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lunes, 3 de abril de 2017

237. Al maestro con cariño

Uno de los profesores más conocidos y queridos

¿Te has puesto a pensar cuánto de su tiempo invierten los profesores con tal de enseñarnos las cosas elementales del saber? La mayoría de nosotros fuimos enseñados por varios de ellos durante largos años, aguantando nuestras bromas, nuestras tallas y nuestra flojera, con tal de que fuéramos hombres y mujeres de bien. Casi todos sabemos que no es fácil ser profesor, ya que no solamente ganan poco, sino que son sometidos a muchas horas de trabajo, no solamente en la sala de clases, sino en sus casas revisando pruebas y trabajos, y preparando las clases.

A eso, hay que sumarle que los alumnos cada vez se ponen más insolentes con ellos. Los tratan como quieren, los insultan y los agreden, incluso físicamente. Aun así, es loable como cientos de profesores se esmeran por hacer bien su trabajo, aunque no siempre sea agradecido. Hablemos claro: los profesores son un pilar importantísimo en la sociedad.

Yo recuerdo con mucho cariño a mis profesores. Sin ir más lejos, el propósito de mi blog en un principio era mantener el contacto con los de la enseñanza media. Hubo dos artículos que escribí en honor de esos profesores que se esforzaron por enseñarme durante 4 años en el colegio donde estudié (puedes revisar los artículos al respecto: Son el 003 y el 004). Por circunstancias de la vida, este objetivo no se cumplió. Pero eso demuestra que un profesor, si hace bien su trabajo, será recordado por siempre por sus alumnos.

En general, durante los 13 años de educación que recibí, tuve muy buenos profesores. En realidad, nadie puede negar que los profesores cumplen un rol fundamental en el crecimiento de nuestra sociedad. Lamentablemente, esto no es reconocido por la inmensa mayoría. O, por lo menos, no lo demuestran.

Mi colegio durante la enseñanza media (hace 10 años ya)

Yo tengo cierta autoridad para hablar del tema. Mi padre es profesor. Lleva más de 40 años haciendo clases a jóvenes universitarios y secundarios. Yo he visto con mis propios ojos cómo mi padre literalmente se ha sacado la mugre con tal de desarrollar sus clases y llevarnos el pan a la mesa. Nunca, pero nunca olvidaré todo ese sacrificio, no solamente por su familia, sino por sus alumnos, aun cuando ellos algunas veces sean totalmente indiferentes o malagradecidos. Muchas veces mi padre llegaba molesto (y triste a la vez) a casa porque sus alumnos lo sacaban de sus casillas. Él puede comprender ciento por ciento cómo la sociedad ha cambiado durante sus años como docente. A principios de los 70, los alumnos eran muy respetuosos con sus profesores. Éstos tenían cierta autoridad, y eran respetados por el rol que cumplen.

En pleno 2017, mi padre lo único que quiere es jubilarse y dejar de lidiar con mocosos que lo tratan irrespetuosamente. No se les puede decir nada, porque los alumnos tienen derechos y bla bla bla.

Pero... ¿saben? Nosotros, sí, todos nosotros no seríamos NADA, ABSOLUTAMENTE NADA, sin la labor de los profesores. Muchos, abnegados, consideran a sus alumnos como si fueran sus propios hijos. Profesores que recorren kilómetros a campo abierto para llegar a una escuela rural a realizar clases para 1 ó 2 alumnos. Les pagan poco, se sacan la mugre por tener el material para las clases, usando su tiempo libre que deberían dedicar a sus familias...

Eso, señores, se llama amor por el trabajo. Eso se llama amor por sus alumnos. Eso se llama altruismo.

Mi profesor de Biología el año 2005

¿Cómo no hacerle un homenaje a mis profes? ¿A los profesores que me aguantaron, que te aguantaron, y que aguantan a tus hijos? Que se esmeran por inculcarles buenos valores. Que se esfuerzan al máximo por convertir a aquellos jovencitos en hombres y mujeres de bien. Siento, pienso y creo que no se le ha tomado el peso al valor del profesor en la sociedad donde estamos insertos. Y, aunque yo poco puedo hacer, quiero agradecer a todos los profesores que construyeron a este joven de 27 años, Francisco. A todos, desde la tía Lidia y la tía Alejandra, mis tías de Kinder, hasta mis profesores de la enseñanza media. Pero, por sobre todo, al mejor maestro para mí: mi papá. El mejor profesor del mundo, y que me mostró que cuando uno ama su trabajo, hace de todo para contagiar ese amor a sus alumnos.

Sí: este artículo es para el maestro. Al maestro, con cariño.
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viernes, 31 de marzo de 2017

236. La amistad verdadera SI existe


No hay nada mejor que tener buenos amigos. Los amigos de verdad siempre están con uno en las buenas y en las malas. El resto... Son solo conocidos.Aquí va la descripción personalizada de la entrada que queremos mostrar y que sólo se verá en la portada del blog. Puedes repetir un fragmento de la entrada o agregar una descripción completamente nueva; ésta sólo será visible cuando la entrada esté resumida, una vez que el lector ingrese a la entrada esta descripción no se visualizará.

¿Por qué es bueno tener amigos?

Y es que la vida es más llevadera si llevas consigo un par de buenos amigos. La amistad entre los seres humanos es algo innato. Nacimos para sociabilizar. Nos cuesta estar solos y fuimos creados para tener contacto con otros seres humanos. Sí, es verdad que a veces es bueno estar solos, ya sabes... Para reflexionar y encontrarse con uno mismo. Pero, por lo menos yo, reconozco que la vida no sería igual sin los amigos.

A medida que crecemos, buscamos cualidades más profundas en otras personas.

Las amistades pueden estar en cualquier lado. En la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en el barrio, en la manzana donde uno vive. De chico tenía varios amigos en el vecindario y, junto con mis primos, jugábamos cuándo podíamos. De ellos ya no tengo contacto con ninguno de ellos. Y es que pareciera ser que, conforme vamos creciendo, nuestros parámetros para elegir amistades van cambiando. Cuando chicos, elegimos a los más chistosos, simpáticos. Quizás a quien tenga los mejores juguetes o al más atrayente de la clase. Pero al madurar, buscamos cualidades más profundas, como que sea leal, responsable, apoyador, que te de consejos y, por qué no, que tenga tus mismas metas y tus mismas creencias morales. Al fin y al cabo, inconscientemente buscamos a quienes se parezcan a nosotros para que seamos amigos.

Dios: mi principal amigo

Para que Dios sea nuestro mejor amigo, debemos, entre otras cosas, leer la Biblia.

Para personas creyentes en Dios, como yo, es indispensable crear un vínculo de amistad con el Creador de todas las cosas, con quien nos creó. Algunos ni siquiera creen que existe, pero ese es tema para otra ocasión. Respeto el derecho que tienen a no creer, así como también deben respetar el derecho que tengo a creer que Dios existe y que puedo cultivar una amistad con Él. ¿Cómo se logra eso? Básicamente siguiendo los mismos pasos que hacemos para cultivar amistades con algún ser humano. Conversar con Él, conocerlo profundamente y seguir sus consejos cuando le pedimos guía. Eso lo logramos cuando le oramos, leemos la Biblia y seguimos sus normas que allí aparecen. Dios es mi mejor amigo, y siempre he sentido que me ha ayudado, en especial cuando uno lo pone siempre en primer lugar. Dios nunca me ha fallado: es el ejemplo perfecto de un buen amigo.

Los amigos no necesariamente deben ser de por allí cerca. De hecho, Dios vive muuuuuuy lejos, y aun así podemos ser amigos de Él. Pero, en mi caso particular, aparte de Dios, tengo varias amistades que son de más allá de los límites de la ciudad donde vivo. 

Algunos de mis mejores amigos

Tengo dos mejores amigos más: Emilio y Waldo. Con ellos paso momentos geniales. Tenemos nuestras mismas creencias en cuanto a religión se refiere, por lo que coincidimos en varios aspectos. Hace poco vinieron, junto con Benjamín, otro amigo, a conocer mi nueva casa. Son unos buenos amigos. Y siempre han estado ahí cuando los necesito.

Más lejos, en Yungay, vive Geraldine. La conozco hace mucho tiempo, serán unos 6 años más menos. Y a pesar de la distancia, siempre nos hemos mantenido en contacto, a pesar de que varias veces nos alejamos por meses sin hablar. Me ha aconsejado cuando tengo problemas y si ella los tiene, acude a mí. La amistad y el cariño esta, y eso sobrepasa cualquier barrera, ya sea tiempo o distancia.

Karina es una amiga de Santiago con quien compartía mucho antes de que fuera novio. Siempre me pide que la ayude en sus problemas. Es una buena amiga, aunque algo loca. Siempre es bueno un poco de locura en las amistades. De lo contrario, todo sería muy monótono.

La importancia de las buenas amistades

Me demoraría mucho si hablara de todos mis amigos. Tengo hasta algunos en el extranjero, como de Uruguay, El Salvador y México. La cuestión es que cuando uno se siente decaído, siempre puede recurrir a los amigos. Ellos son la familia que uno escoge. Y es genial recibir el cariño y el apoyo de ellos. El hecho de que Dios nos creara con la capacidad de ser sociales y de demostrar amor hacia otras personas demuestra que, efectivamente, Dios quiere que vivamos la vida a plenitud y que la disfrutemos, no solos (aunque es necesario algunas veces la soledad como les mencioné al principio), sino compartiendo nuestras vidas con los demás. Pero, para conseguir buenos amigos, hay que ser un buen amigo. ¿Cómo se logra eso? En el siguiente artículo seguiremos conversando sobre la importancia de la verdadera amistad. 

¿Y tú? ¿Tienes buenos amigos? ¿Cómo son ellos contigo? ¿Cómo crees tú que uno debe ser para considerarse un buen amigo? Conversemos en los comentarios. ¡Nos vemos en una siguiente entrega, aquí, en Donde Panchito!

miércoles, 29 de marzo de 2017

235. Las incongruencias de la vida

La vida puede ser muy injusta algunas veces...

De cuando en cuando, observo ciertas situaciones en mi diario vivir que me llaman la atención. Y lo que me sucedió hace un par de meses un día de verano de paseo junto con un amigo a Lenga, me llamó poderosamente la atención. Me hizo pensar en las incongruencias de la vida... en que la vida muchas veces es terriblemente injusta.

Como les decía, hace un par de meses iba con Sebastián (un amigo de acá de Lirquén, no mi primo) en mi auto rumbo a Lenga, una caleta cerca de Concepción. Varias veces he hablado de ella y pronto estará en "Viajando con Panchito". En un cruce semaforizado, debíamos doblar a la izquierda, pero para ello hay que esperar la flecha verde del semáforo. En eso estábamos cuando, de la nada, aparece un joven, de unos 25 ó 30 años, y se pone al lado de la ventanilla de mi auto, a mi lado. Golpea insistentemente el vidrio y cuando lo miro, simplemente me dice: "Deme una moneda"

Yo lo quedé mirando un par de segundos. O sea, si vas a pedir plata porque sí, por último pídelo por favor. No sé si el joven estaba enfermo como para no trabajar como lo hace todo el mundo, pero no me dio ganas de darle dinero. Al decirle que no, se enoja y furioso sigue hacia el auto que estaba atrás.

Sebastián miraba la escena, y pensaba decirle el por qué no le di dinero, cuando por la otra ventanilla, la del pasajero (donde iba Sebastián) aparece un viejito, de unos 75 años aproximadamente, vendiendo dulces en silla de ruedas. Bajo la ventanilla y me dice: "Joven, ayúdeme comprando alguna cosita". 

Al ver al anciano, en una silla de ruedas, y más encima haciendo esfuerzos por vender, saqué $500 que tenía guardados y le pedí dos bolsitas de gomitas de eucaliptu de $200 y que se dejara los $100 del vuelto. El abuelo sonrió. "Muchas gracias joven. Que Dios le bendiga", y siguió con su trabajo.

¿Cuál es la diferencia de ambas personas? Ambos necesitaban el dinero, pero ¿notaron cómo intentaban obtenerlo? El joven, a base de ningún esfuerzo, pidiendo limosna de auto en auto. No quiero se prejuicioso: No sé si tendría algún problema físico o algo por el estilo, pero al pensar en que un abuelo en silla de ruedas, 60 años más viejo que aquel joven, quizá con una pensión miserable luego de toda una vida de esfuerzo, sí podía trabajar para ganar dinero... No sé, todo eso da para pensar.

Y por eso el mundo está como está... y vamos de mal en peor...

sábado, 25 de febrero de 2017

234. Manual para aprender a botar basura


Vivimos en un mundo cada vez más descuidado con el entorno que nos rodea. No hace falta salir muy lejos para ver cómo hay basura desparramada por las calles, los pasajes, las plazas y en sinfín de lugares, incluso en donde existen basureros como para botar los desperdicios. Es una sociedad tan cochina y sucia, que incluso algunas veces me da rabia y asco ver cómo la gente contamina como si fuera la cosa más normal.Aquí va la descripción personalizada de la entrada que queremos mostrar y que sólo se verá en la portada del blog. Puedes repetir un fragmento de la entrada o agregar una descripción completamente nueva; ésta sólo será visible cuando la entrada esté resumida, una vez que el lector ingrese a la entrada esta descripción no se visualizará.

jueves, 16 de febrero de 2017

233. "¡Fuego!", parte 2

Quemar bosques es una aberración (Foto tomada de nuevatribuna.es)

Actualización 02.12.2022: Este relato ocurrió durante mi primer matrimonio. Por respeto a mi exesposa, he decidido borrar su nombre de este artículo.

Para leer este artículo, te recomiendo que leas la Parte 1.

Hasta el día 24 de enero pasado, mi vida iba relativamente normal. Justo ese día, en la tarde, comencé a escribir el artículo "Pirómanos a la vista", que hacía alusión a los incendios forestales que llevaban ya unos días ocurriendo acá en Chile. Pero lo que no sabía es que, al día siguiente, viviría en carne propia y de manera muy directa, cómo un incendio forestal puede cambiar la vida de la gente para siempre. Ponte cómodo: aquí va la segunda parte y final del especial "¡Fuego!".

"Vamos a buscar a mis papás"

Al día siguiente, miércoles 25 de enero, tenía libre en el trabajo. Ordené la casa e hice mis quehaceres. Mi esposa trabajó ese día. La fui a buscar a la hora de colación y almorzamos juntos en casa. La fui a dejar al trabajo para el turno de tarde a eso de las 3 de la tarde. Al horizonte ya veía algo de humo, pero lo consideré como un incendio sin importancia.

Inicio de los incendios ese día

Cuando la fui a dejar, cambié de planes. En vez de volver a casa, decidí ir a ver a mis padres. A la salida de Penco ya podía notar más humo. A medida que iba viajando a casa de mi padres, observaba que había otro foco de incendio que estaba creciendo mucho. Recién ahí comencé a preocuparme. Sin embargo, nunca pensé que la cosa iba a crecer tanto. Deducía que los bomberos serían capaces de apagarlo antes de que pasara a mayores.

Llegué a donde mis papás y desde allá (a unos 18 km de donde vivo) el humo se veía tenebroso. Estaba preocupado, así que salude a mis papás y luego pase a ver a mi abuela y a mis tíos y sus hijos. De broma le dije a Sebastián, uno de mis primos, que debía volver porque no sabía si el fuego llegaría a mi casa. Pero, curiosamente, durante los días siguientes, sí estuve preocupado por ello.

Vuelvo a Penco, paso por la interportuaria, donde el humo ya era demasiado. En el peaje, increíblemente, seguían cobrando, a pesar de tener encima una nube de humo horrible y estaba lloviendo algo de ceniza. Pagué (el peaje más encima subió $50) y llegué a casa. Vivo en un cerro, y desde ahí tengo una vista panorámica de toda la ciudad. Al fondo, veo que hay harto humo en la población Montahue, donde vivía antes mi esposa y viven actualmente mis suegros. Se lo comenté a mi esposa vía whatsapp (como saben, estaba en el trabajo) y quedó preocupada.

Al rato me dice: "Ven a buscarme al trabajo. Vamos a ir a buscar a mis papás". Raudamente tomé el auto y fui a buscarla. Y aquí, amigas y amigos, comienza lo que puedo llamar la parte más peligrosa y caótica que viví en los incendios.

"¡Deben bajar, ¡¡YA!!!"

Desde mi casa ya podía ver que el incendio avanzaba a Penco

Apenas se subió mi esposa al auto aceleré para ir a la población donde se veía mucho humo. Yo quería pensar de que el humo que veía era de más lejos. Pero al llegar a la entrada de la población (que es una calle en subida), estaba atestado de vehículos y carabineros no dejaban subir. Mi esposa se bajó del auto y subió a pie a la población. Intentando avanzar, quedé en medio del cruce, y un carabinero me grita: "¡Flaco, muévete!". A duras penas lo hice y pude estacionarme.

Entre paréntesis: agradezco al carabinero por lo de "Flaco". Lo tomé como un cumplido ^^

Volvamos a la historia. Luego de estacionar, subí también a pie hasta llegar a la casa de mis suegros. Había mucho humo y costaba respirar. Mi esposa estaba en casa, mis suegros aun no llegaban. Mi suegra estaba en un taco en la carretera por los incendios, y mi suegro venía camino a casa después del trabajo. Así que intenté por todos los medios convencer a mi esposa de que debíamos bajar, considerando que no sabíamos si llegaría el fuego a las casas.

A esa misma hora, al final arriba de la población, las llamas estaban llegando a las primeras casas. Los vecinos y los bomberos hacían lo imposible para poder apagar el fuego sin que se quemara alguna vivienda. Más abajo, nosotros esperamos a que llegaran mis suegros. La que llegó primero fue mi suegra. Le dijimos que bajara con nosotros, pero al no querer, e insistir en que esperaría a mi suegro, mi esposa y yo comenzamos a bajar, con la promesa de que, apenas llegara mi suegro, bajarían en auto y se irían con nosotros a mi casa. Al fin y al cabo, y siendo bien frio, si el fuego llegara a la población, la casa se quemaría igual, estando ellos o no adentro. Claro, quizás hayan podido hacer algo como para que no se quemara, pero prefería que no se arriesgaran por cosas materiales: la vida vale más que cualquier otra cosa.

El fuego en la carretera

Bajábamos con mi esposa hacia donde dejé el auto (como referencia, lo dejé en el calendario que está a la entrada de Penco). En eso, la gente comienza a correr calle abajo. Miro a mi derecha y con mi esposa nos comenzamos a desesperar. El fuego venía quemando el bosque que había ahí. No había tiempo que perder: debíamos bajar rápidamente. El humo estaba sofocante.

"Amor, llama a tu mamá y dile que baje. El fuego está más cerca" le grité a mi esposa, quien no pudo comunicarse con ella. La llamé muchas veces insistiendo, e incluso suplicándole, que bajaran. Estaba muy preocupado. "¡Deben bajar, ¡¡YA!!!", le gritaba por el teléfono. En eso, alguien grita: "Muévanse, el fuego viene ahí". Y, en efecto, el fuego estaba acercándose a los autos. Así que tuvimos que irnos al otro lado de la carretera. Mi esposa lloraba. Estaba desconsolada y yo intentaba tranquilizarla. Finalmente, ella decidió subir a buscarlos a pie, y yo los esperaría mientras bajaran, ya que mi esposa insistió en que no subiera con ella. Debía estar atento por si debía mover el auto rápidamente.

En eso, comienzo a sentir un calor horrible (más de lo que ya había sentido ese día). Miro hacia atrás y el fuego había llegado al borde de la carretera. Debía huir nuevamente. La foto que pondré a continuación muestra algo de lo que vi ese día. Comprenderán que por razones obvias no saqué muchas fotos debido a lo delicado que estábamos viviendo.

Mi casa rodeada por los incendios

Finalmente, mi suegra bajó con mi esposa y llegamos a Casa. El incendio no llegó donde mis suegros, y eso es bueno. Sin embargo, durante varios días tuvimos que convivir con el fuego, el humo y el calor extremo. En Conce llegamos a 38 grados aprox., algo totalmente alocado e inusual. En Bulnes, cerca de Conce, llegaron a 45 grados. ¡45! Esa noche no dormí porque al fondo veía el fuego que podía acercarse a casa. Al día siguiente con un sueño extremo fui a trabajar. Los militares estaban custodiando los servicentros y los supermercados, por si habían intentos de saqueo.

Todo ha pasado por ahora

Terminando este pequeño especial (que iban a ser de 4 partes, pero lo dejé en 2 para poder continuar con mis otros artículos) puedo decir que lo que viví a finales del mes pasado no se lo doy a nadie. La sufrimos toda, y estoy consciente de que hubo gente que la pasó peor. Pueblos destruidos, personas fallecidas, bosques quemados... fue una tremenda tragedia. La cosa acá se ha calmado. Llevamos nuestras vidas normales, esperando que nunca, pero nunca más, suceda algo siquiera parecido a lo que vivimos semanas atrás.

Aprovecho de saludar a todos quienes se preocuparon por mi, ya sea llamándome, wasapeando o escribiéndome en la página de Facebook. Estamos bien acá en Penco. Lo peor ha pasado. Y gracias también porque hace unos días hemos sobrepasado la barrera de las 200 mil visitas. ¡Muchas gracias a todos! Y nos vemos pronto en una nueva entrega acá en Donde Panchito. ¡Hasta entonces!