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| La entrada de un supermercado |
El año 2009 marcó un antes y un después dentro de mi vida. Hastiado de estar en la universidad por obligación, sin motivación y con muchas ganas de arrancar de mis compañeros, decidí enfrentar a mi padre y, movido por intereses espirituales, abandoné mi carrera y me dediqué a buscar trabajo. Primero fue de cartero, ¿se acuerdan? Luego trabajé vendiendo gas en mi ciudad, y actualmente trabajo como cajero part-time en un supermercado. El resto del tiempo lo dedico entre mis amigos, mis actividades espirituales (reuniones y predicación) y estar con la familia.
Me siento muy feliz, porque me he dado cuenta de que si uno se propone las cosas en la vida, con esfuerzo y dedicación las puedes lograr. Mi meta era muy simple: conseguir y mantener un empleo a pesar de no poseer estudios superiores. Y si bien es cierto muchas personas me han dicho que no es la gran cosa ser cajero, puedo asegurarles que no cualquier persona puede serlo. De hecho, cuando me contrataron, me exigieron tener una alta capacidad de trabajo bajo presión. No comprendí mucho eso, pero con el correr del tiempo me ha quedado super claro.
A lo largo de este año y tanto como cajero me han sucedido muchas experiencias graciosas. Y no solamente graciosas, sino curiosas e incluso peligrosas. En este pequeño artículo les contaré tres experiencias que me han sucedido, tres de las muchas que me ha tocado vivir. No se preocupen: más adelante tocaré más experiencias.
"Hola guapo"
Llevaba aproximadamente unos 5 meses trabajando en aquel supermercado. Faltaba poquito para obtener mi contrato indefinido. Estaba en la caja 7 cuando, de pronto, aparecieron dos chiquillas ligeras de ropa (era casi verano). Me miraron y yo, cordialmente como lo hago con todos los clientes, las saludé con un "buenas noches". Una de ellas me respondió: "Hola guapo". Yo no atiné a hacer nada. Me quedé pegado unos segundos, con la pistola láser en la mano, y seguramente con la cara completamente roja.
Comencé a pasar los pocos productos que llevaban. En eso la otra joven me dice: "Tienes lindos ojos... ¿son verdes?". Yo le respondí: "¿Qué no te dai cuenta que son verdes, o soi daltónica?" "Son verdes". Sus miradas me acosaban y me sofocaban porque para más remate las jóvenes no eran para nada feas.
Lo peor vino cuando titubeé al dar el total de la compra. "¿Te ponemos nervioso?" me preguntó una. Esa pregunta al principio la hallé un tanto curiosa, pero después me molestó un poco por tal confianza que se habían tomado. "Jóvenes, paguen luego que tengo fila en la caja", les dije amablemente. Pagaron rápidamente y se largaron en un dos por tres...
Lo único positivo que rescato es que, por lo menos, tienen buen gusto :D
"Te comiste mi queso y mi jamón"
Hasta hace algunos meses, de las 21 cajas que tiene el supermercado, la caja 11 es la caja rápida, es decir, sólo pueden pasar que lleven hasta un máximo de 10 unidades. Justamente estaba en esa caja cuando, de pronto, aparece una señora con su esposo, este último en silla de ruedas. Llevaban pocas cosas, todas para preparar una pizza. Entre esas cosas, llevaban un poco de jamón y un poco de queso. Pagaron y, mientras retiraban sus cosas que les había empacado la empaque, pasó una señora que solamente compró dos bebidas. Ella pagó y se fue.
Habrán pasado unos 10 minutos cuando vuelve la señora, algo preocupada. "¿Sabe joven? - me dijo la clienta - Al llegar a casa nos dimos cuenta que no venía el queso y el jamón. ¿No se habrá quedado acá?". Revisamos y buscamos y no lo hallábamos. "Si hubiéramos encontrado algo, lo habríamos dejado en Servicio al Cliente", respondió mi empaque. En eso estábamos, conversando tranquilamente, cuando desde la entrada del supermercado (a unos 30 metros de mi caja) comenzamos a escuchar improperios y groserías. Miré y era nada más ni nada menos que el esposo de la señora, extrañamente ahora en muletas ¡Milagro! Lo que hace el enojarse con el cajero, ¿eh? Así que si está enfermo, enójese con un cajero y se curará al instante. "Prepárate - le dije a mi empaque -, esto se viene fuerte".
"¿Qué te creí, ladrón tal por cual? Te comiste mi queso y mi jamón..." fue lo mínimo que me dijo. Después de subirme y bajarme y de mandarle saludos a toda mi familia, e incluso a mi gato, le dije: "Cualquier reclamo, hágalo en servicio al cliente". Él fue y, al no haber nadie, el "caballero" volvió, esta ves amenazándome con las muletas que le devolviera su queso y su jamón. El griterío fue tal que llegaron dos supervisores y una jefa de sala para calmar la situación. El caballero ganó y se llevó su queso y su jamón que fueron a buscar nuevamente a fiambrería. Se fue celebrando como un cabro chico. Su esposa me pidió disculpas por su esposo. Eso fue loable.
Quizás te preguntes: "¿Qué pasó con el queso y el jamón que se había extraviado?". A decir verdad me lo comí junto con mi empaque a medias y nadie se dio cuenta, según la jefa de sala, la señora que venía a continuación, la de las dos botellas de bebida, descaradamente se robó el queso y el jamón. ¿Qué tal? Pagan justos por pecadores, ¿no?
"Por eso eres un mísero cajero"
Un problema habitual es cuando te quedas sin sencillo en caja. En esta ocasión no me quedaban billetes de 5000 y 1000 pesos, pero sí tenía muchas monedas de 500 pesos que anteriormente un caballero me había dado como pago por su compra. En eso aparece una señora que, a buenas y primeras, parecía una tranquila y dulce señora, como cualquier otra. Sólo traía una galleta, cuyo valor es de $89. Pagó con un billete de 10000 pesos. "¿No tiene nada de sencillo, ni siquiera $100?" le pregunté a la señora. "¡No! - me gritó - Necesito sencillo así que no me molestes y dame el vuelto rapidito" me respondió.
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| Una gaveta |
Cuando abrí la gaveta, pensé: "Si quiere sencillo, lo tendrá, porque no tengo billetes de 5000, ni de 1000". Le di los $9911 pesos en monedas de $500, $100 y $10. Cuando se las pasé en su mano, la señora explota en furia y me tira todo el vuelto hacia mi cuerpo. "¿Qué te creí cajero de porquería? No eres nadie y me dai esta porquería de vuelto: ¡Dame el vuelto como corresponde...!" me gritó, incluyendo una que otra grosería. "Disculpe, señora, su vuelto ya se lo entregué - le respondí tranquilamente -. Si usted decide tirarle SU vuelto de vuelta al cajero, es de su responsabilidad. Muchas gracias, hasta luego". La señora esperó unos instantes, pero yo seguí atendiendo al siguiente de la fila.
Una vez que recogió todas las monedas, me dijo, yéndose: "Por eso eres un mísero cajero". Yo no le respondí, para no seguir con la discusión. El caballero que venía después de la fila me dijo: "Vieja loca no más", jejejeje.
Pues bien, luego de haber leído este pequeño extracto de lo que sucede en la vida de un cajero, cabe preguntarse, ¿es fácil ser cajero? Mi experiencia dice que no... por lo que nunca mires en menos a los cajeros. Son profesionales en su oficio, y por algo están allí, atendiendo público. Gracias por su atención. :)
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| A eso le llamo yo "Posar"... ni siquiera está prendida la caja para atender :P |
















