458. Doble estándar


Hace algunas semanas acá donde vivimos nos enteramos de una noticia que a varios puso en alerta. Se puso en venta un gran terreno en el Santuario de la Naturaleza de la Península de Hualpén, que queda muy cerca de donde vivimos con mi familia. Es un terreno de 326 hectáreas pertenecientes al Fundo Ramuntcho. 

Al estar dentro de una zona protegida, muchos comenzaron a hablar indicando que el Estado debe comprar el terreno para que no se utilice ese lugar para construcción de viviendas y arruine esa zona ecológica. Hasta el alcalde de la comuna indica que pueden aprovechar los dineros de las multas pagadas por la ENAP (Empresa Nacional del Petróleo, que tiene sus instalaciones en la misma comuna, y ha tenido que pagar harto en multas por sus episodios de contaminación) para comprar el terreno en venta en Ramuntcho.

Hasta ahí todo suena bien. La gente está interesada en preservar este lugar. Personalmente voy constantemente para allá y es un hermoso sitio que, sin duda alguna, hay que cuidar y proteger. Desde hace unos días que andan recolectando firmas en toda la comuna a todo aquel que esté de acuerdo con que el Estado compre el terreno. Y muchos, cientos (o miles) han firmado. La pregunta es: ¿siempre tenemos esa disposición de cuidar nuestro entorno?

Una foto que saqué hace casi 20 años en la desembocadura,
ubicada en el santuario de la naturaleza península de Hualpén.

Hace muchos años atrás toqué el tema de la basura (algunos artículos son los números 147, 234 y 312), y de cómo la gente es tan cochina que ni siquiera son capaces de cuidar su propio entorno, su propia esquina, su propia manzana en donde viven. Es aquí donde me pregunto, sinceramente, ¿cuántas de estas personas que están tan preocupadas por el medio ambiente, y que temen que dañen el santuario, no mantienen limpio el lugar donde viven?

¿Será que sólo hay que mantener en óptimas condiciones sólo los lugares naturales que están lejos de las ciudades? ¿No hay que preocuparse también de que las zonas urbanas estén limpias? Lo pregunto porque, con mucha vergüenza lo digo, Hualpén no es una comuna linda que digamos, por mucho que algunos pocos se esfuercen por mantener limpio, o por mucho que la municipalidad construya áreas verdes en algunas zonas. ¿Exagero? Las fotos hablan por sí mismos:

Tanta es la flojera de la gente, que ni siquiera son capaces
de dejar las botellas dentro de los contenedores, que no
estaban llenos aún.

Una calle sin salida usada como vertedero

Habiendo un letrero de "No botar basura", lo hacen igual

Lo mismo que en la foto anterior

Ni siquiera son capaces de echarla adentro...

Esto es un asunto cultural. No importa la clase social, ni los estudios, ni cuánta plata tenemos. Es meramente nuestra crianza: la forma en que nos enseñaron a tratar al planeta. Y no es que esté mal que la gente pida que los lugares declarados como santuarios se preserven para generaciones futuras, pero estoy totalmente convencido que, antes de eso, hay una tarea mucho más fácil: que nuestro entorno esté limpio. Nuestra ciudad, nuestra población, nuestra calle, nuestro pasaje, nuestro antejardín... nuestro hogar. Muchas veces paso por calles que, de verdad, dan asco. Y la gente que vive a su alrededor pareciera ser que no les importa... o si les importara, no hacen nada por cambiarlo.

Este problema no es de Hualpén solamente. Es un problema como humanidad. Varias veces he tocado el tema de la contaminación, y el daño terrible que le ocasiona a nuestro planeta. Ser de doble estándar no ayuda mucho a mejorar la situación: si exigimos que las autoridades mantengan los lugares hermosos, tanto rurales como urbanos, por lo menos tengamos la decencia de contribuir a que el lugar donde vivimos sea un lugar bonito para todos. No creo que sea tan, pero tan difícil, ¿no creen?

457. Venta de garaje


Tal como estuvimos promocionando durante las últimas semanas, el pasado sábado 15 y domingo 16 de marzo hicimos una venta de garaje en nuestro hogar. Personalmente fue la primera vez que hacía algo así. Mi Eve tiene más experiencia en eso, ya que tiene un emprendimiento donde vende sus cositas. ¿Cómo nos fue en esta venta?

456. Mi vida siendo padrastro

Escucha este artículo (6:58 min)


La vida está llena de cambios. Las circunstancias no son las mismas a medida que pasa el tiempo. Y, en esta ocasión, quiero contarles sobre un cambio en particular que viví cuando me casé con mi Eve, un cambio que jamás de los jamases pensé que iba a experimentar. ¿De qué hablo? Hablo de mi vida siendo ahora papá.

Lo primero que hay que dejar en claro es que no soy papá en el estricto rigor de la palabra. Soy padrastro: mi Eve tiene una hija, fruto de una relación anterior, y que actualmente tiene 13 años. Hablo de Antonella (quien nos apoya en Donde Panchito desde el anonimato). Y hablo de un cambio en mi vida muy brusco porque nunca tuve la intención de tener hijos; mucho menos criar una hija que no es biológicamente mía. ¿Cómo ha sido vivir este cambio de ser un hombre divorciado a formar una familia ensamblada?

Miedo

Sí: es lo primero que sentí. Miedo. Ya tenía miedo a que me causaran daño nuevamente al iniciar una relación, y a eso había que sumarle el miedo por Antonella. Cuando inicié mi relación con Evelyn a mediados del año 2022, tuve miedo de la reacción que tendría Antonella cuando supiera que su mamá tenía pareja. De hecho, el pensar en eso me retuvo durante un tiempo de lanzarme a iniciar algo con Evelyn. Finalmente, ella se armó de valor e inició esta relación. No quise decirle que me preocupaba la Anto, y no sé por qué no se lo dije. Así que comenzamos con nuestra relación, relación que, durante un par de semanas, sólo lo sabíamos los dos.

Cuando conocí a mis chicas, noté que Antonella era una niña muy tierna y querendona. Conmigo no fue la excepción: conversábamos mucho y actuaba de tal forma que comencé a quererla. Me cayó bien y, como les dije, era una niña muy tierna a sus 9 años. De a poco ella y yo comenzamos a formar un vínculo. Quizá por eso preferí no contarle el miedo que tenía a mi Eve: en el fondo tenía la confianza de que Antonella podría acostumbrarse a que su mamá reiniciara su vida con alguien, y que ese alguien fuera yo.

El día en que le contamos todo a la Anto

Llegó el momento en que Eve y yo decidimos que era hora de contarle a la Anto nuestra relación. Así que armamos un panorama para ese día y salimos los 3 a pasear. Fuimos a comer pizza cerca de la Universidad de Concepción y dimos un paseo por el parque. Nos sacamos muchas fotos y lo pasamos muy bien. La idea era que, cuando las fuera a dejar a su casa, antes de irme a la mía, le contaríamos sobre lo nuestro. Y así fue.

El acuerdo era que, estando allá, Evelyn hablara con su hija y le contara lo que sucedía. Había más confianza entre ellas, por lo que creí que era mejor así. Llegado el momento, Evelyn le dice a su hija: "Antito. Queremos contarte algo muy importante. Y el tío Pancho será quien te lo dirá". Me mira y me tira toda la responsabilidad a mí. Yo quedé estupefacto, porque me pilló por sorpresa. Me armé de valor (sí, valor, porque algo de miedo aún sentía) y le dije a Antonella que tenía una relación amorosa con su mamá. Claro, a su edad, no le dimos mayores explicaciones... con eso fue suficiente.

Antonella quedó unos 10 segundos pegada, totalmente inmóvil. No movía ningún músculo de su cara. Me dio mucho miedo. "¿Y si no le agrado? ¿Y si no me acepta? ¿Y si no acepta que su mamá tiene derecho a reiniciar su vida sentimental con otra persona que no fuera su papá biológico?". Todo eso pensé en esos eternos 10 segundos. Preguntas válidas, puesto que, si mis miedos eran ciertos, el éxito de la relación estaba en juego: si no le agradaba a la Anto, la relación iba a ser forzada, con altas probabilidades que no resultara y todos sufriéramos.

Pero todos esos miedos quedaron atrás cuando, de pronto, esbozó una gran sonrisa de oreja a oreja y, moviéndose locamente por todo el living, decía: "Yo sabía. Lo sabía. Por cómo se trataban y se miraban. Era obvio todo esto". Estuvo así unos momentos cuando, de la nada, se abalanza sobre su madre y, abrazándola, le dice: "Por fin tendré una familia".

Esa frase de la Anto me destruyó por dentro

Esa frase me hizo entender la tremenda responsabilidad que me estaba echando encima: la de formar una familia con quienes tuvieron una en el pasado (como yo), pero que se había desmoronado por completo. Así, comenzamos los tres a formar nuestra familia, la que llamamos "la familia más bakán y feliz del universo".

La familia Albornoz Beltrán

Pasaron los meses. Nuestro vínculo comenzó a crecer. Eve y yo nos casamos y surgió la familia Albornoz Beltrán. Y, a decir verdad, no ha sido fácil. Si un matrimonio sólo es difícil de construir al principio, imagínense con una hijastra. Acostumbrarnos a vivir los tres, con nuestras costumbres, nuestra forma de ser y nuestras mañas... estoy consciente de que tuvo que costarles mucho a mis chicas acostumbrarse a que ahora haya un hombre en casa, cuando estuvieron años las dos solas. Y les agradeceré enormemente el esfuerzo y apoyo que ponen para que todo vaya bien, a pesar de los problemas y dificultades.

Y, poco a poco, comencé a ver a Antonella como mi hija. El término hijastra no me gusta. Prefiero hija, aunque en estricto rigor no lo sea. Antonella tiene su propia relación con su padre, y eso está super bien. Ella me dice "tío" de cariño y respeto. Y está bien así: es lo que corresponde para no pasar a llevar sus sentimientos, ni tampoco a su verdadero padre.

Pero el cariño que hay entre los dos (y es lo que siento) es muy parecido al de un papá con su hija. Muchas veces me cuenta sus problemas, juega conmigo o me pide salir a predicar juntos. La ayudo con sus tareas, cuando puedo la voy a buscar al colegio o participo en actividades escolares al ser el apoderado sustituto. Salimos a pasear o de vacaciones, y la aconsejo cuando tiene los dramas propios de su edad. También la disciplino cuando hay que hacerlo. Todo esto Eve y yo lo hacemos porque amamos a nuestra hija, y es lo que todo padre y madre debe hacer. Pero, en mi caso como padrastro, quiero llegar ser el papá que siempre tuvo que tener. Y espero poder lograrlo.

Lo que se viene en el futuro

Y, ahora, ¿siento miedo? Algunas veces sí: Antonella tiene 13 años ahora y tiene sus propios desafíos: la adolescencia, los chicos, los estudios, su actividad espiritual... pero ¿saben? Me gusta todo esto. Siento miedo algunas veces al pensar qué nos depara el futuro, mas al juzgar lo que hemos vivido los tres hasta el momento, siento que todo será genial. Hemos formado una hermosa familia ensamblada, con todos sus desafíos, pero siempre tomados de la mano los 4 (junto con Dios, obviamente). Y estoy 100% seguro que, si seguimos queriéndonos como hasta ahora y, con la ayuda de Dios, lograremos tener la familia más bakán y feliz del universo.
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*: Antonella es menor de edad, por lo que no subiré fotos de ella mostrando su rostro, para proteger su identidad.
Procedencia de la imagen del principio: Silueta De Personaje Png vectors by Lovepik.com

455. Los hombres también tenemos miedo

Escucha este artículo (4:52 min) 

Sí: nosotros, los hombres, también tenemos miedo. Miedo a muchas cosas. Y yo, personalmente, he comenzado a sentir miedo a cosas que antes no veía (o, por lo menos, no al nivel de ahora). Y es que es sabido por todo el mundo el nivel de inseguridad que existe en la actualidad. Últimamente está muy en boga lo de la reivindicación de las mujeres, y visibilizar la vulnerabilidad que sufren a diario, a los asaltos, violaciones y asesinatos. Y sí: tienen toda la razón para sentirse así: vulnerables. Hay mucha gente mala en el mundo que quiere causarles daño, tanto a mujeres como a hombres. El problema es cuando se mete a toda la gente al mismo saco.

Metiéndonos a todos en el mismo saco

Para entender esta última frase, quiero que recuerden un artículo que escribí años atrás sobre los carabineros, y esa constante manía de algunos de manchar la reputación de ellos a costa de unos pocos. En ese artículo (escrito en 2018) hablaba de la tontera de tildar a todos los carabineros como ladrones, abusadores, etc., sólo porque unos pocos lo hacían. ¿Verdad que no es, ni lógico, ni justo?

Pues, algo parecido está sucediendo con esto del "levantamiento femenino": ahora pareciera ser que todos los hombres son malos, abusadores y violadores. Y estoy total y absolutamente de acuerdo con que esa clase de tipos deberían secarse en las cárceles, y entiendo el nivel de desconfianza de las mujeres por el daño que les han causado a algunas por culpa de esos tipos. Pero irse a un extremo... da miedo... y eso me está pasando a mí, porque por unos pocos están manchando la reputación de todos los hombres. Basta con ver algunos videíllos en redes sociales para notar esto.

Sí: también ando con miedo

Les pongo dos ejemplos que me han sucedido últimamente, y que ilustran esto de sentir miedo en el mundo que vivimos.

Ya no acostumbro a viajar mucho en micro. Pero, cuando lo hago, prefiero evitar sentarme donde hay una mujer. Y, si voy sentado solo, ruego que ninguna chica se siente a mi lado. ¿Han pensado en que una chica se imagine (por algún trauma o qué sé yo) que la estoy acosando y comience a funarme sin motivos en la micro? La gente no preguntará si es cierto: simplemente me sacarán la mugre. No les importa si la acusación es falsa o no: actúan de acuerdo a su criterio de justicia. Y ese criterio es agarrar a golpes a un "acosador", sin saber si es cierto o no. Incluso, si la micro va casi llena y sólo quedan asientos al lado de una mujer, prefiero irme de pie. No estoy dispuesto a correr el riesgo.

Cuando viajo en micro, prefiero sentarme solo
(Crédito en la foto)

Y no: no ando mirando mujeres acosándolas, ni tampoco ando tocando a nadie. Pero, así como hay muchos hombres locos por la calle, hay muchas mujeres igual, que son capaces de mentir en pro de seguir alimentando su odio hacia el hombre, por culpa de alguna mala experiencia vivida en el pasado con alguno de ellos.

El domingo pasado estaba trabajando y, para entregar unos insumos en una clínica, decidí usar el ascensor. Estaba caminando hacia uno de ellos cuando una enfermera me ganó y se subió ella sola al ascensor. Yo decidí no subir, y esperar a que volviera el ascensor para subir solo. ¿La razón? ¿Y si ella inventa que le hice algo en el ascensor? Si no hay cámaras, sería su palabra contra la mía. No sé qué clase de gente está a mi alrededor, así que preferí evitar cualquier problema.

Cuando uso un ascensor, prefiero subir solo

¿Entienden a dónde quiero ir? No estoy minimizando en absoluto lo que sucede con miles de mujeres acosadas y maltratadas. Sólo estoy exponiendo que, por culpa de unos pocos mal hombres, todos estamos pagando el pato. Ando con miedo en la calle. Y sí: los hombres también tenemos miedo.

Todos andamos con miedo

Por favor: no me malentiendan. No quiero que piensen que no me interesa lo que les sucede a las mujeres. Lo que viven a diario es terrible. Y, sin dejar en menos lo que viven, a los hombres también les suceden cosas terribles. Eso significa que todos estamos a merced de gente mala. Todos andamos con miedo a que nos asalten, nos violen, nos asesinen. Eso no es un problema de género. Es un problema más de fondo: el ser humano NO puede terminar con la violencia, porque NO estamos capacitados para ello. Entonces, ¿cuándo terminará todo?

Es una buena pregunta. La respuesta la dejo a tu criterio. Yo creo en un Dios que pronto acabará con todo, incluyendo el daño que le hacen a las mujeres... e incluyendo el miedo que siento al vivir en un mundo tan malo como el actual. Y, cuando lo haga, por fin seremos felices y viviremos en paz.

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Procedencia de la tercera imagen: Por Suppadeth wongyee desde Pixabay

454. Cambio de temporada

Escucha este artículo (3:36 min)

Queridos amigos y lectores de "Donde Panchito":

Estamos ya en el año 2025, y damos inicio a la temporada 20 del blog. ¿Cómo? ¿Veinte temporadas ya? ¡Sí! Aunque no lo crean (ni yo tampoco), ya llevo 20 temporadas escribiendo (desde el año 2006). Claro, porque este año mi blog cumple 19 años de existencia. Y nos estamos acercando con rapidez a las dos décadas con este lugar. ¡Cómo pasa el tiempo!

453. Espíritu Navideño

Escucha este artículo (4:22 min) 

Pues bien. Ya pasó navidad. Una fecha en la que muchas personas se juntan con sus seres queridos, se hacen regalos y se demuestran su afecto. Una fecha en la que todo el mundo desea paz y amor...

Bueno... esto último es en el papel. Pero en la práctica... como dice el dicho: "Del dicho al hecho, hay mucho trecho". Y este dicho aplica a la perfección sobre lo que está pasando últimamente con la sociedad en general. Es cierto que, como ya saben, ni mi familia ni yo celebramos la Navidad por las razones de peso que expuse. Independiente de eso, creo que tú y yo concordaremos en lo que quiero expresar en este artículo.

Me tocó trabajar para navidad. En mi laburo no existen los feriados: los insumos médicos que entrego son de vida o muerte (literalmente), por lo que no hay día en que no se entreguen los medicamentos a los hospitales. Pues bien, venía de vuelta a mi casa cuando me pillé con un taco de proporciones en el peaje Quepe, que queda al sur de Temuco. Eran como las 9 y media de la noche y, claro, venían todos de vuelta a sus casas luego de aprovechar el feriado. La fila no avanzaba mucho, pero no había mucho que hacer, salvo tener paciencia para poder llegar a la caseta y pagar.

Pero bueno... el término paciencia es subjetivo. No todos tenemos la misma paciencia. Al poco andar en la fila, la gente comenzó a tocar las bocinas en señal de descontento por el atochamiento. Miraba atentamente a quienes lo hacían: unos sólo tocaban la bocina. Pero otros estaban totalmente desquiciados: golpeaban sus manos contra la bocina y movían los brazos desesperados. Su fantástico día de relajo quién sabe dónde se fue a las pailas porque no fueron capaces de aguantar seis minutos en una fila. Sí, por eso estuve yo: sólo 6 minutos.

Les dejo un pequeño vídeo de lo sucedido ese día:

Paciencia era lo que menos había en esas filas

Entiendo que el mundo está acelerado. Y a nadie le gusta quedarse pegado en un taco. Y peor si es para que te saquen plata en un peaje. Pero, al margen de eso, sólo tengo dos preguntas para pensar:

1. ¿Qué culpa tenían las cajeras del taco que se estaba formando? Estaban las 6 casetas habilitadas. Era un 100% de cajas abiertas para pasar. Las cajeras no tenían la culpa de toda la gente que vuelve a la misma hora a sus casas. Por mucho que tocaran sus bocinas, ellas no harían nada: son trabajadoras que están bajo la supervisión de una empresa que, por mucho que se armen tacos, no subirán las barreras porque sí, ya que pierden dinero al hacerlo.

2. ¿Dónde quedó el espíritu navideño? Sí, sí: eso creo que ya casi ni existe. Al fin y al cabo, hablar de un espíritu navideño de paz y amor es limitar esas cualidades a una determinada fecha del año, cuando la realidad es que el mundo ya que rato que necesita paz y amor TODO EL AÑO. Independiente de lo que acabo de escribir, en un día de supuesta reflexión y recogimiento, ¿no son capaces de ejercer un poco de empatía y comprensión por quienes tuvieron que trabajar en un día donde todos descansan?

Reflejar buenas cualidades como ser comprensivos, empáticos y bondadosos con los demás no se reduce a un 25 de diciembre. Tampoco se reduce a simplemente desear "Feliz navidad" a través de un WhatsApp o por redes sociales. El altruismo va más allá: es algo que debe reflejarse a diario y a todo tipo de personas, y en todo tipo de circunstancias. De lo contrario, el espíritu de paz y amor del que se pregona tanto en navidad es sólo una palabra al viento: carece de peso.

Finalmente, luego de esperar, pagué y seguí mi ruta. Claro que me daba lata atrasar mi viaje porque ya venía cansado y me esperaban más de 3 horas de viaje aun. Pero, ¿habría logrado algo tocando alocadamente la bocina? Sí: sólo amargarme y estresarme. Y, a estas alturas de mi vida, lo que menos deseo es eso. Hablar de filas y filas es algo que ya conozco. Recuerden que fui cajero, y la actitud de los automovilistas en una fila para el peaje es la misma de quienes no son capaces de aguantar una fila en un supermercado. Tristemente eso no ha cambiado. Y, lo más probable, es que nunca cambie por manos del ser humano, por muchas navidades que vengan por delante.

¡Se viene el fin de la temporada! Les contaré lo que hemos logrado con mi Eve en este año 2024. ¡Saludos!

452. Todos vamos a ser viejos

Escucha este artículo (4:59 min)

Hay algo que no perdona a nadie. Y ese algo es el tiempo. Por mucho que luchemos contra él, el tiempo pasa inexorablemente. No discrimina: a todos les llega por igual. Si un día fuimos jóvenes, con el paso del tiempo llegaremos a ser viejos... a ser ancianos. Y eso nadie podrá frenarlo... ni por mucho dinero o fama que tengamos. Ni por mucho que nos operemos para aparentar ser más jóvenes. Seremos viejos y ya.

451. Se me está vaciando el estadio

Escucha este artículo (3:54 min)

Yo, en 2007, cuando estaba iniciado este blog,
con mucho pelo ^^

¿Saben cuánto tiempo ha pasado desde que comencé a escribir en este lugar? Más de 18 años. Sí, porque comencé en mayo de 2006. ¿Se acuerdan? Era un sitio web muy ordinario. Pero fueron mis inicios. Y, en ese entonces, tenía 16 años. Estaba en tercero medio y tenía toda una vida por delante.

450. El bombero

Escucha este artículo (5:32 min)

Imagen referencial de una gasolinera

Durante muchos años trabajé atendiendo público. No todos tienen el cuero para ello. No me jacto de eso, pero hay que tener mucha paciencia para atender gente. Sin embargo, algunas veces quienes nos atienden sencillamente no saben hacerlo y, con justa razón, uno alega por el mal trato que recibimos como clientes.

449. De la vez que casi no la cuento...

Escucha este artículo (4:17 min)


Es sabido por todos que uno de los temas que más le preocupan a la gente es la delincuencia y la inseguridad. A nadie le cabe la más mínima duda de que vivimos en constante miedo de que nos hagan algo, porque a estas alturas ni de día se anda seguro. Pero, también concordarás conmigo en que esto no es algo nuevo, aunque últimamente ha ido en gran aumento. La delincuencia, los asaltos, la inseguridad, existe desde hace mucho tiempo. ¿Recuerdan cuando les relaté mi asalto mientras iba de regreso a mi casa desde el colegio? Estamos hablando del año 2007. Fue mi primer asalto. Y, tristemente, no fue el último.