La foto es referencial :) (Foto tomado de "A todo Bus Chile") |
Hace más de tres años que poseo mi propio vehículo. Me tomó otros tres años poder juntar el dinero necesario para comprarlo, por lo que ese autito es fruto de un gran esfuerzo. Por eso lo cuido con esmero. De cariño le digo "hijo", y le hago todas las mantenciones que corresponden. Sin embargo, por muy bien que uno cuide el auto, siempre hay cosas que escapan al control de uno. Un pinchazo, por ejemplo.
Eso me sucedió. Pero no fue un pinchazo en realidad. Manejaba tranquilamente, pero cuando frenaba el auto tambaleaba para todos lados. Eso sólo ocurría cuando frenaba, y por más que le miraba, no sabía por qué hacía eso. Así que un amigo me recomendó un lugar donde podía revisar mi auto. Lo llevé y el mecánico me dijo que me tendría una respuesta al día siguiente. Así que, de vuelta a casa desde el taller, ubicado en Lirquén, tenía que tomar una micro, y esa micro fue una Ruta las Playas, sin imaginar la experiencia que viviría dentro de ella.
Locura al volante
Es de conocimiento público que los choferes de micro, en su mayoría, exceden la velocidad máxima permitida mientras conducen. Y si bien es cierto cuando uno va atrasado lo agradece (aunque esté mal), lo cierto es que casi siempre se pone en riesgo tanto a los pasajeros como a otros conductores.
Cuando me subí a la micro aquel día, llevaba ya varios meses sin subirme a una, por lo que había olvidado cómo eran estas locas carreras. El viaje al principio fue tranquilo, hasta llegar al Centro de Concepción, donde se quedó pegado esperando pasajeros en un paradero como por 15 minutos. Yo, igual estaba algo urgido, porque quería llegar a casa antes de que oscureciera. En eso, la micro parte rápidamente, tan rápido que quienes iban buscando asientos dentro de ella casi se caen. No entendía por que había partido tan aprisa, hasta que miro por la ventana hacia atrás y... ¡NO! Godzilla venía atacando la ciudad Otra micro de la misma línea lo había alcanzado. Lo que me temía estaba pasando: comenzaría una alocada carrera por captar pasajeros.
Loca carrera entre dos Ruta las Playas
Super Ruta las Playas Kart 64 |
Es que esta carrera comenzaba tan alocadamente, que ya veía que un chofer le tiraba un plátano al otro, cual Mario Kart, para que se resbalara. Pasaban los vehículos, los peatones, los semáforos, las casas... Los lomos de toro se los comían y saltábamos dentro de la micro con los hoyos del camino. Fantasilandia no era nada: estaba en el boomerang versión Ruta las Playas.
En un intento desesperado por terminar con este infierno, uno de los pasajeros toca el timbre de la puerta trasera para bajarse de la micro. Ésta frena justo en un semáforo en rojo y el chofer abre la puerta para que el pasajero baje. Éste lo hace, pero apenas pisa el piso, la micro arranca, sin esperar que el pasajero baje como corresponde. Claro... si se le estaba yendo su contrincante pos, debía apurarse para no perder pasajeros.
Llegamos a Hualpén, cerca de casa de mis padres, cuando llegaba la hora de bajarme. Estaba algo temeroso, puesto que, a pesar de que ya no había muchos pasajeros que recoger y el otro chofer ya había quedado atrás, la micro continuaba su alocada carrera por entre medio de calles angostas. Al final, toqué el timbre para bajarme en el Cerro Amarillo. Se abre la puerta y pude bajar sin problemas. La micro se va y se pasa el semáforo en rojo. Pffff...
¿Hasta cuándo?
Mi pregunta, estimado lector, es: ¿Hasta cuándo deberemos aguantar que algunos choferes - no todos, por cierto -, manejen como se les pegue la regalada gana, como si fueran amos y señores de las calles? Yo con mi autito chiquitito tengo que hacer malabares para que los microbuseros me puedan ver. Se saltan semáforos en rojo, se comen los discos pare, adelantan donde no corresponde, hablan por celular, manejan a exceso de velocidad, no dan boleto... ¡En las noticias hace algún tiempo mostraron a un chofer que se afeitaba mientras conducía!
Insisto, no son todos. Al contrario, son los menos, un porcentaje relativamente pequeño comparado con el gran número de choferes que hay en Conce. Pero esos menos no deberían existir: TODOS sin distinción deberían manejar como corresponde; al fin y al cabo, pagamos pasaje, y merecemos un viaje seguro y cómodo.
Y a ti: ¿Te ha pasado algo similar viajando en micro? Te espero en los comentarios y nos leemos en una siguiente entrega. ¡Chau!
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