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miércoles, 20 de noviembre de 2013

194. Experiencias de un simple cajero 6

¿Trabajar en un supermercado? No es fácil como muchos creen
Y volvemos la carga con un nuevo artículo. Durante estos días he estado pensando mucho en lo que podría escribir... y pues que encontré en mis recuerdos más experiencias como cajero. Aunque ya hace un tiempo dejé de hacerlo, puesto que volví a ser Supervisor de Cajas. Y en esta oportunidad me siento más relajado que el año pasado, así que pienso que no volveré a ser cajero nunca más... al menos por un bueeeen tiempo.

Lo cierto es que, siendo Supervisor o no, la sección no puede cambiar de nombre, por lo que seguiré contándoles experiencias laborales en Experiencias de un simple cajero, en un sexta entrega. Que lo disfrutes.

La caja no es para jugar
Uf uf y más uf...
Recuerdo perfectamente lo que me pasó en esa ocasión, puesto que el cliente en cuestión me trató como las reverendas. Estoicamente lo aguante, y eso que me gritoneó en frente de todo el mundo por algo que ni siquiera hice. Por favor, déjenme contarles.

Estaba tranquilamente atendiendo en mi caja (caja preferencial) cuando una supervisora me pide que abandone mi caja para ayudar a una compañera que tenía un problema con un cheque. Al volver, había un chico de unos 7 u 8 años sentado en mi caja, jugando con el teclado y la pistola. Me acerco y de manera muy atenta le digo: "Joven, ¿podría salir de ahí? La caja no es para jugar". El chico me quedó mirando y, luego de decirme "Bueno", salió de la caja sin mayores problemas. Me senté y, antes de abrir mi caja nuevamente, el papá del joven llegó hecho un volcán en erupción que destruye una ciudad arrasando con todo lo que encuentra a su paso qué excelente comparación por Dios... me gusta leerme a mí mismo XD. Comenzó a gritar como loco, llamando la atención de todo el público presente, diciendo que había insultado a su hijo, que lo había poco menos que golpeado y empujado de la caja, y tantas otras cosas que no recuerdo muy bien, pero que iban mezclado con un jugoso y exquisito repertorio de groserías.

Luego de tragarme todos sus improperios, me preguntó por mi nombre para poner un reclamo. Indicándole con mi mano, ya molesto por el trato, le mostré mi solapa y le dije: "Ahí está mi nombre. ¿O no sabe leer acaso?". De ahí fue donde a un jefe de sala para exigir que me retaran en público, a lo cual el jefe no accedió. Terminó escribiendo una hoja completa con su fantástica historia, cual escritor de fábulas, en el libro de reclamos, pensando que concursaba en algún Concurso de Cuentos Infantiles Fantansiosos.

Yo, molesto, le pedí al jefe de sala que si me daba permiso para responder el reclamo en la hoja siguiente, cosa que me dejaron hacer. Luego de unos días, el administrador leyó el reclamo y, sencillamente, no le creyó, porque sabe que yo no soy de esa clase de personas.

Desde ese día nunca más le digo a un mocosillo que dejen de jugar en las cajas. Cuando se les caiga la pantalla encima, ahí aprenderán los papás a ser más cuidadosos con sus hijos.

Para que refresque la vida
Así da gusto :D
Si hay algo que debo reconocer y que detestaba cuando era cajero, era pasar carros llenos a tope. Es muy cansador y agotador. Sin embargo, hay ocasiones en que sencillos gestos por parte de los clientes hacen que tu trabajo sea más grato. Eso me sucedió con un caballero, dueño de un negocio, que compró 3 carros llenos de mercadería para abastecer su negocio. Yo, muy contento (entiéndase como una ironía), comencé a pasar los productos.

Con el correr de los minutos, el ver lo amable y amigable que era el caballero, lo amurrado que estaba se transformó en una sonrisa de oreja a oreja. El caballero era bueno para tirar la talla, y lo estábamos pasando super bien (junto a mi empaque) a tal punto que, cuando terminé el pedido, me dio pena. Se me pasó el tiempo volando.

Al darle el vuelto, abrió una bolsa de bebidas de 500cc y me dio una a mi, y otra a mi empaque, diciendo: "Para que refresquen la vida". Y se fue. Con mi empaque nos fuimos felices, puesto que fue el último cliente antes de cerrar la caja para terminar el turno.

En estas dos experiencias podemos ver casos totalmente opuestos. Y es lo que se vive en cualquier trabajo en que involucra dar un servicio a otra persona, o que tiene que ver con atender público. Es comprensible que uno pueda terminar estresado al tratar con personas que piensan que porque están comprando pueden tratar a los demás a su antojo.

Me quedaron dos experiencias más en el tintero (expresión ambigua... ya ni escribo con tinta). Se las relataré en una séptima entrega de Experiencias de un simple cajero. ¡Hasta entonces! :)
PsadAquí va la descripción personalizada de la entrada que queremos mostrar y que sólo se verá en la portada del blog. Puedes repetir un fragmento de la entrada o agregar una descripción completamente nueva; ésta sólo será visible cuando la entrada esté resumida, una vez que el lector ingrese a la entrada esta descripción no se visualizará.

martes, 27 de agosto de 2013

193. A porrazos aprende el hombre

Después de muchos meses sin escribir, por fin tengo un artículo decente para ustedes. ¿Será necesario aprender siempre a costa de caerse en el camino de la vida? Titanic me ayudó a analizar esta situación.
Listo para volver a escribir

¡Uf, uf y más uf! ¡Tanto tiempo sin pasar por aquí! Mi pobre blog... lo he dejado muy botado. Pero ya saben... siempre están las ganas de escribir... eso nunca lo pierdo. Así que hoy me lanzo nuevamente aquí a mi blog, y espero que de aquí en adelante me haga el tiempo para escribir de vez en cuando.

Yungay
Este fin de semana recién pasado, fui a casa de unos amigos a la localidad de Yungay (de ese pueblo ya les había hablado en un "Viajando con Panchito"). El sábado por la tarde nos quedamos viendo películas, y en un canal de cable estaban dando Titanic y quedé boquiabierto cuando vi que el barco se hundía, ¿de verdad se hundió? No tenía ni idea... Bueno, la cosa es que la película en sí, aparte de ser larga, es... ammmm... ¿cómo decirlo? Ummm... es que ver al protagonista de la película arriesgarlo todo por su amada, a tal punto de dar su vida por ella, es tan tierno... Ok, no, es solamente más de lo mismo... todas las películas tratan en escencia de eso. Pero, a lo que voy yo es que, al ver la película, comencé a reflexionar en algo que, a simple vista, parece tan obvio, pero que en la práctica pareciera ser que no lo es: por algo los seres humanos somos tan tercos y porfiados. ¿Qué es ese algo que ví? Que los seres humanos debemos, sí o sí, aprender a porrazos.

Claro, es una verdad elemental y fundamental en la existencia del hombre sobre la tierra. Desde el mismísimo principio de la humanidad: Adán y Eva comieron del fruto prohibido, y aprendieron a porrazos (muriendo al final) que siempre es mejor obedecer a Dios, ¿no? Y las consecuencias de su decisión tan tonta las vemos hasta el mismísimo día de hoy. ¿Y qué tiene que ver Titanic con todo esto? En realidad, nada... Tiene que ver... al menos en algo.

El RMS Titanic, el barco más lujoso de su época

Seguramente has visto aquella película, ¿no? Y aunque no la hayas visto, es de conocimiento casi general que la cantidad de personas que viajaban a bordo del Titanic (el barco más lujoso en su época) superaban con creces la cantidad de botes salvavidas en caso de emergencia. Al fin y al cabo, la gente pensaba que era casi imposible que el Titanic se hundiera (típico pensamiento altanero, dándose ínfulas el ser humano desde tiempos remotos, creyéndose lo más bacán, siendo que al final siempre quedamos como unos reverendos fracasados). El tiempo demostró que en realidad, el Titanic no era infalible. Y lamentablemente para corroborar eso tuvieron que morir muchas personas.

Uno de los botes salvavidas
Volvamos al ejemplo de los botes salvavidas. ¿A quién se le ocurrió la genial, espectacular, maravillosa, estupenda, ilustre, asombrosa, admirable, pasmosa, sorprendente y prodigiosa idea de poner pocos botes salvavidas, siendo que era obvio que no cabrían todos los pasajeros dentro de ellos? El barco llevaba en su viaje inaugural (y por cierto el último) 2223 pasajeros. Y los botes hacían para 1178, por lo que un poco menos de la mitad estaba condenada a morir en caso de hundimiento. Dicho y hecho: se hundió y murieron 1514 personas, la mayoría hombres y de tercera clase. A porrazos aprendieron que, por sobre la estética de un barco (razón por la cual sacaron muchos botes salvavidas y sólo dejaron 20), está la seguridad de los pasajeros. Hoy en día los botes salvavidas deben tener la capacidad de llevar a todos los pasajeros de un barco. ¿Cómo aprendieron? A porrazos.

La X en esta imagen es el lugar exacto donde los humanos aprendieron a porrazos que hay que poner botes salvavidas para todos los pasajeros :)





Y la historia de la humanidad está plagada de porrazos. Incluso en cosas tan cercanas. No es necesario una gran tragedia para ver que el ser humano aprende bajo ese concepto. ¿Una curva cerrada en una carretera? ¿No tiene barreras de contención? Las autoridades esperan que un auto pase de largo para poner una barrera. ¿Que cierta persona no te conviene como pareja? Tienes que sufrir para darte cuenta de eso. Y ahí recien te alejas de esa persona. Y suma y sigue... 

¿Es necesario aprender a porrazos? No necesariamente: para poder aprender si tener que sufrir las consecuencias de nuestras malas decisiones, es preciso estudiar y comprender situaciones que han vivido otras personas y que son parecidas a las que has vivido tú. De acuerdo a cómo reaccionó cierta personas frente a cierta presión, y viendo las consecuencias de las decisiones que tomó, podemos tomar la decisión correcta. Otra forma sería escuchar los consejos sinceros de personas que desean lo mejor para tí. Si eres Cristiano sería bueno leer la Biblia y confiar en lo que Dios quiere para tí, y la ayuda que brinda Él. La idea es no aprender a costalazos.

Un Iceberg
El señor Edward John Smith, capitán del Titanic, hizo caso omiso a las advertencias recibidas sobre los icebergs. Es más, aumentó y mantuvo esa velocidad presionado por el presidente de la línea de barcos a vapor que poseía al Titanic. Eso nos recuerda que ignorar las advertencias y ceder a la presión de otras personas pueden terminar con situaciones catastróficas. El capitán del Titanic pagó con su vida ese craso error.

En conclusión: nosotros no debemos ser como los seres humanos en general que aprende a porrazos una y otra vez. Te lo digo por experiencia propia: no es gracioso caer una y otra vez para aprender en la vida. Por lo tanto, hay que pensar muy detenidamente antes de tomar decisiones importantes. Recuerda: si hacemos eso, no terminaremos con las rodillas peladas al aprender a porrazos.

No te caigas... y si te caes, levántate y sigue tu camino :D
Nota: si deseas aprender más acerca del RMS Titanic y su hundimiento, puedes leer los siguientes dos artículos de Wikipedia. Además, las imágenes 3, 4 y 5 (de arriba hacia abajo en este artículo) están tomadas de aquellos artículos.

La imagen 6 fue tomada de este link:
La imagen 7 fue tomada de este link:

martes, 30 de abril de 2013

192. Super Panchito

Ta ta rán!! Ta ta ta naaaaa!! (intenten leerlo como una fanfarra de súper héroe XD)
De seguro casi todos quienes están leyendo este artículo alguna vez en su vida han visto una serie de superhéroes o una película de esa temática. Spiderman, Batman o Superman son los más famosos, por mencionar a algunos. Pero no necesariamente debemos pensar en tener superpoderes para ser héroes en cualquier índole de nuestra vida. ¿Acaso no es digno de admiración una madre que, sola a causa de que su pareja la abandonó, debió criar sola a sus dos hijos? Heroína con todas sus letras.
Eso demuestra que, independiente de nuestras circunstancias o vivencias, cada uno de nosotros podemos ser "superhéroes". Y yo no soy la excepción: soy un SuperPanchito. Y me transformé en un superhéroe de la forma más rara y ridícula que pudo ser... y "sin querer queriendo", como decía El Chavo.
Súper Panchito (nunca he sido bueno para el dibujo)
A lo Batman
Corría el año 2008 (seguimos con historias de años atrás: la del asalto fue un año antes de lo que les voy a contar). Fue por ahí por el mes de mayo (sí, hace casi ya 5 años desde lo que ocurrió en esa oportunidad). Caminaba tranquilamente por el centro, luego de una jornada de clases en esa fastidiosa Universidad (con el respeto quienes se merecen quienes decidieron entrar a la Universidad: no es nada en contra de ellos). Al llegar a la esquina de O'Higgins con Castellón, en pleno centro de Concepción, veo que había mucha gente caminando por aquella esquina, como es la tónica en todo el centro. Espero la luz verde y, llegando a la otra esquina, a unos 30 metros de mí, una señora grita: "¡Mi cartera! ¡Atrápenlo que me lo han quitado!".

Y, en efecto, la señora gritaba solamente para llamar la atención y así todos se dieran cuenta que estaba loca para avisar que un tipo le había robado la cartera. Hasta aquí, nada del otro mundo. Total, yo ya había vivido la experiencia de que me robaran. Pero, insisto: no estamos hablando de historias normales. Si lo fueran, no estarían en mi blog. Lo cierto es que algo chistoso y fuera de lo normal debía ocurrir. ¿Y qué creen? No pasó nada raro, así que hasta aquí llega mi artículo. ¡Chau!






Se la creyeron, ¿eh? Ya oh, ahora continúo con la historia.

Y dale con Batman
El tipo que le había hurtado la cartera corría directamente hacia mí. Y yo sólo atiné a quitarme de su camino para que no chocara conmigo y me botara. El tipo esquivó a todo el mundo... a todo el mundo, a excepción de mi pie, que lo dejé en su camino para que tropezara. ¡Y tropezó! Y el medio chancacazo que se mandó... sóbate pa'callao XD Intentó levantarse, pero era tarde: dos carabineros lo atraparon, le quitaron la cartera y se la devolvieron a la señora. Sin querer, me había transformado en un superhéroe: un SuperPanchito :)

Sí, sé que la historia es corta y quizás quedaron con gusto a poco. Pero al escribirles esta historia quiero demostrarles que no tengo intenciones de dejar botado de nuevo mi blog. A lo mejor, quién sabe, podré volverme un SuperPanchito también en la internet. :) ¡Chau!

jueves, 25 de abril de 2013

191. ¡Corre que te alcanzan Panchito!


En mis lejanos años en el colegio (la foto fue coloreada XD)

¡Hasta que por fin me decidí a comenzar mi nueva tanda de artículos aquí en Donde Panchito! Estoy muy feliz de poder recomenzar mis escritos... ya saben que me encanta escribir, y quienes leen mi blog y han sido mis fieles seguidores podrán darse cuenta que tengo mi estilo para contar mis cosas. Es por eso que no quiero comenzar el relanzamiento de mi blog sin contarles una experiencia que, si bien es cierto pasó hace mucho tiempo, hoy en la tarde me acordé lo que me pasó aquella vez.

Hoy, a través de Facebook, una amiga del norte me contaba que en el negocio que tienen en casa intentaron robar hoy en la tarde, pero que ella se dio cuenta y frustró el robo aunque hay que reconocer que fue algo riesgoso. Sin embargo, según palabras de ellas, tenía listo el palo para golpear a aquella persona. Y es que vivimos en una sociedad cada vez más peligrosa. Los asaltos y robos están a la orden del día, y de eso justamente quiero contarles. Pues debo confesarles algo: antes de abrir mi blog, yo era ladrón A mí me asaltaron hace mucho tiempo, y aquella experiencia aun no puedo borrarla de mi mente, aun cuando ahora sólo me río de lo sucedido. Déjenme contarles.

¿Corro o no corro?

Un típico asalto

Corría el año 2007 ¿ven que la historia es de hace tiempo? De hecho, los recuerdos de lo sucedido los tengo en sepia en mi cerebro XD Estaba en cuarto año medio (secundaria) y nunca fui de esos chicos que andaban por la calle escuchando música. La razón era justamente que temía que me robaran. Sin embargo, un cálido día de septiembre, luego de clases, fui junto a Felipe (un compañero de aquel entonces) a dejar a su casa a otro compañero, Rodrigo, quien vivía a unas 10 cuadras del colegio.

Mi ex-colegio
 
Luego de haberlo ido a dejar y de haber vaciado su refrigerador comiéndonos todo lo que tenía sin compasión de habernos servido algo en su casa, procedí, junto con Felipe, a caminar rumbo a la avenida principal a tomar locomoción para devolvernos a casa. Extrañamente, justo ese día decidí ir escuchando música por la calle, con mi supermegahiper mp3 de 128mb (la última chupada del mate a finales del 2006 y principios de 2007). En eso, a una cuadra de la avenida, tres sujetos de extraña reputación comienzan a seguirnos de cerca. Yo, intuyendo que tenían la intención de robarme mi humilde Mp3, decidí meterme los audífonos dentro del chaleco y caminar rápidamente al paradero. De hecho, en un momento pensé en la idea de correr y escapar, pero si mi teoría era cierta - es decir, que ellos eran ladrones -, los tres sujetos saldrían corriendo tras de mí, y sería peor.

Al final, decidí ir lo más tranquilo posible al paradero y esperar que mis presentimientos fueran equivocados... lástima que al final tenía razón :(

Entrega el pendrive

La avenida principal

Al llegar al paradero, curiosa y sospechosamente, los tres tipos se detienen en el mismo paradero. Me puse nervioso. Entre dientes le dije al Felipe que nos querían robar. Claro, no me pescó mucho. Sólo atiné a decirle que tomáramos cualquier micro, no importando si nos servía o no: la idea era irnos de ahí lo antes posible. En eso, uno de los tipos me pregunta por la hora. "No tengo reloj", le respondí, sabiendo claramente que su intención era averiguar si tenía reloj para robármelo. "Ya chicos - le gritó uno de los tipos a los otros dos -: aquí nos quedaremos". Estaba casi seguro: nos iban a asaltar.

Esperando que pasara alguna bendita micro, el semáforo en rojo atajaba a los buses que venían a unos 200 metros de distancia. Me estaba desesperando. En eso, el semáforo cambió a verde e intenté tomar una micro. Sin embargo, los tipos se dieron cuenta y, agarrándome, me azotan contra el paradero y me gritan: "Ya entrega el pendrive". Para amedrentarme, usaron un cuchillo carnicero y una pistola de fogueo. "Ya ya, aquí tienen, pero déjenme tranquilo", les respondí mientras se los entregaba.

Hasta aquí pareciera ser que esta es la clásica historia de un típico asalto en una gran ciudad, como ocurren miles alrededor del mundo. Pero no se les olviden que no asaltaron a cualquier persona: asaltaron al mismísimo Panchito. Y Panchito siempre tiene historias jocosas y absurdas que contar: y esta no es la excepción. Justamente, algo absurdo y sin sentido ocurrió en este asalto.

Les entregué el Mp3, pero sin los audífonos. Los tipos se dieron cuenta y uno me increpó: "Suelta los audífonos también poh". En mi miedo, y en mi estado de adrenalina, les dije que no les iba a pasar ninguna burrada de audífonos. Los tres me quedaron mirando, mientras mi compañero, Felipe, se había apartado unos 10 metros de la escena, dejándome completamente solo. "Bah, ¿y por qué no?", preguntó otro de los tipos, a lo que respondí: "Porque están malos: tienen un parche y sólo se escucha un solo audífono".

"¿Ah si? Muéstranos", me dijo en respuesta uno de los asaltantes. Me saqué los audífonos del chaleco y con total paciencia les mostré el parche en los audífonos, bajo la mirada atenta de los que me estaban asaltando. "Mmmm, sí, tienes razón... pero igual quizás les saquemos algo a los audífonos", dijo uno. Yo dije: "No creo, a lo sumo podrán sacarle 500 pesos". "No importa: por lo menos sirve para el pasaje", respondió otro, quitándome los audífonos. Luego de eso, me desearon un buen día, y se fueron tranquilamente caminando hasta perderse entre las calles.

Sólo en ese momento entré en shock y me senté en el paradero y me agarré la cabeza. Me habían asaltado, y me habían robado un Mp3. Felipe, mi compañero, se acercó y me dijo: "No te preocupes, aquí estoy contigo" media ayuda pos, se corrió del asalto todo el rato y al final me da su apoyo XD

Buscamos a Francisco Albornoz

Shockeado, tomo una micro y llego a casa, contándole lo sucedido a mi familia. Todos quedaron plop, y me dijeron que no me preocupara tanto: total, era sólo un pendrive. Así que descansé y luego estudié para el ensayo de PSU (prueba para entrar a la Universidad) que se iba a realizar al otro día.

A la mañana siguiente estaba en medio del ensayo de PSU en mi sala de clases. Un silencio absoluto en la sala, cuando en eso golpean la puerta. La profesora abre y eran dos carabineros (policías). "Buenos días jóvenes: buscamos a Francisco Albornoz", dijo uno. En el acto todos dan vuelta su cabeza hacia mí. Yo quedé boquiabierto. "Soy yo", les dije. "Joven, por favor, acompáñenos al retén". Y el clásico "Ohhhhhhhhhhh" de mis compañeros en la sala, y preguntándose que qué había hecho. Me paré y me fui con los carabineros.

Un retén móvil

Llegamos al retén móvil, una especie de patrulla grande donde uno puede entrar a una minioficina. Me hicieron sentarme y uno de los carabineros me dijo: "Encontramos esto ayer en una persecución a unos delincuentes, ¿es suyo?". Y en su mano, colgaba mi Mp3 con los audífonos. Mis ojos se iluminaron *.* "¡¡Sí!! Son míos, pero ¿cómo supieron que era mío?". Y pasaron a contarme la historia:

Mientras me asaltaban, un vecino del sector vio todo lo que pasaba, y dio aviso a los carabineros. Justo a media cuadra había una patrulla recorriendo el sector y comenzaron a perseguirlos. En su desesperación, tiraron el Mp3 con los audífonos lejos, y así lo recuperaron. Aparte, aprehendieron a los delincuentes y los tenían en la comisaría. Al revisar los datos de mi Mp3 en una computadora, encontraron una lista de números telefónicos en un archivo Word. Eligieron uno al azar y justo llamaron a mi tía, que sabía del robo, y así dieron conmigo.

Al final, no quise ir a reconocer a quienes me asaltaron, porque lo más probable es que iban a quedar libres y luego me buscarían para quizás qué cosa. Lo cierto es que pude recuperar mi querido Mp3, que aun lo tengo hasta el día de hoy.

Y con esta curiosa historia comienzo a retomar el ritmo en Donde Panchito. Espero sus comentarios y nos vemos en una próxima entrega. Recuerda que puedes comentar con tu cuenta de Facebook al final de esta página. ¡Hasta luego!

sábado, 6 de abril de 2013

190. De vuelta a la carga

Listo y dispuesto para comenzar a escribir de nuevo :)
¡Queridos amigos!
Después de más de dos meses cerrado, Donde Panchito vuelve a abrir sus puertas al público. Claro, sé que quizás piensen que yo había dicho que nunca más abriría este lugar y que Donde Panchito había muerto para siempre. Y sí, es verdad que dije eso, y cuando lo cerré el pasado 30 de enero, de verdad creía que podía llevar a cabo eso. Pero... ya ven... tengo poca fuerza de voluntad, y hoy volví a las andanzas.
Ya tuve mis dos meses de descanso

Te habrás fijado que el color de la plantilla de diseño ha cambiado totalmente de un color blanco a uno totalmente negro si no te has dado cuenta, ¡cuidado! puede ser un grave problema de daltonismo, te sugiero que vayas al médico. ¿Acaso soy de la onda gótica o algo por el estilo? En realidad no: la razón es muy sencilla, por cierto. Mis ojos me duelen mucho al ver colores claros (como el blanco). Con el color negro mi vista descansa más, por lo que no tengo problemas de irritación o cosas por el estilo. Seguramente haré cambios menores a la plantilla, pero esta será oficialmente la que mantendré durante este año 2013.

La anterior cabecera de mi blog
Durante estos meses he estado escribiendo artículos que están en versión beta y que prontamente publicaré aquí. Por lo que no dejes de visitarme de vez en cuando. ¡Ah! Si esta es tu primera visita, te invito cordialmente a que leas mi Mensaje de Bienvenida, donde podrás leer en extenso el por qué de mi regreso y las novedades de Donde Panchito para este año.

Espero que esta tercera vez que vuelvo sea ya la definitiva. Y también espero que los nuevos artículos que muy pronto podrás leer aquí te sean de tu agrado. ¡Ah! Los 221 artículos anteriores están disponibles para que los leas cuando quieras. Sólo debes buscarlos en el apartado "Archivador de Artículos" o en "Secciones de mi blog". ¡Muchas gracias por volver y espero que te quedes por un buen tiempo aquí, Donde Panchito!