Menú

Mostrando las entradas con la etiqueta Experiencias de un simple cajero. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Experiencias de un simple cajero. Mostrar todas las entradas

sábado, 11 de diciembre de 2021

395. Experiencias de un simple cajero, parte 16

Escucha este artículo (4:13 min)




Hace ya mucho tiempo que dejé de ser cajero. Eso ocurrió específicamente el 28 de febrero de 2018. Sin embargo, aún me quedan varias experiencias que viví en mis casi 8 años siendo cajero de varios supermercados y de una tienda Pronto de la cadena Copec. He aquí dos pequeñas historias:

lunes, 5 de abril de 2021

374. Experiencias de un simple cajero, parte 15

Más experiencias de cuando fui cajero
 
 
Una de las secciones que más me gustan, aparte de "Viajando con Panchito", es la que hoy les traigo nuevamente. Y es que en mis casi 9 años como cajero, he tenido muchísimas experiencias al atender al público. Hasta ahora ya llevamos 33 experiencias contadas. Y hoy les traigo dos nuevas, así que ponte cómodo y disfrútalas.

"Atiéndeme con la cara llena de risa"
Hace unos años atrás, en uno de los supermercados donde trabajé, estaba atendiendo público mientras hablaba con mi empaque. En eso, una señora llega con sus cosas y, de manera muy prepotente, me tira los productos encima de la caja y me dice: "Atiéndeme". La miro y le digo: "Buenas tardes". Ella, furiosa (parece que tuvo un mal día) me grita: "Apúrate que no tengo todo el día". Yo, incrédulo, me molesto, y en mi cara se me nota mi molestia. La señora me dice: "Y atiéndeme con la cara llena de risa". Cuando dijo eso, el jefe del local se percató de la prepotencia de la señora y él atendió el asunto. Terminó por pedirme disculpas por su manera de tratarme.

No es fácil ser cajero: eso ya lo saben. Y con todas las experiencias que les he contado, basta y sobra.

Mi último día como cajero en el supermercado
El 28 de febrero de 2016 fue mi último día como cajero en un supermercado de Penco. Decidí renunciar y buscar un empleo mejor remunerado (era part time allí). Y en aquel último día, tuve una no grata experiencia con una pareja de clientes insolentes y maleducados.

No recuerdo específicamente cómo comenzó el lío, pero ambos comenzaron a alegar e insultarme gratuitamente en la caja vista y paciencia de todo el mundo (lo digo una vez más: NO es fácil ser cajero en una sociedad sin respeto). Me harté y les respondí: "¿Saben qué? Hagan lo que quieran. Total, hoy es mi último día, así que vayan a reclamar no más". Nunca perdía la paciencia frente a estas situaciones (donde muchas veces recibí insultos de grueso calibre, o me tiraron un litro de leche por la cabeza, o hasta insinuaron que era un ladrón), pero este parcito sencillamente me colmó. Fueron donde el jefe de tienda y, claro está, él al ver cómo fueron conmigo, no los pescó.
 
Luego de vociferar a los cuatro vientos mil y una palabrotas, el hombre se vuelve a mí y me dice irónicamente: "Que tengas un mal día, imbécil". Lo miré y le dije: "Usted también, que le vaya pésimo". Su cara de incredulidad lo decía todo. Cuando se fueron, sólo atiné a reír. ¿Por qué uno, por atender gente, debe aceptar que te insulten sin motivo? ¿Qué ganaron ellos con alegar, salvo un mal rato? Nada más.
 
Amigos y lectores: hasta el cansancio he dicho que el mundo que vivimos es más insolente y falto de respeto cada día. Pero nosotros podemos (y debemos) marcar la diferencia. Si partimos NOSOTROS siendo amables, gentiles y empáticos con los demás, podremos contagiar esas cualidades en los demás. Quizás así, podríamos mejorar en algo esta sociedad tan decadente en la que estamos inmersos.
 
Está diciendo, ¿no?

 
 
¡Gracias por seguir aquí amigos, en esta Temporada 16! Estamos cerca de llegar a las 300 mil visitas y eso me tiene muy contento. Quiero agradecer también el apoyo que ha tenido nuestro Instagram (ya son más de 500 seguidores y sumando) y en nuestro Podcast. Puedes escuchar nuestros programas cuando gustes en plataformas como Spotify, Apple Podcast y Google Podcast. ¡Hasta un siguiente artículo!
 

sábado, 28 de diciembre de 2019

347. "¡Me han asaltado!"


Hace unos dos años, mientras trabajaba en un Pronto Copec en la noche, me sucedió una historia un tanto curiosa que hoy quiero relatarles. Es breve, así que no les tomaré mucho de su tiempo.

A eso de las 6:30 de la mañana, cuando estaba comenzando a amanecer, llega un chico de unos veinticinco años de edad al local de comida, en evidente estado de ebriedad... digamos que estaba corriendo fuerte el viento, o que estaba temblando fuerte. No podía caminar bien. Se notaba que lo había pasado chupete en alguna discoteque, y ahora estaba desorientado o algo por el estilo. Lo cierto es que, entrando al local, grita: "¡Me han asaltado!"y se va.

Mis compañeros, los pocos clientes que habían y yo quedamos pasmados. No sabíamos qué hacer. Una de mis compañeras me sugiere que vaya afuera a hablar con él, y lograr sacar algo más de información. Así que fui y le inquirí sobre su asalto.

Entre todos los sonidos que pronunció, me indicaba que había sido asaltado una vez que salió de una discoteque e iba rumbo a casa. Obviamente yo pensaba llamar a la policía. Parafraseando, se suscitó el siguiente diálogo:

Yo: Ya pero, ¿qué te robaron?
Joven: Nada, no me robaron nada, pero me robaron...
Yo: ¿Cómo puede ser posible que te roben, pero que no te roben nada? Entonces no te robaron po.
Joven: No si me robaron. Le juro que fue así.
Yo: ¿Y dónde te robaron?
Joven: En el kilómetro 10, cerca del peaje Chaimávida.

Ahí quedé plop. ¿En el kilómetro 10, cerca del peaje Chaimávida? Primero, el peaje mencionado no existe hace como mínimo 5 años. Segundo, el kilómetro 10, donde estaba ese peaje, estaba a unos 12 km de donde estábamos nosotros, y más encima en otra carretera (véase mapa al final de este párrafo). Y tercero: el kilómetro 10 como tal ya no existe, ya que con la construcción de la nueva carretera, ahora era el kilómetro 65 aproximadamente. Le pedí que me apuntara hacia dónde fue que lo asaltaron, y me apuntó hacia el norte. Y resulta que el lugar que me mencionó que le robaron queda al este
Igual caminó harto desde el "Kilómetro 10" hasta mi extrabajo

"Este cabro no sabe dónde está parado", pensé. De todas formas decidí llamar a la policía. Quizá efectivamente lo asaltaron y el no recuerda dónde fue. Así que los llamé. Llegaron en unos 15 minutos. Se bajaron de la patrulla y, cuando les indiqué lo que pasó, mostrándoles al joven, dijeron: "¿Tú otra vez?".

Les pregunté a los policías por qué "Otra vez". "Lo que sucede es que es la tercera o cuarta vez que nos llaman porque lo asaltaron. Y resulta que dice que lo asaltaron pero es mentira. Quiere que lo llevemos a casa. Lo llevamos y resulta que se vuelve a salir"

¡Vaya! Quería locomoción gratis para ir a donde quisiera a tomarse unas copas y después que lo fueran a dejar. ¡Qué chistoso! Finalmente se lo llevaron por "tercera o cuarta vez" a su casa.

Y ese es el final de esta pequeña historia. Espero que les haya gustado. Nos vemos en un siguiente artículo, aquí Donde Panchito.

domingo, 11 de agosto de 2019

342. Experiencias de un simple cajero 14


¡Estamos ya en pleno mes de agosto! Increíble: el tiempo pasa volando y me estoy acercando con rapidez a las tres décadas de vida. Y aquí sigo con este blog, en su temporada número 14. Apropósito: tal como les conté en las redes sociales, estoy preparando, luego de varios meses, un vídeo para ustedes. Pronto sabrán de qué se trata. Mientras tanto, veamos algunas nuevas experiencias como cajero, en mis más de nueve años en ese oficio.

Experiencias como cajero en estos casi 8 años son muchas. Y así como varias veces les he contado experiencias bien desagradables con clientes pesados e insolentes, hoy les traigo dos casos donde no necesariamente debo lidiar siempre con gente así. Veamos qué sucedió.

¡Mi hijo se está atorando!

Estaba terminando mi turno de tarde cuando, de pronto, un cliente comenzó a gritar que su hijo se estaba atorando. Junto con otro compañero corrimos a socorrer al niño. Mi compañero comenzó a apretarle el abdomen hasta que salió un trozo de papa frita. Luego de ello le traje agua y lo sentamos. Lo intenté calmar un poco y lo logré. El papá estaba muy desesperado pero cuando pasó todo la vorágine, nos agradeció por ayudarlo prontamente. Nos dio $2000 a cada uno. El niño, aun asustado, nos dio un abrazo a los dos por lo que habíamos hecho.

Jóvenes me dan 1000 pesos por cantar con ellos

Una de las cosas que jamás extrañaré de haber trabajado en un local de comida al borde de una carretera son los turnos de noche: extenuantes, con sueño y cero ganas de trabajar. Pero bueno, ¿qué le iba a hacer? Había que trabajar para tener dinero. Así que ahí estaba: día viernes, tipo 4 de la mañana, recibiendo a un montón de jóvenes que venían del carrete a darse el bajón.

En eso, una de las cocineras me pidió si, por favor, podía llevarle un pedido de comida a una de las mesas donde había un grupo de chicos que, a todas luces, estaban pasados de copas. No quería ir ella por ser mujer, y la entendí: podrían haberla molestado o hasta acosado. Así que tomé el pedido y fui a dejárselos.

En este local trabajé, antes de su remodelación el 2017

Casi al llegar a donde estaban, se ponen a cantar... no me acuerdo de la canción, pero sí recuerdo que me la sabía. Se tomaron todos de los brazos y se movían de un lado a otro cantando, sin vergüenza alguna al ridículo que estaban haciendo. Llegué con el pedido a la mesa, con la intención de dejarlo y devolverme rápidamente, pero no pude. Uno de los chicos me agarró y me metió al grupo, me tomaron de los brazos y cantaban. Yo, dejando el ridículo a un lado, me puse a cantar con ellos. Me quedaron mirando y uno de ellos me dio mil pesos de propina. Aplaudieron y yo volví a mi caja.

Lo que uno tiene que hacer por ganar dinero :P

Pues bien, esas son dos experiencias más de las tantas que he tenido. Si bien es cierto al día de hoy sigo siendo repartidor, no dejo de lado mi oficio de cajero al ir a dejar los pedidos y cobrar por ellos. Sí: aunque pase el tiempo, nunca dejaré de ser un feliz cajero, orgulloso de su trabajo. ¡Hasta un siguiente artículo amigos!

lunes, 20 de agosto de 2018

310. Experiencias de un simple cajero, parte 13

Una de mis primeras fotos de cajero (2011)

Cuando se trata de trabajos con contacto directo con clientes, las cosas algunas veces no salen como uno espera. Pueden ocurrir cosas que te arruinan el día, o que te lo alegran. Así es la vida de quien trabaja en el comercio, como es en mi caso. Hace un tiempo les había comentado que trabajaba como repartidor en una cadena de pizzerías. Sin embargo, me cambié de empleo por uno mejor, con horario flexible. Sigo siendo cajero y repartidor, por lo que continuaré teniendo experiencias para relatarles. 

Por lo pronto, aquí les dejo dos situaciones que me sucedieron tiempo atrás. Recuerden: nunca es fácil tratar con clientes. Eso denlo por hecho.

La impresora atascada


Una clienta llega a mi caja y, luego de cancelar sus productos, le indico al computador que me imprima la boleta. Pero ésta no reacciona. Luego de algunos segundos insistiendo en que la imprima, el computador manda la orden a la impresora, pero ésta se atasca y sólo imprime una porción de la boleta.

"Disculpe. La boleta se quedó atascada. ¿La necesita?" le pregunté amablemente. La mayoría de la gente ni siquiera espera la boleta; o si la reciben, la botan en el basurero o, peor aún, en el suelo. Pero justo esta clienta quería la boleta. "Sí", me respondió, ofuscada porque ya llevaba interminables sesenta segundos esperando su boleta. Ya le había entregado el vuelto, por lo que le dije: "Como le dije, la boleta está atascada y no logro sacarla".

La impresionante respuesta de la clienta me deja perplejo: "Ese no es mi problema. Yo quiero mi boleta, porque la ley me ampara. Tení que entregármela sino te vai a quedar con el impuesto". La miro, ya algo molesto, porque insinuó que soy un hurtador, y le dije: "El computador ya mandó lar orden de impresión a la impresora fiscal, por lo que la venta está cerrada. El Servicio de Impuestos Internos no tendrá dudas de que la venta se hizo, con su correspondiente 19% de impuesto. Lo sé porque la impresora algo alcanzó a imprimir antes de atascarse y la caja me permite hacer otra venta, cosa que no me dejaría si no hubiera cerrado su venta".

La señora se dio media vuelta y se fue. Así pude continuar con la fila, que ya era algo larga luego de la espera por la impresora atascada. Lo gracioso es que, cuando atendí al siguiente cliente, salió el resto de la boleta de la señora y luego salió el del cliente que estaba atendiendo. :P
 Aquí va la descripción personalizada de la entrada que queremos mostrar y que sólo se verá en la portada del blog. Puedes repetir un fragmento de la entrada o agregar una descripción completamente nueva; ésta sólo será visible cuando la entrada esté resumida, una vez que el lector ingrese a la entrada esta descripción no se visualizará.

Una señora honrada


Unos días después de la experiencia recién contada, una clienta pasó al local a comprar algunas cosas. Cuando le indico el total a pagar, y luego de revisar su chauchero, me dice: "Me faltan $100, así que sáqueme la bebida". Yo le respondí: "No se preocupe. Por $100 no me haré más pobre". Así que le corté la boleta y yo puse los $100 que faltaban. La señora, muy agradecida, se fue con sus productos.

Al otro día, el turno estaba flojo. No andaba nadie así que aprovechaba de conversar con mis compañeros. En eso, uno de ellos me dice: "Pancho, hay alguien en la caja". Al voltearme, veo a la misma señora del día anterior y me dice: "Aquí tiene sus $100. Muchísimas gracias". Luego de eso se fue.

A pesar de que algunas veces recibo malos tratos, quejas y hasta insultos, hay otras veces que me tratan bien, me felicitan y suceden cosas como la señora de los $100. Por cosas como estas amo mi oficio. Ser cajero no es fácil: pero es entretenido y, a la larga, son muchas más las cosas lindas y chistosas que suceden, que las que te hacen enojarte. Cuando uno disfruta su trabajo, y más encima éste es compatible con tu vida fuera de lo laboral, uno realmente puede ser feliz. Y yo sí que lo soy.

No se pierdan una nueva entrega de esta sección, una de mis favoritas, que publicaré más adelante. Gracias por leerme y seguir visitando Donde Panchito.