Ya es hora, queridos lectores de mi blog, de una nueva entrega de la sección Experiencias de un simple cajero. En esa ocasión quiero contarles dos cosas que me sucedieron en mi antiguo trabajo.
¿Se regala la fruta?
Si mal no recuerdo, tiempo atrás, en esta misma sección, les conté que donde yo trabajaba se vende frutas. Pero los precios son... digamos... un poquitito más caros que en otros lados. Sin embargo, lo que quiero contarles no tiene absolutamente nada que ver con el precio de tales frutas, sino por una situación que sucedió cuando un cliente llegó al local, y al parecer, nunca había visto aquellas frutas.
Verán, estaba atendiendo en mi caja, vendiendo productos y pedidos de comida, cuando llega un cliente a comprar algunos refrescos. En eso, ve las canastillas con las frutas, donde está claramente rotulado el precio de las manzanas, naranjas, plátanos y peras. Comienza a observarlas. Le gustó una naranja y, tomándola, me mira y me pregunta: "¿Esta fruta la están regalando? Qué bueno que hagan eso".
Yo quedé marcando ocupado. No vio los cuatro letreros que indicaban que cada fruta costaba $450. Mis compañeros de turno estaban aguantándose la risa por la pregunta del cliente. Una le responde: "No caballero. No se regala. Se vende. Valen $450 cada una de las frutas". El cliente puso una cara muy apenada y lentamente soltó la naranja, dejándola en la canastilla. Compró los refrescos y se fue.
Gracias por asaltarme
No es primera vez que digo que donde trabajaba los productos era excesivamente caros. Para ilustrarlo, una Monster costaba $2.100, y en algunos supermercados habían promociones de dos Monster por $2.500. Lo increíble es que aun así, mucha gente iba a comprar. Y ese es el caso de un cliente que decide comprar varios productos en el local, y obviamente le sale una cuenta algo abultada.
No dice nada, simplemente paga. Al entregarle su vuelto le agradezco su visita y me dice: "Gracias a ti por asaltarme". Tomó sus cosas y se fue. Yo quedé pensando: "Bah, como si yo te obligara a comprar acá. Si no te gusta o es muy caro, anda a comprar a otro lado". Luego pensé que, en realidad, difícil encontrar un local en medio de una carretera, y ese es el motivo por el cual se aprovechan y ponen precios algo exorbitantes.
Amigos. En la página de Facebook subí un adelanto de una nueva entrega referente a la contaminación. Es un pequeño vídeo de 30 segundos. Te lo dejo a continuación. Así te enterarás de lo que se viene. ¡Saludos para todos ustedes!
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Encuentro muy feo de tu parte que te burles de un cliente. Cobras muy caro por una mísera fruta y más encima te ríes de ese pobre cliente.
ResponderBorrarMal ahí Panchito. Te me caíste.
Anónimo: Justo estaba en el PC cuando me percato que has comentado en este artículo. Agradezco tu comentario que... bueno... lo consideraré como crítica constructiva.
BorrarSin embargo, viendo que estas insinuando algo que no es así, deberé contestar este comentario para poder limpiar mi honra, o algo así. Lo que dices tú, eso de que me burlo del cliente y me río de él no es cierto. Te invito a que releas el artículo para que veas que te digo la verdad.
Si lees con detenimiento, cuando el cliente me pregunta si la fruta se regala, los que se rieron fueron mis compañeros de trabajo, no yo. El texto dice: " Mis compañeros de turno estaban aguantándose la risa por la pregunta del cliente", por lo que se indica claramente que yo no me burlé de la pregunta del cliente.
Ahora bien, me carga que me digan que COBRO muy caro, como si yo fuera el encargado de poner los precios. En el mismo artículo indico que las empresas se aprovechan de ciertas circunstancias (en este caso, que no haya ningún negocio cerca) para poner los precios a su antojo. Sé que $450 es caro para una fruta. Pero yo no puse el precio. Que te quede claro.
Para concluir, te sugiero, en buena, que leas con atención lo que escribo antes de comentar, y que cuando lo hagas me des tu nombre, para que mi respuesta sea más personalizada.
Saludos!
Dejalo amigo, este nació al revés, no paso 1ro básico
BorrarAnónimo: debo responder los comentarios de quienes me escriben, así ellos verán que estoy preocupado de leer sus impresiones, aunque no sean del todo mi agrado. A todo esto, ¿cómo te llamas?
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