. Hablemos claro: los profesores son un pilar importantísimo en la sociedad.

Yo recuerdo con mucho cariño a mis profesores. Sin ir más lejos, el propósito de mi blog en un principio era mantener el contacto con los de la enseñanza media. Hubo dos artículos que escribí en honor de esos profesores que se esforzaron por enseñarme durante 4 años en el colegio donde estudié (puedes revisar los artículos al respecto: Son el 003 y el 004). Por circunstancias de la vida, este objetivo no se cumplió. Pero eso demuestra que un profesor, si hace bien su trabajo, será recordado por siempre por sus alumnos.

En general, durante los 13 años de educación que recibí, tuve muy buenos profesores. En realidad, nadie puede negar que los profesores cumplen un rol fundamental en el crecimiento de nuestra sociedad. Lamentablemente, esto no es reconocido por la inmensa mayoría. O, por lo menos, no lo demuestran.

Mi colegio durante la enseñanza media (hace 10 años ya)

Yo tengo cierta autoridad para hablar del tema. Mi padre es profesor. Lleva más de 40 años haciendo clases a jóvenes universitarios y secundarios. Yo he visto con mis propios ojos cómo mi padre literalmente se ha sacado la mugre con tal de desarrollar sus clases y llevarnos el pan a la mesa. Nunca, pero nunca olvidaré todo ese sacrificio, no solamente por su familia, sino por sus alumnos, aun cuando ellos algunas veces sean totalmente indiferentes o malagradecidos. Muchas veces mi padre llegaba molesto (y triste a la vez) a casa porque sus alumnos lo sacaban de sus casillas. Él puede comprender ciento por ciento cómo la sociedad ha cambiado durante sus años como docente. A principios de los 70, los alumnos eran muy respetuosos con sus profesores. Éstos tenían cierta autoridad, y eran respetados por el rol que cumplen.

En pleno 2017, mi padre lo único que quiere es jubilarse y dejar de lidiar con mocosos que lo tratan irrespetuosamente. No se les puede decir nada, porque los alumnos tienen derechos y bla bla bla.

Pero... ¿saben? Nosotros, sí, todos nosotros no seríamos NADA, ABSOLUTAMENTE NADA, sin la labor de los profesores. Muchos, abnegados, consideran a sus alumnos como si fueran sus propios hijos. Profesores que recorren kilómetros a campo abierto para llegar a una escuela rural a realizar clases para 1 ó 2 alumnos. Les pagan poco, se sacan la mugre por tener el material para las clases, usando su tiempo libre que deberían dedicar a sus familias...

Eso, señores, se llama amor por el trabajo. Eso se llama amor por sus alumnos. Eso se llama altruismo.

Mi profesor de Biología el año 2005

¿Cómo no hacerle un homenaje a mis profes? ¿A los profesores que me aguantaron, que te aguantaron, y que aguantan a tus hijos? Que se esmeran por inculcarles buenos valores. Que se esfuerzan al máximo por convertir a aquellos jovencitos en hombres y mujeres de bien. Siento, pienso y creo que no se le ha tomado el peso al valor del profesor en la sociedad donde estamos insertos. Y, aunque yo poco puedo hacer, quiero agradecer a todos los profesores que construyeron a este joven de 27 años, Francisco. A todos, desde la tía Lidia y la tía Alejandra, mis tías de Kinder, hasta mis profesores de la enseñanza media. Pero, por sobre todo, al mejor maestro para mí: mi papá. El mejor profesor del mundo, y que me mostró que cuando uno ama su trabajo, hace de todo para contagiar ese amor a sus alumnos.

Sí: este artículo es para el maestro. Al maestro, con cariño.
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236. La amistad verdadera SI existe


No hay nada mejor que tener buenos amigos. Los amigos de verdad siempre están con uno en las buenas y en las malas. El resto... Son solo conocidos.Aquí va la descripción personalizada de la entrada que queremos mostrar y que sólo se verá en la portada del blog. Puedes repetir un fragmento de la entrada o agregar una descripción completamente nueva; ésta sólo será visible cuando la entrada esté resumida, una vez que el lector ingrese a la entrada esta descripción no se visualizará.

¿Por qué es bueno tener amigos?

Y es que la vida es más llevadera si llevas consigo un par de buenos amigos. La amistad entre los seres humanos es algo innato. Nacimos para sociabilizar. Nos cuesta estar solos y fuimos creados para tener contacto con otros seres humanos. Sí, es verdad que a veces es bueno estar solos, ya sabes... Para reflexionar y encontrarse con uno mismo. Pero, por lo menos yo, reconozco que la vida no sería igual sin los amigos.

A medida que crecemos, buscamos cualidades más profundas en otras personas.

Las amistades pueden estar en cualquier lado. En la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en el barrio, en la manzana donde uno vive. De chico tenía varios amigos en el vecindario y, junto con mis primos, jugábamos cuándo podíamos. De ellos ya no tengo contacto con ninguno de ellos. Y es que pareciera ser que, conforme vamos creciendo, nuestros parámetros para elegir amistades van cambiando. Cuando chicos, elegimos a los más chistosos, simpáticos. Quizás a quien tenga los mejores juguetes o al más atrayente de la clase. Pero al madurar, buscamos cualidades más profundas, como que sea leal, responsable, apoyador, que te de consejos y, por qué no, que tenga tus mismas metas y tus mismas creencias morales. Al fin y al cabo, inconscientemente buscamos a quienes se parezcan a nosotros para que seamos amigos.

Dios: mi principal amigo

Para que Dios sea nuestro mejor amigo, debemos, entre otras cosas, leer la Biblia.

Para personas creyentes en Dios, como yo, es indispensable crear un vínculo de amistad con el Creador de todas las cosas, con quien nos creó. Algunos ni siquiera creen que existe, pero ese es tema para otra ocasión. Respeto el derecho que tienen a no creer, así como también deben respetar el derecho que tengo a creer que Dios existe y que puedo cultivar una amistad con Él. ¿Cómo se logra eso? Básicamente siguiendo los mismos pasos que hacemos para cultivar amistades con algún ser humano. Conversar con Él, conocerlo profundamente y seguir sus consejos cuando le pedimos guía. Eso lo logramos cuando le oramos, leemos la Biblia y seguimos sus normas que allí aparecen. Dios es mi mejor amigo, y siempre he sentido que me ha ayudado, en especial cuando uno lo pone siempre en primer lugar. Dios nunca me ha fallado: es el ejemplo perfecto de un buen amigo.

Los amigos no necesariamente deben ser de por allí cerca. De hecho, Dios vive muuuuuuy lejos, y aun así podemos ser amigos de Él. Pero, en mi caso particular, aparte de Dios, tengo varias amistades que son de más allá de los límites de la ciudad donde vivo. 

Algunos de mis mejores amigos

Tengo dos mejores amigos más: Emilio y Waldo. Con ellos paso momentos geniales. Tenemos nuestras mismas creencias en cuanto a religión se refiere, por lo que coincidimos en varios aspectos. Hace poco vinieron, junto con Benjamín, otro amigo, a conocer mi nueva casa. Son unos buenos amigos. Y siempre han estado ahí cuando los necesito.

Más lejos, en Yungay, vive Geraldine. La conozco hace mucho tiempo, serán unos 6 años más menos. Y a pesar de la distancia, siempre nos hemos mantenido en contacto, a pesar de que varias veces nos alejamos por meses sin hablar. Me ha aconsejado cuando tengo problemas y si ella los tiene, acude a mí. La amistad y el cariño esta, y eso sobrepasa cualquier barrera, ya sea tiempo o distancia.

Karina es una amiga de Santiago con quien compartía mucho antes de que fuera novio. Siempre me pide que la ayude en sus problemas. Es una buena amiga, aunque algo loca. Siempre es bueno un poco de locura en las amistades. De lo contrario, todo sería muy monótono.

La importancia de las buenas amistades

Me demoraría mucho si hablara de todos mis amigos. Tengo hasta algunos en el extranjero, como de Uruguay, El Salvador y México. La cuestión es que cuando uno se siente decaído, siempre puede recurrir a los amigos. Ellos son la familia que uno escoge. Y es genial recibir el cariño y el apoyo de ellos. El hecho de que Dios nos creara con la capacidad de ser sociales y de demostrar amor hacia otras personas demuestra que, efectivamente, Dios quiere que vivamos la vida a plenitud y que la disfrutemos, no solos (aunque es necesario algunas veces la soledad como les mencioné al principio), sino compartiendo nuestras vidas con los demás. Pero, para conseguir buenos amigos, hay que ser un buen amigo. ¿Cómo se logra eso? En el siguiente artículo seguiremos conversando sobre la importancia de la verdadera amistad. 

¿Y tú? ¿Tienes buenos amigos? ¿Cómo son ellos contigo? ¿Cómo crees tú que uno debe ser para considerarse un buen amigo? Conversemos en los comentarios. ¡Nos vemos en una siguiente entrega, aquí, en Donde Panchito!

235. Las incongruencias de la vida

La vida puede ser muy injusta algunas veces...

De cuando en cuando, observo ciertas situaciones en mi diario vivir que me llaman la atención. Y lo que me sucedió hace un par de meses un día de verano de paseo junto con un amigo a Lenga, me llamó poderosamente la atención. Me hizo pensar en las incongruencias de la vida... en que la vida muchas veces es terriblemente injusta.

Como les decía, hace un par de meses iba con Sebastián (un amigo de acá de Lirquén, no mi primo) en mi auto rumbo a Lenga, una caleta cerca de Concepción. Varias veces he hablado de ella y pronto estará en "Viajando con Panchito". En un cruce semaforizado, debíamos doblar a la izquierda, pero para ello hay que esperar la flecha verde del semáforo. En eso estábamos cuando, de la nada, aparece un joven, de unos 25 ó 30 años, y se pone al lado de la ventanilla de mi auto, a mi lado. Golpea insistentemente el vidrio y cuando lo miro, simplemente me dice: "Deme una moneda"

Yo lo quedé mirando un par de segundos. O sea, si vas a pedir plata porque sí, por último pídelo por favor. No sé si el joven estaba enfermo como para no trabajar como lo hace todo el mundo, pero no me dio ganas de darle dinero. Al decirle que no, se enoja y furioso sigue hacia el auto que estaba atrás.

Sebastián miraba la escena, y pensaba decirle el por qué no le di dinero, cuando por la otra ventanilla, la del pasajero (donde iba Sebastián) aparece un viejito, de unos 75 años aproximadamente, vendiendo dulces en silla de ruedas. Bajo la ventanilla y me dice: "Joven, ayúdeme comprando alguna cosita". 

Al ver al anciano, en una silla de ruedas, y más encima haciendo esfuerzos por vender, saqué $500 que tenía guardados y le pedí dos bolsitas de gomitas de eucaliptu de $200 y que se dejara los $100 del vuelto. El abuelo sonrió. "Muchas gracias joven. Que Dios le bendiga", y siguió con su trabajo.

¿Cuál es la diferencia de ambas personas? Ambos necesitaban el dinero, pero ¿notaron cómo intentaban obtenerlo? El joven, a base de ningún esfuerzo, pidiendo limosna de auto en auto. No quiero se prejuicioso: No sé si tendría algún problema físico o algo por el estilo, pero al pensar en que un abuelo en silla de ruedas, 60 años más viejo que aquel joven, quizá con una pensión miserable luego de toda una vida de esfuerzo, sí podía trabajar para ganar dinero... No sé, todo eso da para pensar.

Y por eso el mundo está como está... y vamos de mal en peor...

234. Manual para aprender a botar basura


Vivimos en un mundo cada vez más descuidado con el entorno que nos rodea. No hace falta salir muy lejos para ver cómo hay basura desparramada por las calles, los pasajes, las plazas y en sinfín de lugares, incluso en donde existen basureros como para botar los desperdicios. Es una sociedad tan cochina y sucia, que incluso algunas veces me da rabia y asco ver cómo la gente contamina como si fuera la cosa más normal.Aquí va la descripción personalizada de la entrada que queremos mostrar y que sólo se verá en la portada del blog. Puedes repetir un fragmento de la entrada o agregar una descripción completamente nueva; ésta sólo será visible cuando la entrada esté resumida, una vez que el lector ingrese a la entrada esta descripción no se visualizará.

233. "¡Fuego!", parte 2

Quemar bosques es una aberración (Foto tomada de nuevatribuna.es)

Actualización 02.12.2022: Este relato ocurrió durante mi primer matrimonio. Por respeto a mi exesposa, he decidido borrar su nombre de este artículo.

Para leer este artículo, te recomiendo que leas la Parte 1.

Hasta el día 24 de enero pasado, mi vida iba relativamente normal. Justo ese día, en la tarde, comencé a escribir el artículo "Pirómanos a la vista", que hacía alusión a los incendios forestales que llevaban ya unos días ocurriendo acá en Chile. Pero lo que no sabía es que, al día siguiente, viviría en carne propia y de manera muy directa, cómo un incendio forestal puede cambiar la vida de la gente para siempre. Ponte cómodo: aquí va la segunda parte y final del especial "¡Fuego!".

"Vamos a buscar a mis papás"

Al día siguiente, miércoles 25 de enero, tenía libre en el trabajo. Ordené la casa e hice mis quehaceres. Mi esposa trabajó ese día. La fui a buscar a la hora de colación y almorzamos juntos en casa. La fui a dejar al trabajo para el turno de tarde a eso de las 3 de la tarde. Al horizonte ya veía algo de humo, pero lo consideré como un incendio sin importancia.

Inicio de los incendios ese día

Cuando la fui a dejar, cambié de planes. En vez de volver a casa, decidí ir a ver a mis padres. A la salida de Penco ya podía notar más humo. A medida que iba viajando a casa de mi padres, observaba que había otro foco de incendio que estaba creciendo mucho. Recién ahí comencé a preocuparme. Sin embargo, nunca pensé que la cosa iba a crecer tanto. Deducía que los bomberos serían capaces de apagarlo antes de que pasara a mayores.

Llegué a donde mis papás y desde allá (a unos 18 km de donde vivo) el humo se veía tenebroso. Estaba preocupado, así que salude a mis papás y luego pase a ver a mi abuela y a mis tíos y sus hijos. De broma le dije a Sebastián, uno de mis primos, que debía volver porque no sabía si el fuego llegaría a mi casa. Pero, curiosamente, durante los días siguientes, sí estuve preocupado por ello.

Vuelvo a Penco, paso por la interportuaria, donde el humo ya era demasiado. En el peaje, increíblemente, seguían cobrando, a pesar de tener encima una nube de humo horrible y estaba lloviendo algo de ceniza. Pagué (el peaje más encima subió $50) y llegué a casa. Vivo en un cerro, y desde ahí tengo una vista panorámica de toda la ciudad. Al fondo, veo que hay harto humo en la población Montahue, donde vivía antes mi esposa y viven actualmente mis suegros. Se lo comenté a mi esposa vía whatsapp (como saben, estaba en el trabajo) y quedó preocupada.

Al rato me dice: "Ven a buscarme al trabajo. Vamos a ir a buscar a mis papás". Raudamente tomé el auto y fui a buscarla. Y aquí, amigas y amigos, comienza lo que puedo llamar la parte más peligrosa y caótica que viví en los incendios.

"¡Deben bajar, ¡¡YA!!!"

Desde mi casa ya podía ver que el incendio avanzaba a Penco

Apenas se subió mi esposa al auto aceleré para ir a la población donde se veía mucho humo. Yo quería pensar de que el humo que veía era de más lejos. Pero al llegar a la entrada de la población (que es una calle en subida), estaba atestado de vehículos y carabineros no dejaban subir. Mi esposa se bajó del auto y subió a pie a la población. Intentando avanzar, quedé en medio del cruce, y un carabinero me grita: "¡Flaco, muévete!". A duras penas lo hice y pude estacionarme.

Entre paréntesis: agradezco al carabinero por lo de "Flaco". Lo tomé como un cumplido ^^

Volvamos a la historia. Luego de estacionar, subí también a pie hasta llegar a la casa de mis suegros. Había mucho humo y costaba respirar. Mi esposa estaba en casa, mis suegros aun no llegaban. Mi suegra estaba en un taco en la carretera por los incendios, y mi suegro venía camino a casa después del trabajo. Así que intenté por todos los medios convencer a mi esposa de que debíamos bajar, considerando que no sabíamos si llegaría el fuego a las casas.

A esa misma hora, al final arriba de la población, las llamas estaban llegando a las primeras casas. Los vecinos y los bomberos hacían lo imposible para poder apagar el fuego sin que se quemara alguna vivienda. Más abajo, nosotros esperamos a que llegaran mis suegros. La que llegó primero fue mi suegra. Le dijimos que bajara con nosotros, pero al no querer, e insistir en que esperaría a mi suegro, mi esposa y yo comenzamos a bajar, con la promesa de que, apenas llegara mi suegro, bajarían en auto y se irían con nosotros a mi casa. Al fin y al cabo, y siendo bien frio, si el fuego llegara a la población, la casa se quemaría igual, estando ellos o no adentro. Claro, quizás hayan podido hacer algo como para que no se quemara, pero prefería que no se arriesgaran por cosas materiales: la vida vale más que cualquier otra cosa.

El fuego en la carretera

Bajábamos con mi esposa hacia donde dejé el auto (como referencia, lo dejé en el calendario que está a la entrada de Penco). En eso, la gente comienza a correr calle abajo. Miro a mi derecha y con mi esposa nos comenzamos a desesperar. El fuego venía quemando el bosque que había ahí. No había tiempo que perder: debíamos bajar rápidamente. El humo estaba sofocante.

"Amor, llama a tu mamá y dile que baje. El fuego está más cerca" le grité a mi esposa, quien no pudo comunicarse con ella. La llamé muchas veces insistiendo, e incluso suplicándole, que bajaran. Estaba muy preocupado. "¡Deben bajar, ¡¡YA!!!", le gritaba por el teléfono. En eso, alguien grita: "Muévanse, el fuego viene ahí". Y, en efecto, el fuego estaba acercándose a los autos. Así que tuvimos que irnos al otro lado de la carretera. Mi esposa lloraba. Estaba desconsolada y yo intentaba tranquilizarla. Finalmente, ella decidió subir a buscarlos a pie, y yo los esperaría mientras bajaran, ya que mi esposa insistió en que no subiera con ella. Debía estar atento por si debía mover el auto rápidamente.

En eso, comienzo a sentir un calor horrible (más de lo que ya había sentido ese día). Miro hacia atrás y el fuego había llegado al borde de la carretera. Debía huir nuevamente. La foto que pondré a continuación muestra algo de lo que vi ese día. Comprenderán que por razones obvias no saqué muchas fotos debido a lo delicado que estábamos viviendo.

Mi casa rodeada por los incendios

Finalmente, mi suegra bajó con mi esposa y llegamos a Casa. El incendio no llegó donde mis suegros, y eso es bueno. Sin embargo, durante varios días tuvimos que convivir con el fuego, el humo y el calor extremo. En Conce llegamos a 38 grados aprox., algo totalmente alocado e inusual. En Bulnes, cerca de Conce, llegaron a 45 grados. ¡45! Esa noche no dormí porque al fondo veía el fuego que podía acercarse a casa. Al día siguiente con un sueño extremo fui a trabajar. Los militares estaban custodiando los servicentros y los supermercados, por si habían intentos de saqueo.

Todo ha pasado por ahora

Terminando este pequeño especial (que iban a ser de 4 partes, pero lo dejé en 2 para poder continuar con mis otros artículos) puedo decir que lo que viví a finales del mes pasado no se lo doy a nadie. La sufrimos toda, y estoy consciente de que hubo gente que la pasó peor. Pueblos destruidos, personas fallecidas, bosques quemados... fue una tremenda tragedia. La cosa acá se ha calmado. Llevamos nuestras vidas normales, esperando que nunca, pero nunca más, suceda algo siquiera parecido a lo que vivimos semanas atrás.

Aprovecho de saludar a todos quienes se preocuparon por mi, ya sea llamándome, wasapeando o escribiéndome en la página de Facebook. Estamos bien acá en Penco. Lo peor ha pasado. Y gracias también porque hace unos días hemos sobrepasado la barrera de las 200 mil visitas. ¡Muchas gracias a todos! Y nos vemos pronto en una nueva entrega acá en Donde Panchito. ¡Hasta entonces!