Eran las 03:33 de la madrugada del 27 de febrero del año 2010. Dormía plácidamente en mi camita de 1 plaza, aquí en Concepción y soñaba profundamente... ignorando lo que ocurriría dentro de un minuto más.
A las 03:34 horas la tierra comienza a moverse como nunca antes lo había hecho en mis veinte años de vida. Como estaba tan dormido, ni siquiera atiné a levantarme para ir a un lugar seguro. Simplemente, por acto reflejo, me tapé con mis sábanas, pensando que sólo era un temblor fuerte. Sin embargo, la intensidad fue creciendo cada vez más, hasta que mi hermano Andrés me despertó y salí disparado de la cama, mientras veía con horror cómo las cosas se caían y la casa se mecía de un lado a otro. Cristián, mi otro hermano, tenía una lámpara a pilas, así que pudimos ver cómo quedaba todo tirado en el suelo. Mi madre llega llorando hacia nosotros y el agua y la electricidad se habían cortado, al igual que el teléfono.
La pesadilla había comenzado. El peor de mis temores se había cumplido: estaba en medio de un terremoto.
En menos de cinco minutos (mientras el terremoto aun continuaba) estábamos vestidos, con el auto afuera y con nuestras mochilas listas para arrancar en caso de maremoto (tsunami). Lo primero que hicimos fue irnos a los carabineros (policías) para averiguar si efectivamente había maremoto o no. Los bomberos, que están al frente de los carabineros, nos aseguraron que no había tsunami. Eso me tranquilizó... al menos por un tiempo.
Mi fiel diario (que me ha acompañado desde el 2 de enero de 2003 y que ya tiene más de 2600 páginas) informa de la siguiente forma:
La pesadilla había comenzado. El peor de mis temores se había cumplido: estaba en medio de un terremoto.
En menos de cinco minutos (mientras el terremoto aun continuaba) estábamos vestidos, con el auto afuera y con nuestras mochilas listas para arrancar en caso de maremoto (tsunami). Lo primero que hicimos fue irnos a los carabineros (policías) para averiguar si efectivamente había maremoto o no. Los bomberos, que están al frente de los carabineros, nos aseguraron que no había tsunami. Eso me tranquilizó... al menos por un tiempo.
Mi fiel diario (que me ha acompañado desde el 2 de enero de 2003 y que ya tiene más de 2600 páginas) informa de la siguiente forma:
"A pesar del tamaño terremoto, las cosas en general no se derrumbaron y las casas [en Hualpén] estaban en pie. Pasamos por los carabineros (cuya pandereta y torreón quedaron en el suelo) y por los bomberos, quienes nos alertaron que no había tsunami. Lógicamente, desde las 3.30am que no duermo. Y es que este es mi primer terremoto, y espero no vivir ningún otro." Tomo 14, página 2600.Bueno, en realidad por ahora no les detallaré más acerca de lo que ha ocurrido aquí en Concepción. Por lo pronto les puedo informar que estoy bien y que mi casa no sufrió daños. El terremoto fue de 8.8 grados Richter (el quinto más grande de la historia). Y esperen el especial que haré de esta catástrofe que enlute a todo un país. Saludos.











