202. Series de televisión 10: Los trotamúsicos

Este artículo está en el Podcast "Donde Panchito". ¡Escúchalo!

Después de algún tiempo sin escribirles, he vuelto a la carga con un nuevo artículo que, por cierto, inaugura una nueva sección en "Donde Panchito". Volver a ser niño sería ideal, pero sólo nos quedan los recuerdos, y de eso les hablaré un poquito mediante una serie de dibujos animados de mi niñez
"Locos por la música"
 
Hoy vamos a inaugurar una nueva sección en Donde Panchito. Y qué bueno que haré eso, porque ha pasado su buen tiempo sin escribir. Es que últimamente mi vida ha comenzado a dar un giro insospechado, giro que quizás les comente más adelante. Pues la cosa es que hoy he creado la sección Volviendo a ser un niño, una sección donde les contaré de mis andanzas cuando era un pequeño: series de televisión, programas, juegos, pasatiempos y locuras que hacía cuando era tan sólo un mocosillo.

Pues, luego de esta breve introducción, vayamos a lo que nos convoca:

"Un, dos, tres, cuatro, somos cuatro. Cuatro tipos, locos los cuatro.
Y a Bremen vamos con esta canción, con esta canción".

¿Les suena? Probablemente no, puesto que lo que yo veía cuando chico eran programas quizá no muy conocidos, pero de seguro a más de alguno puede que le suene, ¿no? Ya poh, digan que sí, sino este artículo no va a resultar. Es una serie de dibujos animados que me gustaban mucho cuando lo daban en ese entonces en el Canal Regional (Actual Biobío TV). Su nombre: "Los Trotamúsicos".

¿Qué diantres hacen unos animales tocando música?



En realidad, bajo ninguna perspectiva suena lógico y coherente que un cuarteto de animales toquen instrumentos musicales. Ni siquiera es de sentido común que se hablen y se pongan de acuerdo para realizar una actividad, puesto que, si no lo sabías, los animales carecen de inteligencia y habla. Sin embargo, en el mundo de los dibujos animados puede pasar de todo (o sea, ¿Una sirena hablando bajo el agua? ¿O un León que busca reconstruir su pasado luego de que su tío lo culpara de matar a su padre? por si no sabes de qué hablo, acabo de mencionar a La Sirenita y El Rey León... te hace falta ver más películas de dibujitos). Ya pero nos estamos yendo del hilo argumental. ¿De qué trata "Los Trotamúsicos"?

Resumiendo, son cuatro animales que tocan instrumentos musicales.

¡Vaya resumen! Ahora hablemos en serio.

Esta serie la encuentro genial. Está inspirada en un cuento de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, Los músicos de Bremen. Se tratana de un perro (Lupo), un gallo (Koki), un burro (Tonto) y un gato (Burlón), quienes se unen para formar un grupo musical, donde tocan la trompeta, la guitarra, la batería y el saxofón, respectivamente. La serie es del año 1989, originalmente de España.

Los Trotamúsicos
Sus canciones son muy pegadizas, y en general apelan a la alegría y las ganas de vivir. También se puede ver el compañerismo entre los cuatro para sortear los problemas que surgen en su camino, por culpa de un grupo de ladrones que merodean la ciudad de Bremen, Se pueden rescatar valores como la amistad, la unión, el compañerismo, el trabajo en equipo, el respeto por el medio ambiente, entre otras cosas. También se destaca el maltrato animal, ya que tanto el perro, el burro y el gallo, son maltratados por sus amos, teniendo que huir de ellos.

Como cabro chico, lo que más amaba eran sus canciones: me las sabía de memoria y las cantaba con mucho entusiasmo. A decir verdad, nunca vi el final, porque nunca lo dieron en la TV. Y luego de un tiempo lo dejaron de dar y yo... crecí. Pero gracias a Internet pude volver a escuchar esas canciones, aunque aun no puedo ver el final y lo mas probable es que no lo vea porque nadie lo ha subido.

¿Y tú? ¿Has visto esta serie alguna vez? ¿Te trae algún recuerdo? Vamos, comenta sin miedo, y conversemos sobre nuestra niñez :)

"La mejor vacuna contra la melancolía, es llenar la vida de canciones y de amor"

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201. Comprando en la feria

La feria (una foto reciclada de un artículo anterior)

Mi madre acostumbra los días martes a ir a la feria que se instala a unas cuadras de nuestra casa. Esta feria ocupa una calle en todo su largo, donde hay muchísimos puestos de frutas y verduras, aparte de pescados, artículos de aseo, legumbres, etc. Recuerdo que años atrás toqué el tema en uno de los "Viajando con Panchito" (lo puedes leer aquí). Cuando chico siempre iba con mi madre, pero con el correr de los años esa costumbre se fue perdiendo.

Curiosamente, el martes recién pasado mi madre me pidió si podía llevarla en el auto a la feria. Aprovechando, mi abuela también quiso que la llevara. Perfecto: las llevé a las dos y les cobré $5000 a cada una por la bencina y, mientras ellas compraban, yo las esperaba en el auto. Total: no es mucho lo que compran.

Mientras iba conduciendo, se me vino a la mente una situación que me ocurrió la última vez que las llevé a la feria en auto. Un pequeño problemilla que me sucedió con una especialista en estacionamiento y protección de vehículos de trasporte de carga y/o pasajeros cuidadora de autos. Déjenme contarles, seré breve.





Llegué al estacionamiento, la cuidadora se tiró a chora y yo me fui. Fin.


















Naaa, ahora les contaré.

Al llegar al estacionamiento (que es un pequeño aparcadero que queda al lado de la feria, es de tierra y casi nunca se usa, excepto cuando hay feria) mi madre y mi abuela se bajaron a comprar. Yo dejé el auto estacionado en paralelo a la calle, como estaban la mayoría de los autos estacionados. De repente, aparece de entre un humo espeso y tenebroso (le pongo color, pero imagínenselo), la famosa cuidadora de autos, algo molesta. Se acercó al auto y me balbuceó algunas palabras, que no logré entender porque estaba escuchando música fuerte.

El estacionamiento de tierra

La miré y bajé un poco la ventana y, luego de bajar el volumen de la radio, le pregunté: "¿Qué me dijo?". Me mira enojada y me dice: "Te estoy diciendo que tení que estacionarte de esta otra forma. Voh estai mal estacionado, y si te ven así me van a retar a mí po". "Pero - le dije -, hay varios autos más que están estacionados como yo, ¿cuál es el problema si no molesto a nadie?". Al preguntarle eso, se da media vuelta, gritando: "Estos no saben ni estacionarse y vienen con sus autos aquí", y se fue murmurando.

Molesto, encendí el motor de mi auto, y me estacioné como ella quería, aun cuando al hacerlo estorbaba el paso de peatones por el sector, sólo para que fuera feliz. Al llegar mi abuela con mi madre, nos fuimos, y le di su propina correspondiente, por estar ahí haciendo algo.

Todo eso recordé cuando iba a la feria el martes pasado. Pero luego concluí que quizás al pasar el tiempo la señora ya no estaba ahí. Y claro, cuando llegué a la calle que me llevaba a la feria, había una señora bajita (distinta a la que fue protagonista de la historia que les conté) indicándome que había un espacio para estacionarme en la calle. Le indiqué que no, porque iba a ir al estacionamiento de tierra que quedaba más cerca de la feria, para que mi abuela y mi madre no caminaran tanto.

Al llegar al estacionamiento miro bien y... ¡¡Qué!! ¡¡La misma señora, la que me dijo que no sabíamos conducir ni estacionarnos, estaba indicándome que debía estacionarme en un espacio que había allí!! No la pesqué, seguí de largo en busca de un lugar mejor, y al pasar por al lado de ella me grita hacia dentro del auto: "¡Ciego!". Yo frené en seco y la quedé mirando. Me dio mucha rabia, pero me contuve y seguí con mi búsqueda.

Se compraron las cosas en la feria y nos fuimos. Esta vez, consideré que no merecía propina, así que nos fuimos. Su cara de enojada me indicaba todo.

No voy a concluir nada. Sólo escribí esta jocosa historia para que vean que siempre me tienen que suceder cosas a mí. Quizá piensen que soy muy complicado, pero me da lata que yo no hago nada y la gente piensa que ando en contra de todos. Es curioso... creo que soy un incomprendido.

Hasta el siguiente artículo, amigos.

200. Experiencias de un simple cajero 7

Una de las situaciones contadas en ediciones anteriores de Experiencias
de un simple cajero.
No puedo continuar con mi blog sin antes escribir una nueva edición de Experiencias de un simple cajero. Y sin bien es cierto ya no soy cajero, como ya deben de saber, la verdad es que no puedo cambiar el nombre de la sección, porque me da flojera. Así que aquí les dejo algunas nuevas experiencias que me han ocurrido mientras trabajo.

Una caja
Hace mucho tiempo atrás una señora ya de edad pasó por mi caja con algunos productos... son de estas señoras que tu las saludas y te meten conversa. Verdaderamente, en algunos caso me es una soberana lata conversar con ellas, porque te conversan cosas tan raras que ni las entiendo. Eso no quiere decir que no las pesco; al contrario, al conversar con los clientes mientras pasan su pedido hace que el tiempo pase más rápido. Pero este caso fue muy diferente.

La señora en cuestión fue extremadamente amable y cariñosa
Caja de supermercado
conmigo
. Su voz era tan dulce que me hacía sentir muy bien. Era como una abuelita que cuida con esmero a sus nietos y los mima en todo. Cuando terminé su pequeño pedido me miró y me dijo: "Jovencito, usted me atendió muy bien. Lo felicito: trabajó muy bien. Le podré una felicitación en su libro de sugerencias". Yo sólo atiné a agradecerle sus palabras.

Y aun cuando al revisar el libro de sugerencias nunca me escribió nada, el solo hecho de que te digan cosas como esas te hacen sentir bien: que tu trabajo bien hecho no pasa inadvertido, aunque sea para unos pocos, ya que para el resto de la gente (o la mayoría) tú sólo haces tu trabajo y ya: ES TU DEBER.

Fleje de Supermercado
Tomado de Link
Esta señora contrasta profundamente con otra señora, más joven, así que para diferenciarla de la señora, le diremos señor señorita. Esto es más reciente, como verdulero control caja, y no como cajero. Es muy común donde trabajo tener diferencias de precios en los flejes (el fleje es el letrerito chiquito donde dice el valor de un producto. ¡Ojo! No se llama cosito ni papelito ni letrerito del precio no no no, se llama Fleje). Compró un paté cuyo valor era aproximadamente de $250. Al pasar por la caja le marcó efectivamente ese precio. Ella, muy tranquila, digna de una mujer con principios y valores, subió y bajó a groserías de grueso calibre a la pobre cajera porque ella había visto el paté a $220. Entendamos, señoras y señores, que la diferencia que gatilló a esta venerable señorita a increpar con violencia a la cajera, era de miserables $30. "Claro - pensarán ustedes -, son $30 suyos, y tiene derecho a reclamarlos". Veamos qué pasó.

Era hora de que Panchito entrara en escena. Llegué y... ¿saben qué hice? Increpé e insulté a la cajera para que se sintiera más mal de lo que estaba Me puse entre la cajera y la clienta y, luego de saludarla, le pregunté que qué le pasaba. Luego de gritarme a mí el problema (incluyendo groserías... no iba a quedar ella en menos conmigo), le indiqué que fuéramos juntos a ver el precio a la sala.

Lo que ella no sabía era que diez minutos antes había tenido el mismo problema con el mismo paté, y yo ya sabía que el paté costaba $220 si llevaba 3, y si llevaba uno le salía a $250.

Fuimos a la sala de ventas y, al mostrarle claramente que si llevaba 3 le salía a $220 cada uno, ella quedó sin palabras, y en forma automática (y sin concursos ni sorteos) se ganó una cara malformada y desfigurada que le llegaba al piso. Lo lógico hubiera sido que se tragara sus insultos y me pidiera disculpas, a mí y a la cajera. Pero no olvidemos que vivimos en una sociedad sin respeto (aprovecho de tirar el dato de mi artículo que trata ese tema. Haz clic aquí para leerlo después). Lejos de arrepentirse por tan paupérrimo comportamiento, la señorita tira el paté lejos y, gritando alocadamente, deja toda su compra tirada en la caja y se va. Su léxico se fue a la porra.

¿Qué podemos aprender de esto? Siempre un trato amigable, una sonrisa de oreja a oreja y un vocabulario cortes hará que nuestras vidas sean más amistosas y más gratas. ¿Saben qué es la empatía? Es la capacidad de ponerse en los zapatos del otro. ¿Que pasaría si a ti te insultaran por algo que ni siquiera hiciste? Pues si no te gusta que te traten mal, no trates mal a los demás. Ponte en su lugar. Si los tratas mal, ellos se sentirán mal.

Si estás en una fila de un supermercado, y ves que hay mucha gente, largas filas y pocas cajas, ¿qué ganarás con gritonearle a la cajera? Sólo conseguirás enojarte, hacer que ella se ponga mal y más se demore en atender. Si esperas con paciencia y te lo tomas con humor, créeme que nuestro trabajo sería más grato y tu estadía en la fila más amena.

Amigos: si todos fuéramos empáticos, trataríamos a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Si eso ocurriera, haríamos de este mundo un lugar algo más digno para vivir. Y esa es la idea, ¿no?

Pongamos de nuestra parte para vivir en un mundo mejor

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199. Fíjate por donde andas, pajarón

Clienta: ¿Pero cómo, si adentro dice que la leche vale $500?
Cajero: Sí, pero si lleva 45mil unidades. La unidad le sale $2300.

Hace ya más de cuatro años entré a trabajar como cajero en un supermercado. Al principio, como era part-time y el supermercado cerraba temprano, podía irme en las noches tomando una micro en la Av. Principal, y recorrer un trayecto que no superaba los 5 minutos. Mi lugar de trabajo queda relativamente cerca de donde vivo. Hasta ahí: todo bien. Sin embargo, hicieron unos pequeños cambios en el trabajo que me obligaron a tomar ciertas medidas.Aquí va la descripción personalizada de la entrada que queremos mostrar y que sólo se verá en la portada del blog. Puedes repetir un fragmento de la entrada o agregar una descripción completamente nueva; ésta sólo será visible cuando la entrada esté resumida, una vez que el lector ingrese a la entrada esta descripción no se visualizará.

El supermercado comenzó a cerrar a las 10 de la noche (antes era a las 9), por lo que generalmente salía entre las 10:30 y las 11 de la noche del trabajo. A esa hora es muy difícil encontrar locomoción para llegar a mi casa. Algunas veces mi padre podía ir a buscarme, pero otras no. Así que comencé a ir en bicicleta al trabajo. Hasta ahí: todo bien. Pero lamentablemente mi bicicleta se echó a perder, y mientras mandaba a arreglarla, tuve que volver del trabajo todos los días caminando (un trayecto de unos 10 minutos).

Ladrón: Deme su dinero.
Persona: Disculpe, soy político.
Ladrón: Entonces, deme MI dinero.
Tomado de Link

Para desgracia mía, a mediados del año pasado dos tipos me asaltaron mientras iba caminando a mi hogar, a eso de 20 para las 11 de la noche. Me encañonaron y me sustrajeron mi celular más 30 mil pesos. A pesar de que uno de los tipos le decía al otro "Dispárale no más al hu...", gracias a Dios no pasó a mayores y quedé tirado en el piso mientras el par de zopencos se fue con el botín. Nervioso llegué a casa y, decidido, comencé a juntar mis últimos pesitos para hacer la gran compra de mi vida: un autito.

Finalmente logré comprarme un Chevrolet Spark del año 2013 (nuevo) y con ese voy al trabajo ahora. Feliz feliz, porque es mi primera gran compra, una inversión que me tomará 3 años pagar (ya llevo más de un año). Pero quizás, estimado/a lector/a, te estés preguntando: "Pero, ¿qué diantres tiene que ver todo esto con el título de mi artículo?". Bueno, pues, desde que me compré un auto, pasé de ser peatón a conductor, y en realidad puedo darme cuenta de lo poco prudentes que somos tanto al ser peatones como al ser conductores. Déjenme contarles algunas cosillas que me han pasado durante mi experiencia como conductor.

Naaa, pero si no viene nada. ¿Quién me va a atropellar?
Tomado de Link

Es sabido que somos malos peatones. Pero malos malos maaaalos poh. Somos tan malos que llegamos a ser buenos pa'ser malos como peatones. ¿Cuántas veces hemos cruzado a mitad de cuadra, con luz roja, o corriendo sin mirar a ambos lados? Para qué hablar de cruzar una calle concurrida aun habiendo una pasarela para cruzar con seguridad. Somos tercos: no nos gustan que nos indiquen qué hacer; hacemos lo que queremos y, por pasar por alto algunas precauciones, pasan cosas como la que me pasó a mí un día, mientras esperaba en mi autito que me diera la luz verde del semáforo.

Apenas me dio la luz verde, inicié mi marcha, pero no duré ni un segundo. De improviso aparece un peatón corriendo e intenta cruzar la calle, él teniendo luz roja. Freno en seco y el se detiene. ¿Qué sería lo lógico que debería ocurrir aquí? Cualquier persona en su sano juicio quema mi auto me pide disculpas por cruzar imprudentemente y me deja pasar. Pero no... este es el mundo al revés. El peatón se enoja conmigo y comienza a gritar no sé qué cosas, porque como estaba lloviendo tenía las ventanas cerradas y escuchando música. Pero de seguro me estaba felicitando por meterme en su camino - entiéndase "felicitar" como una forma muy peculiar de subirme y bajarme a groserías -.

Lo cómico de esto es que se puso en medio de mi pista a seguir diciendo pavadas. De un momento a otro se le olvidó que iba atrasado (de otro modo no me explico que llegara corriendo al cruce). Era tanto su enojo que prefería mojarse y seguir moviendo la boca - insisto, no sé que decía -. Al ver que no podía pasar, los vehículos de atrás comenzaron a tocar sus bocinas. Yo comencé a impacientarme porque, igual na que ver que este tipo estuviera molestando mi recorrido. Así que comencé a tocarle la bocina y hacerle señas para que se dejara de joder.

Cuando por fin lo hizo, me dio la luz roja. "Joder", me dije a mí mismo. "Qué tipo más loco", concluí.

En otra ocasión iba saliendo de la calle donde vivo cuando veo un ciclista en medio de la calle. Le toqué la bocina y se hizo a un lado, pero al pasar por al lado de él me gritó: "Idiota". Estimado lector: ¿Qué diablos sucede aquí? 

Historias como éstas tengo varias, pero no quiero latearlos con artículos extensos. Aparte si escribo todo me quedaría sin material para próximas ediciones y mi blog moriría, lo cual no quiero que suceda. Pero así rápidamente puedo indicarles las veces en que los conductores no señalizan antes de doblar, adelantar o cambiarse de pista, o cuando van a exceso de velocidad, o cuando los microbuseros me echan el bus encima, y blablablablablabla... y más bla.

Y bla, bla bla.... Y muchos más bla, que si los escribiera todos, me moriría de viejo y aun así me quedarían unos cuantos bla por mencionar. Lamentablemente, ni conductores, ni peatones se dan cuenta por dónde andan. Caminan donde quieren, pasan con sus autos por donde quieren, los ciclistas andan por en medio de las calles... no me imagino el día en que no existan leyes del tránsito. Ahí si que queda la toletole. Aceptémoslo: todos somos unos verdaderos pajarones.

Con tantos pajarones sueltos (incluyéndome)... prefiero quedarme en casa descansando o creando un blog... cosas por el estilo. Y es que ser conductor tiene sus ventajas, pero también conlleva serias responsabilidades. 

Me siento feliz por poder escribir un nuevo artículo. ¿Te gustó lo que escribí? Compártelo con tus amigos en facebook. Aparte, recuerda que puedes seguirme en Twitter, Facebook y Google+. ¡Hasta la próxima! :D

198. Blanco, blanco, blanco

Una caja de OMO


Uf... imagínense ya... muchísimo sin escribir ningún mísero artículo en mi blog. Tiempo en realidad poco me queda. Mi trabajo seglar y mis actividades de índole espiritual (como buen cristiano que soy) me dejan muy poco tiempo para mis hobbies. Sin embargo, no pretendo dejar este lugar en el más absoluto abandono. De hecho, hoy quiero contarles una pequeña historia que me contaron, y que sucedió hace aproximadamente veinte años, cuando tenía sólo 4 años. Es una historia muy curiosa, y espero que les guste.

Como les conté ya, hace unos veinte años una vecina nuestra (que actualmente ya no vive aquí en mi barrio) andaba comprando el pedido del mes en un supermercado que quedaba cerca del centro de Concepción, llamado Multimarket, y que hoy ya no existe. En eso andaba cuando, de pronto, y de manera sorpresiva, aparece el famoso "Inspector Incógnito", esos caballeros que esperan que alguien compre sus productos y, al sorprenderlos, les dan premios. La cosa es que ella andaba comprando detergente OMO (como el de la imagen), y el inspector la pilló.

Le indicó que ganó un premio, pero que antes de canjerarlo, debía responder una sencilla pregunta:"¿Cómo lava OMO?", y ella debía responder: "Blanco, blanco, blanco". Luego de eso, podía obtener el premio.

Mi vecina - quien tengo lindos recuerdos de ella - accedió y, luego de formularle la pregunta y responder con el ya mítico "Blanco, blanco, blanco" (todo esto grabado para una radio local), el inspector incógnico le indicó que debía pasar a la radio (ubicada en pleno centro, frente a la Plaza) a buscar total y absolutamente gratis, DOS CAJAS llenitas de OMO. Ella, muy contenta, quedó en ir a buscarlas.

Nos contaba que, cuando había llegado a casa contando lo sucedido en el supermercado, todos estaban muy contentos, puesto que tendría detergente para lavar ropa durante meses. Habían decidido que ella, junto a su hijo mayor, irían a buscarlas al centro, mientras la hija de al medio y el cabrito chico iban a esperarlos en el paradero de microbuses para ayudar a trasladar las cajas.

Un paradero

Bueno bueno... la historia sigue. Mi vecina nos contaba que fueron a buscar las lindas cajas de OMO, y cuando volvieron, no llegaron con ninguna de las dos cajas a la vista. Los hijos menores que estaban esperando en el paradero pensaron que había una equivocación, pero cuando ella les mostró el premio, fue... deprimente, por decir algo. Efectivamente eran dos cajas llenas de OMO: pero eran dos cajas DE DOSCIENTOS GRAMOS (200 gr) cada una. Total: 400 espectaculares y geniales gramos de OMO para ellos solitos.

Al final, no les duró tanto el OMO: tan sólo unas cuantas lavadas y san se acabó. Pero bueno, ¿qué mas podían pedir si era GRATIS? Al fin y al cabo, uno casi nunca gana premios y es más fácil encontrar una aguja en un pajar que ser sorprendido por el bendito inspector incógnito. Así que mi vecina debió de sentirse feliz por su premio, aunque fuera pequeño.

Esa es la curiosa historia del día de hoy: espero que les haya gustado y, por favor, compartan mi blog si les ha gustado. Y no se olviden: OMO lava blanco, blanco, blanco. ¡Hasta la próxima!
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197. Me he mudado


ACTUALIZACIÓN 30 DE AGOSTO DE 2014: No hay mudanza. Nos hemos quedado en blogger, para seguir con nuestras aventuras :D


Queridos amigos: les cuento que nos hemos mudado a una nueva casa. Desde noviembre de 2007 blogger ha sido el hogar de mis escritos y aventuras. Antes lo fue páginawebgratis.com y googlepages. Pero, como debes saber, mi idea original era crear un sitio web, no un blog. Es por eso que me gustaría que pudieras visitar mi nuevo sitio web, que también posee un blog.

Se sigue llamando Donde Panchito, y continuaré publicando mis escritos allí, por lo que este blog lentamente caerá en el olvido. ¡Gracias por visitarme y te espero en mi nuevo hogar!

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196. No hay peor ciego que el que no quiere ver

Esta noche todo el mundo (o casi todo el mundo) celebra Navidad, donde todos se desean paz y amor y donde, supuestamente, todo es felicidad y amor. Pero, seamos francos, ¿de qué paz y felicidad y amor me están hablando? En este artículo, verás una pequeña mirada realista (Ojo, REALISTA) del mundo en que vivimos

Nota: Antes de comenzar mi artículo, que quizás sea ya el último del año, quiero ser bien claro en explicarles que me considero una persona optimista, y que siempre anda sonriendo por la vida, intentando ver el lado positivo de todo. Sin embargo, aunque soy optimista, no soy idiota, y también debo ver todo de forma realista, sin taparme la vista y quedarme ciego frente al mundo en que vivo. ¿Por qué aclaro esto? Bueno pues... ahora comienza mi artículo.

Todos los días acostumbro a leer el diario. Me gusta mantenerme informado y saber lo que sucede donde vivo, y también en otras partes de Chile y el mundo. Así estoy actualizado. Casi siempre me informo por medio de internet y sus páginas de noticias, ya que en mi casa no se acostumbra mucho a comprar el diario, salvo los fines de semana cuando van a comprar al supermercado y aprovechan de traer uno. Pero últimamente ya no tengo muchas ganas de informarme. ¿Por que?

Hagamos un breve experimento: pon en una balanza imaginaria (usa tu imaginación, claro está, porque si no la usas no podrás imaginarte nada XD), en un lado las noticias buenas que salen en el diario o en la tele, y en el otro las noticias malas. ¿Hacia dónde se inclina la balanza? No hay duda: aunque intentes decir que las noticias buenas abundan, lo cierto es que inevitablemente la balanza se inclinará hacia las noticias malas. No lo niegues, la realidad es esa.

Luego de este sencillo experimento, podemos concluir que el ser humano se está acostumbrando a ver cosas malas. Es cierto que cada cierto tiempo ver la noticia de un asesinato cruel y despiadado, o la violación de una pequeña niña, nos deja atónitos. Pero pareciera ser que ya no lo vemos como tan raro... como si fuera NORMAL que pasaran esas cosas... o por lo menos ya nos acostumbramos a que las cosas sean así. Pero, por favor, ¿de verdad deberíamos vivir en un mundo donde las noticias buenas, por lo general, son cuando algún deportista chileno gana algo, o porque Chile clasifica a un mundial de futbol? Porque pareciera ser que la gente vive a costa de ese tipo de noticias "buenas" que, por lo menos a mí, me importan un cuerno.

Me considero optimista y alegre, pero a la vez realista y objetivo.
No faltará quien diga que yo, Panchito, soy un pesimista y amargado que ve todo negativamente. He ahi la razón del principio de este artículo. Yo no me considero así. Soy optimista, pero a la vez realista. Optimista porque, como buen Cristiano que soy, sé que algún día (muy pronto, por cierto) toda la maldad se acabará de una buena vez; y realista porque no puedo hacerme el bobo frente al mundo en que vivo. Como botón de muestra, les comentaré brevemente dos noticias que encontré leyendo en internet, y luego atrévete a decirme que todo va viento en popa.

Caso uno: El horrible caso del niño sin ojos
Tomado de dailymail
Esta espantosa noticia la leí hace unos meses y ocurrió en China. Un niño de sólo seis años desapareció durante un período de 4 horas. Cuando lo encontraron sus papás, se encontraron con el niño en un campo vacío, rodeado de sangre... ¡Y sin sus ojos!

La policía sospecha del tráfico de órganos. Lo raptaron y, luego de drogarlo, le extirparon las córneas. ¿Podríamos decir que eso es NORMAL? ¿Podemos seguir pensando en que vivimos en un mundo tranquilo, y que ahora sabemos de estas cosas tan sólo porque las comunicaciones de ahora permiten saber todo al instante? ¡Vaya ridiculez de argumento, ¿eh?!

Te dejo la noticia aquí para que la leas:

Caso dos: Muerto por defender lo suyo
Este lo acabo de leer, y fue el impulso para escribir este pequeño artículo. ¿No se supone que en estas fechas debería reinar el amor y la paz? ¡Bah! Eso no lo pensaron los delincuentes que se robaron un taxi. El dueño los enfrentó para impedir que se lo llevaran. Y uno de los tipos tomó una pistola y le disparó un certero tiro en la cabeza. Murió en el acto.

¿Aun crees en la DULCE NAVIDAD? Vamos, amigo/a, dejémonos de cosas y seamos realistas y francos. El mundo esta horriblemente mal. Y de eso varias veces he hablado en mi blog. Cosas como estas sólo me hacen pensar que los seres humanos somos unos fracasados para autogobernarnos... las pruebas saltan a la vista. ¡Déjame adivinar! Si la policía logra dar con los asesinos de este taxista, los atraparán, pasarán a control de detención y quedarán libres.

Insisto, ¿aun crees que todo está bien? Te dejo la noticia para que la leas también, y no pienses que estoy inventando (lo digo por si las moscas):

Pensemos con la cabeza
A pesar de los avances en la ciencia y en otros campos, los principales problemas de la
humanidad, como las guerras, siguen y no tienen para cuándo parar. En la foto, un Mayor estadounidense carga en sus brazos a una niña iraquí, ya muerta, luego de un ataque. Tomado de Link.
Amigo mío, amiga mía, que lees este artículo. Recuerda que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Las pruebas están a la vista. Sólo te mostré dos noticias malas de las muchas que existen en el mundo. Quizás me digas que hay noticias buenas, como la reducción del desempleo, nuevos tratamientos para combatir enfermedades, adelantos en la ciencia y en la tecnología, entre otras cosas. Pero, dime: ¿ha logrado el ser humano acabar con los principales problemas que existen? Por mucho esfuerzo que pongan, la pobreza, la delincuencia, la drogadicción, los asesinatos, las violaciones, las guerras, el hambre, las enfermedades y la muerte no se acabarán... hasta que Dios diga basta.

Sólo quiero que pienses bien: que las cosas andarán de mal en peor, y que la única esperanza para que nuestros problemas se vean solucionados no viene de parte del hombre. Si quieres saber más, haz clic aquí para leer otros artículos míos que hablan de este tema.

Dentro de muy poco, todos los seres humanos podremos disfrutar de muchos días de paz y felicidad.

¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Estoy exagerando, o soy realista en lo que digo? Espero sus comentarios. ¡Hasta pronto! :)

195. Caída de carnet

Y después de casi 2 años, volvió la sección "Inserte título aquí". La idea es que, quienes lo leen, inventen un título a este artículo, que describa lo mejor posible el tema que toco. ¿De qué hablaré hoy?


Me acabo de dar cuenta que se me ha caído el carnet... 


...y estoy envejeciendo...


*: la foto fue sacada hace casi 14 años, en febrero de 2000, cuando sólo tenía 9 años :D

194. Experiencias de un simple cajero 6

¿Trabajar en un supermercado? No es fácil como muchos creen
Y volvemos la carga con un nuevo artículo. Durante estos días he estado pensando mucho en lo que podría escribir... y pues que encontré en mis recuerdos más experiencias como cajero. Aunque ya hace un tiempo dejé de hacerlo, puesto que volví a ser Supervisor de Cajas. Y en esta oportunidad me siento más relajado que el año pasado, así que pienso que no volveré a ser cajero nunca más... al menos por un bueeeen tiempo.

Lo cierto es que, siendo Supervisor o no, la sección no puede cambiar de nombre, por lo que seguiré contándoles experiencias laborales en Experiencias de un simple cajero, en un sexta entrega. Que lo disfrutes.

La caja no es para jugar
Uf uf y más uf...
Recuerdo perfectamente lo que me pasó en esa ocasión, puesto que el cliente en cuestión me trató como las reverendas. Estoicamente lo aguante, y eso que me gritoneó en frente de todo el mundo por algo que ni siquiera hice. Por favor, déjenme contarles.

Estaba tranquilamente atendiendo en mi caja (caja preferencial) cuando una supervisora me pide que abandone mi caja para ayudar a una compañera que tenía un problema con un cheque. Al volver, había un chico de unos 7 u 8 años sentado en mi caja, jugando con el teclado y la pistola. Me acerco y de manera muy atenta le digo: "Joven, ¿podría salir de ahí? La caja no es para jugar". El chico me quedó mirando y, luego de decirme "Bueno", salió de la caja sin mayores problemas. Me senté y, antes de abrir mi caja nuevamente, el papá del joven llegó hecho un volcán en erupción que destruye una ciudad arrasando con todo lo que encuentra a su paso qué excelente comparación por Dios... me gusta leerme a mí mismo XD. Comenzó a gritar como loco, llamando la atención de todo el público presente, diciendo que había insultado a su hijo, que lo había poco menos que golpeado y empujado de la caja, y tantas otras cosas que no recuerdo muy bien, pero que iban mezclado con un jugoso y exquisito repertorio de groserías.

Luego de tragarme todos sus improperios, me preguntó por mi nombre para poner un reclamo. Indicándole con mi mano, ya molesto por el trato, le mostré mi solapa y le dije: "Ahí está mi nombre. ¿O no sabe leer acaso?". De ahí fue donde a un jefe de sala para exigir que me retaran en público, a lo cual el jefe no accedió. Terminó escribiendo una hoja completa con su fantástica historia, cual escritor de fábulas, en el libro de reclamos, pensando que concursaba en algún Concurso de Cuentos Infantiles Fantansiosos.

Yo, molesto, le pedí al jefe de sala que si me daba permiso para responder el reclamo en la hoja siguiente, cosa que me dejaron hacer. Luego de unos días, el administrador leyó el reclamo y, sencillamente, no le creyó, porque sabe que yo no soy de esa clase de personas.

Desde ese día nunca más le digo a un mocosillo que dejen de jugar en las cajas. Cuando se les caiga la pantalla encima, ahí aprenderán los papás a ser más cuidadosos con sus hijos.

Para que refresque la vida
Así da gusto :D
Si hay algo que debo reconocer y que detestaba cuando era cajero, era pasar carros llenos a tope. Es muy cansador y agotador. Sin embargo, hay ocasiones en que sencillos gestos por parte de los clientes hacen que tu trabajo sea más grato. Eso me sucedió con un caballero, dueño de un negocio, que compró 3 carros llenos de mercadería para abastecer su negocio. Yo, muy contento (entiéndase como una ironía), comencé a pasar los productos.

Con el correr de los minutos, el ver lo amable y amigable que era el caballero, lo amurrado que estaba se transformó en una sonrisa de oreja a oreja. El caballero era bueno para tirar la talla, y lo estábamos pasando super bien (junto a mi empaque) a tal punto que, cuando terminé el pedido, me dio pena. Se me pasó el tiempo volando.

Al darle el vuelto, abrió una bolsa de bebidas de 500cc y me dio una a mi, y otra a mi empaque, diciendo: "Para que refresquen la vida". Y se fue. Con mi empaque nos fuimos felices, puesto que fue el último cliente antes de cerrar la caja para terminar el turno.

En estas dos experiencias podemos ver casos totalmente opuestos. Y es lo que se vive en cualquier trabajo en que involucra dar un servicio a otra persona, o que tiene que ver con atender público. Es comprensible que uno pueda terminar estresado al tratar con personas que piensan que porque están comprando pueden tratar a los demás a su antojo.

Me quedaron dos experiencias más en el tintero (expresión ambigua... ya ni escribo con tinta). Se las relataré en una séptima entrega de Experiencias de un simple cajero. ¡Hasta entonces! :)
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193. A porrazos aprende el hombre

Después de muchos meses sin escribir, por fin tengo un artículo decente para ustedes. ¿Será necesario aprender siempre a costa de caerse en el camino de la vida? Titanic me ayudó a analizar esta situación.
Listo para volver a escribir

¡Uf, uf y más uf! ¡Tanto tiempo sin pasar por aquí! Mi pobre blog... lo he dejado muy botado. Pero ya saben... siempre están las ganas de escribir... eso nunca lo pierdo. Así que hoy me lanzo nuevamente aquí a mi blog, y espero que de aquí en adelante me haga el tiempo para escribir de vez en cuando.

Yungay
Este fin de semana recién pasado, fui a casa de unos amigos a la localidad de Yungay (de ese pueblo ya les había hablado en un "Viajando con Panchito"). El sábado por la tarde nos quedamos viendo películas, y en un canal de cable estaban dando Titanic y quedé boquiabierto cuando vi que el barco se hundía, ¿de verdad se hundió? No tenía ni idea... Bueno, la cosa es que la película en sí, aparte de ser larga, es... ammmm... ¿cómo decirlo? Ummm... es que ver al protagonista de la película arriesgarlo todo por su amada, a tal punto de dar su vida por ella, es tan tierno... Ok, no, es solamente más de lo mismo... todas las películas tratan en escencia de eso. Pero, a lo que voy yo es que, al ver la película, comencé a reflexionar en algo que, a simple vista, parece tan obvio, pero que en la práctica pareciera ser que no lo es: por algo los seres humanos somos tan tercos y porfiados. ¿Qué es ese algo que ví? Que los seres humanos debemos, sí o sí, aprender a porrazos.

Claro, es una verdad elemental y fundamental en la existencia del hombre sobre la tierra. Desde el mismísimo principio de la humanidad: Adán y Eva comieron del fruto prohibido, y aprendieron a porrazos (muriendo al final) que siempre es mejor obedecer a Dios, ¿no? Y las consecuencias de su decisión tan tonta las vemos hasta el mismísimo día de hoy. ¿Y qué tiene que ver Titanic con todo esto? En realidad, nada... Tiene que ver... al menos en algo.

El RMS Titanic, el barco más lujoso de su época

Seguramente has visto aquella película, ¿no? Y aunque no la hayas visto, es de conocimiento casi general que la cantidad de personas que viajaban a bordo del Titanic (el barco más lujoso en su época) superaban con creces la cantidad de botes salvavidas en caso de emergencia. Al fin y al cabo, la gente pensaba que era casi imposible que el Titanic se hundiera (típico pensamiento altanero, dándose ínfulas el ser humano desde tiempos remotos, creyéndose lo más bacán, siendo que al final siempre quedamos como unos reverendos fracasados). El tiempo demostró que en realidad, el Titanic no era infalible. Y lamentablemente para corroborar eso tuvieron que morir muchas personas.

Uno de los botes salvavidas
Volvamos al ejemplo de los botes salvavidas. ¿A quién se le ocurrió la genial, espectacular, maravillosa, estupenda, ilustre, asombrosa, admirable, pasmosa, sorprendente y prodigiosa idea de poner pocos botes salvavidas, siendo que era obvio que no cabrían todos los pasajeros dentro de ellos? El barco llevaba en su viaje inaugural (y por cierto el último) 2223 pasajeros. Y los botes hacían para 1178, por lo que un poco menos de la mitad estaba condenada a morir en caso de hundimiento. Dicho y hecho: se hundió y murieron 1514 personas, la mayoría hombres y de tercera clase. A porrazos aprendieron que, por sobre la estética de un barco (razón por la cual sacaron muchos botes salvavidas y sólo dejaron 20), está la seguridad de los pasajeros. Hoy en día los botes salvavidas deben tener la capacidad de llevar a todos los pasajeros de un barco. ¿Cómo aprendieron? A porrazos.

La X en esta imagen es el lugar exacto donde los humanos aprendieron a porrazos que hay que poner botes salvavidas para todos los pasajeros :)





Y la historia de la humanidad está plagada de porrazos. Incluso en cosas tan cercanas. No es necesario una gran tragedia para ver que el ser humano aprende bajo ese concepto. ¿Una curva cerrada en una carretera? ¿No tiene barreras de contención? Las autoridades esperan que un auto pase de largo para poner una barrera. ¿Que cierta persona no te conviene como pareja? Tienes que sufrir para darte cuenta de eso. Y ahí recien te alejas de esa persona. Y suma y sigue... 

¿Es necesario aprender a porrazos? No necesariamente: para poder aprender si tener que sufrir las consecuencias de nuestras malas decisiones, es preciso estudiar y comprender situaciones que han vivido otras personas y que son parecidas a las que has vivido tú. De acuerdo a cómo reaccionó cierta personas frente a cierta presión, y viendo las consecuencias de las decisiones que tomó, podemos tomar la decisión correcta. Otra forma sería escuchar los consejos sinceros de personas que desean lo mejor para tí. Si eres Cristiano sería bueno leer la Biblia y confiar en lo que Dios quiere para tí, y la ayuda que brinda Él. La idea es no aprender a costalazos.

Un Iceberg
El señor Edward John Smith, capitán del Titanic, hizo caso omiso a las advertencias recibidas sobre los icebergs. Es más, aumentó y mantuvo esa velocidad presionado por el presidente de la línea de barcos a vapor que poseía al Titanic. Eso nos recuerda que ignorar las advertencias y ceder a la presión de otras personas pueden terminar con situaciones catastróficas. El capitán del Titanic pagó con su vida ese craso error.

En conclusión: nosotros no debemos ser como los seres humanos en general que aprende a porrazos una y otra vez. Te lo digo por experiencia propia: no es gracioso caer una y otra vez para aprender en la vida. Por lo tanto, hay que pensar muy detenidamente antes de tomar decisiones importantes. Recuerda: si hacemos eso, no terminaremos con las rodillas peladas al aprender a porrazos.

No te caigas... y si te caes, levántate y sigue tu camino :D
Nota: si deseas aprender más acerca del RMS Titanic y su hundimiento, puedes leer los siguientes dos artículos de Wikipedia. Además, las imágenes 3, 4 y 5 (de arriba hacia abajo en este artículo) están tomadas de aquellos artículos.

La imagen 6 fue tomada de este link:
La imagen 7 fue tomada de este link: