sábado, 19 de mayo de 2018

295. La triste historia del falso tsunami, y de cómo en un dos por tres terminé en la punta de un cerro.


En el año 2010, y como recordarán muchos de quienes lo vivieron, ocurrió uno de los terremotos más grandes en la historia de la humanidad. Ese día 27 de febrero, cientos de personas murieron a causa de derrumbes o del tsunami que, posteriormente, arrasó con varios kilómetros de costa chilena.

Como chilenos, en general, tenemos una cultura sísmica. Al fin y al cabo, vivimos en un país altamente sísmico. Cada cierto tiempo los terremotos nos sacuden y debemos lidiar y convivir con eso. No hay escapatoria.

Pero, antes de ese terremoto del año 2010, sucedió algo bastante curioso, y que incluso se puede catalogar como tragicómico, pero viendo el trasfondo del asunto, en mi caso personal me sirvió como preparación para lo que iba a suceder tiempo después. Déjenme contarles.

"No señora. No sucede nada. Puede dormir tranquila"

Remontémonos atrás en el tiempo y lleguemos al mes de enero de 2005, hace ya más de 13 años. En ese entonces tenía sólo 14 años. Había pasado a segundo de la secundaria. Dormía plácidamente en mi cama cuando, de pronto, mi madre nos despierta a mí y a mis hermanos de manera brusca. "Se está recogiendo el mar - dijo -. Debemos huir al cerro".

Pensaba que era una broma. No habíamos sentido ningún temblor, ni tampoco habíamos oído de algún terremoto en el extranjero como para que llegara un tsunami a donde vivíamos. Mi mamá estaba nerviosa, y con algo de miedo. Nos levantamos y mi papá comenzó a sacar el auto. Mientras, uno de mis hermanos le dijo a mi madre que llamara a los carabineros (policía) para averiguar bien el asunto. Y pues lo hizo.

"No señora. No sucede nada. Puede dormir tranquila. Es sólo un rumor", le respondieron por el teléfono. Sin embargo, mi madre al mismo tiempo que hablaba con los carabineros, veía por la ventana cómo todos los vecinos agarraban algunas cosas, sus autos y sus familias, y se iban al cerro que quedaba a unos 1500 metros de donde vivíamos. Por consiguiente, no les creyó, y continuamos con nuestra huida.

Rumbo al cerro

El Cerro Amarillo, uno de los lugares donde la gente huyó
Mi hermano mayor tomó la cámara de vídeo familiar consigo para grabar el tsunami que iba a acabar con la población donde vivíamos. No recuerdo si sacamos algo más. Seguramente llevamos algunas frazadas y cosas por el estilo. Nos subimos al auto y nos fuimos rumbo al cerro, como los demás.

Nosotros huimos a ese cerro. Es que
es más alto pos
Para llegar a la cima, primero hay que cruzar una avenida, que divide la población con el cerro. Nos era urgente llegar lo antes posible, de lo contrario podríamos ser llevados por las olas... o al menos eso pensaba en un principio. Pero lo que recuerdo perfectamente es que no me cuadraba que, si todos íbamos arrancando por salvar nuestras vidas, no tenía sentido respetar el semáforo... Y eso era lo que justamente hacíamos. Nos dio el semáforo rojo, y paramos. Unos pocos autos pasaron del otro lado, y aunque íbamos apurados, mi padre no cruzó hasta que el semáforo cambió a verde. Muchos hicieron lo mismo.

En fin, luego de bordear una pequeña laguna, subimos y llegamos a la cima. Por fin estábamos seguros. Mi hermano sacó la cámara de vídeo, listo para grabar. Había mucha gente arriba... muchísima. No me podía imaginar que fuera una broma. De seguro en algún noticiero lo habían dicho. Eran ya casi las tres de la mañana.

"Vuelvan a sus casas"

Era verano, pero a esa hora hacía mucho frío, así que me metí al auto mientras los demás quedaron afuera conversando con vecinos y otras personas. Mi hermano intentó prender la cámara, pero olvidó la batería. No sirvió de nada llevarla porque no podría grabar nada. Aun recuerdo que tenía ganas de grabar para poder darle las imágenes a algún canal de televisión más adelante.

Otro detalle que recuerdo perfectamente es que habían muchos caballos pastando en la cima del cerro. Todos estaban muy tranquilos, a pesar de la cantidad de gente que había a su alrededor. Pensaba que los animales por lo general tienden a sentir estas cosas de sismos y terremotos y se ponen nerviosos. Pero estos caballos estaban muy apacibles. Habían algunos durmiendo incluso. De pronto, escucho que en el auto de al lado habían puesto la radio biobío, así que hice lo mismo: prendí la radio del auto. Eran las 3 en punto de la mañana.

Y, en la radio, una voz que decía: "No pasa nada. Es falsa alarma. Vuelvan a sus casas. No pasa nada. No hay tsunami". Cuando escuché eso, sólo atiné a reír. Le dije a mis padres, escucharon la radio, y bueno... nada que hacer. Volver a casa. Pero... que un tumulto de gente bajara al mismo tiempo por un camino de ripio angosto... nos iba a tomar tiempo. Así que mi padre le dijo a mis hermanos que bajaran a pie. Les dio las llaves de la casa y se fueron.

No recuerdo cuánto demoramos en bajar, pero al llegar a casa mis hermanos nos dicen que no fue necesario la llave de la casa, porque al salir apurados, la puerta principal quedó abierta. Gracias a Dios nadie nos robó. Seguramente todos andábamos en el cerro y nadie se quedó en la población.

Lecciones de lo vivido

Debemos estar preparados siempre en caso de terremotos
De este evento tragicómico podemos aprender muchas cosas. Primero, que un rumor puede ser catastrófico. Antes de llegar y creer todo, deberíamos averiguar bien las cosas. Segundo, que hay que estar siempre listos. Esto fue sólo una falsa alarma, pero así nos dimos cuenta que habían cosas en las cuales trabajar: tener un plan de escape, qué hacer en caso de terremoto si todos estuviéramos en lugares diferentes, armar una mochila de emergencia, etc. Lo otro es escapar a pie. En catástrofes como terremotos, las calles estarán obstaculizadas y con escombros. No tendría mucho sentido escapar en vehículo, ¿no?

Cinco años después vivimos en carne propia un terremoto, se los conté en su momento (más información en los artículos 104, 105, 107, 109 y 110). Siempre debemos estar preparados en caso de cosas así. Chile es un país que exige estar listos frente a la adversidad. ¡Ah! Como un dato curioso, una familia amiga salió arrancando a Santa Juana (por una carretera que bordea el río Biobío) ese día del falso tsunami. A la mañana siguiente volvieron a casa y ahí se percataron que se les había quedado su hijo menor... Cosas que pasan.

¿Y tú? ¿Viviste el "Falso Tsunami"? ¿O un terremoto? Hablemos en los comentarios. Saludos amigos.
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