martes, 24 de agosto de 2021

385. Series de televisión 20: El mundo del profesor Rossa


Y es hora de volver a hablar de las series de televisión. Sí, porque de hace tiempo que no lo hacía, y en esta ocasión quiero viajar a mi niñez, una vez más. Hace una semana, en el Podcast hablamos de la Nostalgia, y de cómo ciertos programas de televisión marcaron nuestra infancia y adolescencia. Y hoy quiero hablarles de uno de ellos. Con ustedes "El Mundo del Profesor Rossa".

jueves, 19 de agosto de 2021

384. El Diseñador Invisible de Organismos y Sistemas

Escucha este artículo (1:26 min)

Una interesante reflexión en un colegio cualquiera
Foto extraída de naturlider.com


En una clase de naturaleza en un colegio, el profesor explicaba acerca de lo maravilloso que es nuestro planeta. Explicó los sencillos pero increíbles procesos del ciclo del agua, la fotosíntesis y la capa de ozono como barrera para cuidar este hermoso lugar. Al final de la clase, cuando ya había explicado todo, un alumno le preguntó al profesor:

sábado, 14 de agosto de 2021

383. Operación Panchito, parte 3



Hace algunas semanas les relaté sobre mi accidente de tránsito que tuve por culpa de una irresponsabilidad de otro conductor al cruzarse cuando no debía hacerlo. En este artículo les contaré todo el proceso que he vivido desde entonces, que no ha sido fácil, puesto que este accidente me ha mermado considerablemente mi vida en lo que respecta a mis quehaceres. Pero, puede que alguien, en especial si me lees de hace poco, se pregunte: "¿Por qué es la tercera parte de Operación Panchito? ¿Acaso ya has hablado de este tema antes?".

¿Cómo me fue en la operación del dedo de hace unas semanas?
Bueno... sí y no. ¿Cómo así? Es que, efectivamente he hablado de operaciones anteriormente, pero no de lo que me sucedió ahora en el accidente. Años atrás les relaté en dos partes una operación por un quiste, relato que puedes leer aquí. Ya, pero vayamos a la historia en sí. ¿Cómo han sido para mí estos días después del accidente?

miércoles, 11 de agosto de 2021

382. Viajando con Panchito 16: El Tobogán, Cochamó

Más de un año después, por fin un nuevo artículo de viajes. Espero que les guste...


Después de más de un año sin actualizar esta sección, hoy hay una nueva entrega de "Viajando con Panchito". En este nuevo artículo les comentaré sobre un lugar que conocí este año, en mis últimas vacaciones. Es un lugar hermoso, casi virgen, donde uno puede entrar en contacto estrecho con la naturaleza y la creación. Y, si bien es cierto estuve a punto de tirar la esponja (ya sabrán por qué), no me arrepiento de todo lo que tuve que sufrir para llegar a destino. Nos vamos al sur de Chile, a Cochamó.

Vacacionando en Pandemia

A principios de año la Pandemia estaba en su apogeo, entre la primera y segunda ola de contagios. En la actualidad los casos han bajado notoriamente y hay más libertades, pero en marzo no era tan así. El gobierno permitió que pudiéramos salir de vacaciones (tomando todas las medidas de resguardo correspondientes) sacando un permiso especial. Me fui de Concepción rumbo al sur un día antes de que comenzara una cuarentena que se extendió por un par de meses. Si no hubiera salido ese día viernes, las vacaciones se habrían ido a las reverendas.

En este portal se podía obtener el permiso de vacaciones


Pues bien, llegué a Petrohué, un villorrio que queda cerca de Ensenada, comuna de Puerto Varas, Región de Los Lagos (ya hablé de Petrohué en un anterior artículo de "Viajando con Panchito". Puedes leerlo aquí). Alojé con un amigo donde una familia amiga, así que el ambiente era familiar. El lunes decidimos junto con unos amigos a ir al lugar que quiero mostrarles hoy: El Tobogán. Veamos de qué se trata, y qué tan lindo es.

Una laaaarga caminata 

Si vienes del norte, puedes desviarte en Osorno hacia la cordillera, por la rivera norte del lago Llanquihue, y en Ensenada seguir al sur hacia Cochamó. De Concepción a Cochamó son unos 681 km.

Cochamó (foto tomada de Wikipedia)


Para llegar a Cochamó, puedes guiarte por el mapa que adjunto en este artículo. Cochamó es un pequeño pueblo de unos 4 mil habitantes ubicado al sureste de Puerto Montt (capital regional). No puedo decir mucho de Cochamó porque sólo pasamos de largo, puesto que el camino hasta El Tobogán es largo. Pero, pasando el pueblo, a unos 5 km hay una bifurcación a la izquierda, yendo hacia la cordillera. De ahí, son unos 5 km más de ripio hasta un estacionamiento, donde hay que dejar el vehículo y continuar la travesía a pie. Luego les daré un dato en Cochamó que es imperdible si andas por esos lados.

Como dato curioso, Cochamó viene del mapudungún, que significa "donde se unen las aguas". Esto, debido a la unión del estuario del Reloncaví con el Océano Pacífico.

Pues, tal como les dije recién, para llegar a El Tobogán hay que hacer una caminata... digamos que no es tan extrema, pero en mi caso particular fue mi primera caminata de esta índole, y junto con mis amigos demoramos casi 5 horas en llegar. Un camino cansador, y a ratos sentía que no podía seguir y me arrepentía de haber ido. Pero, luego de ese trayecto, que son unos 13 km., pudimos llegar. Ah, pero antes, tuvimos que cruzar un estero.

El camino de ripio llega hasta donde dice "Quila". De allí hay que caminar hasta El Tobogán (en la esquina superior derecha de la imagen)


El lugar es sencillamente hermoso. Es que no tengo palabras para describirlo. El tobogán es una formación rocosa por donde cae una cascada. Uno se puede deslizar por allí como si efectivamente fuera un tobogán. No hay playa. El borde del río es de muchas, pero muchas piedras... y mucho verde también. Había algo de gente (era principios de marzo y ya muchos no estaban vacacionando) pero, aun así, uno puede disfrutar de la naturaleza. La caminata se realiza bordeando el río Cochamó, y aparte de cruzar el estero antes de llegar a destino, pasamos por acantilados, zonas rocosas, barro, puentes colgantes y hasta tuvimos que usar un tronco caído para cruzar por un pequeño barranco. Emocionante, pero muy cansador (por lo menos para mí, que no tengo el físico para esas cosas XD).







Vista panorámica del sector. Precioso.

Totalmente recomendado. Y, luego de regresar los 14 km recorridos, volvimos a Cochamó y pasamos a un local donde ofrecen pastelería y cafecitos, además de cositas para comprar de recuerdo. Su nombre es "Matería Cochamó", y es atendido por sus propias dueñas. Es sencillamente bakán. Atención familiar y el ambiente es muy grato (a la izquierda verás algo de lo que comí. Muy rico por cierto). Aprovechamos de descansar los pies, en especial una de nuestras amigas que se torció cuando veníamos de vuelta. Si quieres conocerlos, te dejo su cuenta de Instagram aquí.

En Cochamó puedes encontrar servicios básicos: supermercado, almacenes, hospital, correo y más. No recuerdo si había una bencinera, pero siempre es mejor ir sobre seguro y llenar el estanque en Ensenada, donde sí recuerdo que hay una porque ahí llené el estanque luego del viaje de Concepción a Petrohué. Y sí: volvería de nuevo. El sur de Chile es precioso. Espero tener la oportunidad el otro año de ir nuevamente y conocer nuevos lugares, y así contárselos a ustedes en "Viajando con Panchito". Hasta el siguiente artículo.


miércoles, 4 de agosto de 2021

381. Flojera

Escucha este artículo (4:12)
Hoy hablaré de otra pandemia mundial que no distingue a nadie... la flojera



De hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir este artículo. Pero necesitaba un impulso para hacerlo. Y hoy lo conseguí: estoy acostadito en mi cama mientras redacto este nuevo artículo para ustedes, guardando reposo luego de mi operación al dedo, que fue un éxito (pronto les relataré mi experiencia mientras estuve hospitalizado). Y bien: aquí estoy, listo para hablar de una plaga que, pareciera ser, se extiende cada vez más, en especial entre los jóvenes (no todos... no hay que generalizar). Hablo de la flojera.

Es bueno flojear de vez en cuando: de eso no hay duda. Después de una ardua jornada laboral o de clases, es merecido descansar y flojear. En mi caso, ahora que debo guardar reposo por mi accidente, también flojeo. Pero hay algunas clases de flojera que no necesariamente son positivas y, por lo menos a mí, me preocupan.

Tener clases por internet no significa que hay que ser menos
responsables con los deberes (foto tomada de https://agenciapi.co)


Como ya deben saber, mi padre hace clases: es profesor. Con esto de la pandemia las clases ha tenido que realizarlas de manera virtual por internet. Al margen de que con esto los alumnos simplemente deben encender un computador y conectarse para tener clases, sin tener la necesidad de levantarse temprano, ir a un paradero, tomar un bus y llegar a la Universidad y ahí recién tener clases, me sorprende lo flojos que pueden llegar a ser algunas veces. Y eso que hoy no hablaré de los faltos de respeto que algunas veces estos alumnos tienen contra sus profesores (mi papá en este caso), o que vea con tristeza cómo mi padre se esfuerza, a sus casi 70 años, en aprender a usar la plataforma virtual para impartir clases, y sus alumnos ni siquiera sean capaces de encender la cámara, o de dar las gracias luego de terminar una clase.

Insisto: no estoy generalizando. Sé que no todos los alumnos son así. Hay varios que sí agradecen lo que los profesores hacen. Y, si bien es cierto esta pandemia ha afectado a todos, no debe usarse como excusa para ser... como los del ejemplo que citaré, y que da el título a este artículo.

Hace un tiempo, mi padre mandó un instructivo a sus alumnos (instructivo entregado por la casa de estudios donde hace clases) para que pudieran descargar un programa especial en sus computadoras y así poder continuar con las clases, ya que ese programa es indispensable para que los chicos siguieran con su proceso de aprendizaje. Pasaron varias semanas hasta que, cuando llegó la clase donde comenzarían a utilizar el programa, una gran cantidad de alumnos recién en ese momento, indicaron que no lo habían descargado.

¿Excusas? Muchas: algunas válidas, como que no se conectaban desde un PC sino desde un celular. Es comprensible, y la casa de estudios les dio soluciones para aquellos alumnos. Pero algunas excusas... simplemente son intolerables. "Se me olvidó", o "No sé cómo descargarlo", fueron algunas. Jóvenes sobre 18 años que no saben descargar un programa de internet... ¿De verdad? La Universidad les da un instructivo paso a paso para descargarlo, y aun así NO PUEDEN. Pero si fuera un juego o una serie, ahí lo descargan hasta con los ojos cerrados. Si no pueden descargarlo con el instructivo, ¿no pueden preguntar? ¿Tienen que pasar semanas para que, recién, avisen que no pudieron? FLOJERA.

¿Y qué tal eso de que se les olvidó? Pero si están en clases, ¿Cómo se les va a olvidar? Esas cosas no deben olvidarse. Mi conclusión sobre este asunto es que son flojos. No le hallo otra explicación. Y lo curioso es que, al hacerles ver su error, se enojan, se frustran, se sienten menoscabados y pasados a llevar. No les pueden llevar la contraria. 

Con esta clase de alumnos que, vuelto a insistir, no son todos (y disculpen que sea tan majadero en este punto, pero últimamente la gente anda muy sensible a todo y te pueden hacer un escándalo de proporciones), yo me pregunto: ¿Hasta dónde llegaremos? Frente a esta pregunta, yo, por lo menos, aun no tengo respuesta... y así como vamos, no se ve una respuesta en el corto tiempo.